Las gotas de lluvia y el lamento de ventanas y cristales

[Alejandro Costa]

¿Qué hago con esas palabras?

Dispongo de un puñado de artículos,
pronombres, adjetivos
e infinidad de signos ortográficos,
de papel, bolígrafo y hasta del reflejo de la luna.

En un capazo destartalado esperan conjunciones,
para enlazar alguna que otra palabra,
algún que otro despiste,
mientras muerden un simple punto
o devoran un punto y coma.

Pero no tengo el sentido espabilado.

Si golpean demasiado fuerte las gotas de lluvia,
y los cristales no se quejan,
ni las ventanas le obligan a hacerlo,
¿qué puedo yo sentir, si no siento?

¿Qué puedo yo hacer con este puzle?

Tengo palabras, sí,
pero no tengo pasillos creativos en la mente,
ni la mirada me los ofrece,
ni encuentro la incógnita de la ecuación,
ni tan siquiera sé si mañana será otro día.

En una caja imaginaria,
las palabras, los signos, los adjetivos,
todos, absolutamente todos,
están alborotados, nerviosos,
incapaces de alterar mis neuronas,
la vena de la creación y el motor de la escritura.

No dispongo de cielo, de mar, de flores,
tan recurrentes a la hora de perfilar una frase,
una simple palabra, o un deseado verso.

Es como la metáfora de un escritor
sin tema para escribir un libro,
de una noche con telas de color negro,
o un perchero, viejo, astillado,
sin nada para colgar.

Soy como un reloj sin horas,
unos ojos sin lágrimas
y un borrón imposible de quitar.

A veces pienso en remover la caja,
destriparla y tirar lo que hay dentro,
intentando, qué entre ellos,
acudan a mi rescate y me obsequien
algo parecido a una frase,
ordenada y en perfecto estado de revista.

Es entonces cuando se activa mi alma herida,
el cerebro, tantas veces atrofiado,
tantas otras descompuesto,
y le doy forma al puzle.

Las palabras se alían con los pronombres,
los signos ortográficos crean alambradas a su alrededor,
los adjetivos cubren los huecos perdidos,
conjunciones, artículos,
todo se mueve en una constante creación.

¡Y aparece la frase! ¡El verso! ¡La metáfora!

¡Y nace el poema!

Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

[Javier Dicenzo]

Hermoso trabajo literario lleno de aciertos un conjunción de palabras conjugadas un placer llevarme el cero.

[Simon Abadia]

Guardas una armonía en todas las estrofas que vas uniendo con la complejidad del tema
en unos versos ágiles. Te felicito, Alejandro, por el tema que me ha gustado y como lo resuelves.
Abrazos

[Mirta Elena Tessio]

¿Qué hago con esas palabras?

Dispongo de un puñado de artículos,
pronombres, adjetivos
e infinidad de signos ortográficos,
de papel, bolígrafo y hasta del reflejo de la luna.

En un capazo destartalado esperan conjunciones,
para enlazar alguna que otra palabra,
algún que otro despiste,
mientras muerden un simple punto
o devoran un punto y coma.

Pero no tengo el sentido espabilado.

Si golpean demasiado fuerte las gotas de lluvia,
y los cristales no se quejan,
ni las ventanas le obligan a hacerlo,
¿qué puedo yo sentir, si no siento?

¿Qué puedo yo hacer con este puzle?

Tengo palabras, sí,
pero no tengo pasillos creativos en la mente,
ni la mirada me los ofrece,
ni encuentro la incógnita de la ecuación,
ni tan siquiera sé si mañana será otro día.

En una caja imaginaria,
las palabras, los signos, los adjetivos,
todos, absolutamente todos,
están alborotados, nerviosos,
incapaces de alterar mis neuronas,
la vena de la creación y el motor de la escritura.

No dispongo de cielo, de mar, de flores,
tan recurrentes a la hora de perfilar una frase,
una simple palabra, o un deseado verso.

Es como la metáfora de un escritor
sin tema para escribir un libro,
de una noche con telas de color negro,
o un perchero, viejo, astillado,
sin nada para colgar.

Soy como un reloj sin horas,
unos ojos sin lágrimas
y un borrón imposible de quitar.

