Escribir el beso

[Raul Muñoz]

Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.


Escribir.

Habla la muerte.

Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.

Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.

Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.



De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?

Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.



Besar.

Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.

Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.

Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.

Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.



Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magnífico, Raul!! De lo mejor, sin lo mejor, de lo que te he leído; hermoso y con un lenguaje poético sugerente y con un ritmo espectacular.

Todo un placer de lectura.

Abrazos y Feliciano para ti y todos los tuyos.

[Pilar Morte]

Un poema que atrapa desde el principio. Me ha gustado mucho. Uno no se pierde en el ritmo ni en el fondo. Felicidades
Abrazos navideños.

[Mirta Elena Tessio]

Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.


Escribir.

Habla la muerte.

Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.

Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.

Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.



De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?

Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.



Besar.

Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.

Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.

Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.

Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.



Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.

Sinceramente te digo estimado Raúl, tu poesía merece varias lectura, es bello y atrapante me deje llevar en cada uno de tus versos, y cuando digo merece más lecturas me refiero a que meres más comenarios, pero prometo leerlo, ya me lo he copiado para volver a devolverte algo de tu bella inspiración.
Me has acomapaño en la desesperación y te agradezco, eres un gran creador, con un estilo peculiar muy tuyo,
Te dejo un fuerte abrazo y feliz comiezo de año.

[Raul Muñoz]

Magnífico, Raul!! De lo mejor, sin lo mejor, de lo que te he leído; hermoso y con un lenguaje poético sugerente y con un ritmo espectacular.

Todo un placer de lectura.

Abrazos y Feliciano para ti y todos los tuyos.

Gracias, muy amable, Ferreiro.

Un abrazo. Y felices fiestas.

[Raul Muñoz]

Un poema que atrapa desde el principio. Me ha gustado mucho. Uno no se pierde en el ritmo ni en el fondo. Felicidades
Abrazos navideños.

Gracias Pilar. Me alegro que te haya gustado.

Un abrazo. Y feliz entrada de año.

[Raul Muñoz]

Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.


Escribir.

Habla la muerte.

Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.

Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.

Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.



De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?

Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.



Besar.

Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.

Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.

Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.

Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.



Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.

Sinceramente te digo estimado Raúl, tu poesía merece varias lectura, es bello y atrapante me deje llevar en cada uno de tus versos, y cuando digo merece más lecturas me refiero a que meres más comenarios, pero prometo leerlo, ya me lo he copiado para volver a devolverte algo de tu bella inspiración.
Me has acomapaño en la desesperación y te agradezco, eres un gran creador, con un estilo peculiar muy tuyo,
Te dejo un fuerte abrazo y feliz comiezo de año.

Gracias Mirta, muy amable. Me alegro de que te sugiera y acompañe.

Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Apunta tu inclinación por el teatro en este poema, Raúl; no sé si sigues escribiéndolo, pero recuerdo haber leído algo de hace tiempo. Te felicito por la entrega. Salud.

[Ricardo López Castro]

Me gustó en general.
Aunque es difícil mantener el vuelo en poemas largos,
quizá haya ciertos versos que se pueden suprimir.
Pero es tu trabajo.
Abrazos y felicidad.

[Raul Muñoz]

Apunta tu inclinación por el teatro en este poema, Raúl; no sé si sigues escribiéndolo, pero recuerdo haber leído algo de hace tiempo. Te felicito por la entrega. Salud.

Hola Julio. Podría ser lo que comentas del teatro, porque en algún otro poema, también aparecen personajes hablando. Igualmente no volví a escribir teatro, desde aquello primero que escribí al principio.

Agradecido, amigo, de encontrarte por estas letras.

Un abrazo y feliz año.

[Raul Muñoz]

Me gustó en general.
Aunque es difícil mantener el vuelo en poemas largos,
quizá haya ciertos versos que se pueden suprimir.
Pero es tu trabajo.
Abrazos y felicidad.

Hola, Ricardo. Agradecido por la visita. Es cierto lo que comentas. Los poemas largos suelen ser algo arriesgados, en eso de mantener el pulso de la poesía. Lo tendré en cuenta en el caso de este poema; en realidad, un poema nunca está terminado.

Un abrazo y feliz año.

[Ricardo López Castro]

Gracias espero que no te pareciera mal el comentario.
Abrazos y felicidad, compañero de versos.

[E. R. Aristy]

Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.


Escribir.

Habla la muerte.

Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.

Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.

Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.



De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?

Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.



Besar.

Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.

Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.

Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.

Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.



Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.

Todo pasa,menos el amor de Dios. Me gusta mucho este poema abarcador de la vida y la muerte, el nosotros, el" mi niño y yo", la juventud, el idilio, las vicisitudes, la vejez, el recibimiento, las despedidas, todo pasa aun no estemos ya aqui.

Raul es un poema conmovedor, de extraordinaria belleza, triste. Haces despliegue de tu buen hacer y poder reflexivo. Abrazos, ERA

[Raul Muñoz]

Gracias espero que no te pareciera mal el comentario.
Abrazos y felicidad, compañero de versos.

No, para nada. Gracias a ti por darme tu opinión.

Un abrazo, amigo.

[Raul Muñoz]

Yo: Lóbrego sentir, discurro, por los arcaduces, por otras vidas, por tus ojos;
el tiempo, amor, se me va de las manos. Al fin, bienhallado, alcanzo la fruta
de las mamas; por esta boca muero, por un beso callo; al fin soy emblema.


Escribir.

Habla la muerte.

Esta carne, que no es mía,
oscura tez ¡ay! Pena sombría;
de pobreza este arsenal mío,
de yunque y martillo, fatiga.

Pena mía, hazme todo tuyo,
golpea el hierro; sonámbula,
dinamita todas las noches,
bajo todas las trincheras.

Levántate ¡ay! Vida mía,
golpea con fuerza la pena,
que es tan mía como tuya;
¡ay! Vida mía, nuestra pena.



De nuevo, la muerte, la tuya y la mía.
¿Dónde habrá de encontrarnos?

Fraguando al sol, como viejas son las manos, cantan
la vieja canción: en adormideras se mece la infancia.
Dice el niño: Luna ven. No tardando contesta la luna:
Niño, arrima el ascua a tus cabellos, avíame la tarde
tan triste. El sol no quiere dejarme salir sin vestido.
Luna mía yo te quiero -responde el niño ojeroso,
con las arterias completamente incendiadas-
Desnuda o vestida, estando presente o ausente,
yo te quiero igual, luna mía, te quiero conmigo.
¡Niño, niño! -jocosa, la luna se crece-
¡Fragua mía atízame más fuerte si cabe!
Que por el resplandor salgamos juntos,
por los candelabros, mi niño y yo.



Besar.

Abrir las manos a la vida,
hacer trampa a la muerte.

Pasa todo, en esta vida, todo pasa:
El limonero, la infancia, la juventud,
hasta la vejez pasa; y los campos,
terruños de la nostalgia; y amores
no correspondidos, tantas lágrimas,
jardines sin luz, bancos sin abrazos.

Todo pasa, sin nosotros, todo pasa.

Y la fuente, ¡qué lejos está!
La fuente donde recordar
cuánto vivimos, cuánto amamos.
Sin nosotros. ¡Sin decir adiós!
Todo pasa, todo pasa.



Un día nos levantamos cansados; se acabó.
El tiempo está ausente; nosotros no estamos.
Quedan los versos tristes, robados a la noche;
el bramido violeta de mis labios en tus labios.

Todo pasa,menos el amor de Dios. Me gusta mucho este poema abarcador de la vida y la muerte, el nosotros, el" mi niño y yo", la juventud, el idilio, las vicisitudes, la vejez, el recibimiento, las despedidas, todo pasa aun no estemos ya aqui.

Raul es un poema conmovedor, de extraordinaria belleza, triste. Haces despliegue de tu buen hacer y poder reflexivo. Abrazos, ERA

Gracias Era, muy amable. El amor es lo único que perdura, gracias a Dios.

Un abrazo, amiga.