A veces pienso en remover la caja,
destriparla y tirar lo que hay dentro,
intentando, qué entre ellos,
acudan a mi rescate y me obsequien
algo parecido a una frase,
ordenada y en perfecto estado de revista.

Es entonces cuando se activa mi alma herida,
el cerebro, tantas veces atrofiado,
tantas otras descompuesto,
y le doy forma al puzle.

Las palabras se alían con los pronombres,
los signos ortográficos crean alambradas a su alrededor,
los adjetivos cubren los huecos perdidos,
conjunciones, artículos,
todo se mueve en una constante creación.

¡Y aparece la frase! ¡El verso! ¡La metáfora!

¡Y nace el poema!

Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

Eres un gran poeta Alejandro, te leo en estamañana fría y gris dede mi patria y puedo sentir estos versos como si fueran míos -
Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

Un abrazote hasta donde quiera que estés.Y un beso también.-

[Administración Alaire]

Enhorabuena, amigo Alejandro, por el reconocimiento como Poema de la Semana a tu obra "Las gotas de lluvia y el lamento de ventanas y cristales".
Un cordial abrazo.

[Ramón Carballal]

Enhorabuena por la merecida distinción a este introspectivo poema sobre la creación poética. Un abrazo.

[Francesch Vicent]

Enhorabuena, amigo y admirado poeta, por el reconocimiento semanal a tu poema lleno de grandes aciertos y cuyo grandioso final, columna vertebral de tu reflexión metapoética, se merece un lugar de honor en las mejores antologías de la historia de la poesía.
Un cordial saludo.

[José Manuel F. Febles]

Mi más sincera felicitación, oeta y amigo mío.

Un fueerte abrazo desde la soledad de mi isla.

José Manuel F. Febles

[Mirta Elena Tessio]

¿Qué hago con esas palabras?

Dispongo de un puñado de artículos,
pronombres, adjetivos
e infinidad de signos ortográficos,
de papel, bolígrafo y hasta del reflejo de la luna.

En un capazo destartalado esperan conjunciones,
para enlazar alguna que otra palabra,
algún que otro despiste,
mientras muerden un simple punto
o devoran un punto y coma.

Pero no tengo el sentido espabilado.

Si golpean demasiado fuerte las gotas de lluvia,
y los cristales no se quejan,
ni las ventanas le obligan a hacerlo,
¿qué puedo yo sentir, si no siento?

¿Qué puedo yo hacer con este puzle?

Tengo palabras, sí,
pero no tengo pasillos creativos en la mente,
ni la mirada me los ofrece,
ni encuentro la incógnita de la ecuación,
ni tan siquiera sé si mañana será otro día.

En una caja imaginaria,
las palabras, los signos, los adjetivos,
todos, absolutamente todos,
están alborotados, nerviosos,
incapaces de alterar mis neuronas,
la vena de la creación y el motor de la escritura.

No dispongo de cielo, de mar, de flores,
tan recurrentes a la hora de perfilar una frase,
una simple palabra, o un deseado verso.

Es como la metáfora de un escritor
sin tema para escribir un libro,
de una noche con telas de color negro,
o un perchero, viejo, astillado,
sin nada para colgar.

Soy como un reloj sin horas,
unos ojos sin lágrimas
y un borrón imposible de quitar.

A veces pienso en remover la caja,
destriparla y tirar lo que hay dentro,
intentando, qué entre ellos,
acudan a mi rescate y me obsequien
algo parecido a una frase,
ordenada y en perfecto estado de revista.

Es entonces cuando se activa mi alma herida,
el cerebro, tantas veces atrofiado,
tantas otras descompuesto,
y le doy forma al puzle.

Las palabras se alían con los pronombres,
los signos ortográficos crean alambradas a su alrededor,
los adjetivos cubren los huecos perdidos,
conjunciones, artículos,
todo se mueve en una constante creación.

¡Y aparece la frase! ¡El verso! ¡La metáfora!

¡Y nace el poema!

Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

Felicidades Alejandro te lo mereces. Un beso y flores para un ganador.

[Ana García]

¡Ahí se te ve muy bien, Alejandro! Este poema se lo merece.
Tenías tantas palabras aguardando el poema adecuado que han salido en tropel a buscarte. Y tú nos las regalas bellamente engalanadas.
¡Enhorabuena!
Un beso enorme.

[Ramón Castro Méndez]

Qué angustia. Qué bien reflejas el largo y angosto camino a la creación. Excelente poema.
Mi felicitación es doble, por el poema y por el merecido reconocimiento al mismo.
Lo dicho, enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

[Alejandro Costa]

Hermoso trabajo literario lleno de aciertos un conjunción de palabras conjugadas un placer llevarme el cero.

Muchas gracias, Javier.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Guardas una armonía en todas las estrofas que vas uniendo con la complejidad del tema
en unos versos ágiles. Te felicito, Alejandro, por el tema que me ha gustado y como lo resuelves.
Abrazos

Gracias Simón por tu agradable comentario.

Un abrazo, compañero.

[Alejandro Costa]

¿Qué hago con esas palabras?

Dispongo de un puñado de artículos,
pronombres, adjetivos
e infinidad de signos ortográficos,
de papel, bolígrafo y hasta del reflejo de la luna.

En un capazo destartalado esperan conjunciones,
para enlazar alguna que otra palabra,
algún que otro despiste,
mientras muerden un simple punto
o devoran un punto y coma.

Pero no tengo el sentido espabilado.

Si golpean demasiado fuerte las gotas de lluvia,
y los cristales no se quejan,
ni las ventanas le obligan a hacerlo,
¿qué puedo yo sentir, si no siento?

¿Qué puedo yo hacer con este puzle?

Tengo palabras, sí,
pero no tengo pasillos creativos en la mente,
ni la mirada me los ofrece,
ni encuentro la incógnita de la ecuación,
ni tan siquiera sé si mañana será otro día.

En una caja imaginaria,
las palabras, los signos, los adjetivos,
todos, absolutamente todos,
están alborotados, nerviosos,
incapaces de alterar mis neuronas,
la vena de la creación y el motor de la escritura.

No dispongo de cielo, de mar, de flores,
tan recurrentes a la hora de perfilar una frase,
una simple palabra, o un deseado verso.

Es como la metáfora de un escritor
sin tema para escribir un libro,
de una noche con telas de color negro,
o un perchero, viejo, astillado,
sin nada para colgar.

Soy como un reloj sin horas,
unos ojos sin lágrimas
y un borrón imposible de quitar.

A veces pienso en remover la caja,
destriparla y tirar lo que hay dentro,
intentando, qué entre ellos,
acudan a mi rescate y me obsequien
algo parecido a una frase,
ordenada y en perfecto estado de revista.

Es entonces cuando se activa mi alma herida,
el cerebro, tantas veces atrofiado,
tantas otras descompuesto,
y le doy forma al puzle.

Las palabras se alían con los pronombres,
los signos ortográficos crean alambradas a su alrededor,
los adjetivos cubren los huecos perdidos,
conjunciones, artículos,
todo se mueve en una constante creación.

¡Y aparece la frase! ¡El verso! ¡La metáfora!

¡Y nace el poema!

Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

Eres un gran poeta Alejandro, te leo en estamañana fría y gris dede mi patria y puedo sentir estos versos como si fueran míos -
Ahora siento el golpeo insistente de las gotas de lluvia,
y el lamento en silencio
de las ventanas y sus cristales.

Un abrazote hasta donde quiera que estés.Y un beso también.-

Pues son tuyos Mirta.

Cuando un lector siente, como tú lo sientes, se hace dueño de lo leído.

Siempre es un placer tenerte tan cerca.

Un besazo.

[Alejandro Costa]

Mi querido loquillo, me ha encantado esta reflesión metapoética, muy bien trazada, que seguro te habrá llegado en una tarde murciana, cuando las últimas tormentas arreciaban.
Espero que te encuentres bien, un abrazote amigo, pronto nos vemos.

Gracias, Armilo.

Que conste que aún sigo esperando una dirección, y sabes perfectamente el motivo.

Respecto al encontrarme bien, me gustaría que esa palabra formara parte de mi diccionario de salud.

Un fuerte abrazo.

No se te olvida.