Oda al sosiego

[Ramón Carballal]

Es como la lenta caída de una gota desde los grifos del alma,
algo sabe de eso el caracol que dibuja sobre la tierra su infatigable
añoranza. También es la tranquilidad después del combate, la reflexión
en soledad del viajero, la quietud de un risco contra el viento, la ola
suave del mar en verano, la armonía de la luz y el cosmos en la habitación
clara. A veces se esconde, porque su timidez no le permite la furia,
ni el dolor, prefiere ser sombra de un árbol encendido, un pulso
que navega, sin misterio, bajo los truenos de la tempestad. Me habla
con palabras de madre, me acaricia el corazón con su seda dulce;
yo soñé que su abrazo infantil no mitiga el ardor, se retrae, se ofusca
ante la mirada fría del desdén. Quiero su latido limpio que transcurre
por mis arterias compungidas, quiero su océano calmo de jardines en flor,
quiero la pausa, el gorjeo de un pájaro feliz bajo mis sábanas,
la mansedumbre del felino saciado, el silencio que acompaña
a la vejez cuando, al fin descubro, que la noche es el revés del día,
que, imperturbable, es un adjetivo que me nombra, que la serenidad siempre
estuvo ahí, a la espera, como un mochuelo que atisbara el cansino fluir de los relojes.

[Julio Gonzalez Alonso]

Es como la lenta caída de una gota desde los grifos del alma,
algo sabe de eso el caracol que dibuja sobre la tierra su infatigable
añoranza. También es la tranquilidad después del combate, la reflexión
en soledad del viajero, la quietud de un risco contra el viento, la ola
suave del mar en verano, la armonía de la luz y el cosmos en la habitación
clara. A veces se esconde, porque su timidez no le permite la furia,
ni el dolor, prefiere ser sombra de un árbol encendido, un pulso
que navega, sin misterio, bajo los truenos de la tempestad. Me habla
con palabras de madre, me acaricia el corazón con su seda dulce;
yo soñé que su abrazo infantil no mitiga el ardor, se retrae, se ofusca
ante la mirada fría del desdén. Quiero su latido limpio que transcurre
por mis arterias compungidas, quiero su océano calmo de jardines en flor,
quiero la pausa, el gorjeo de un pájaro feliz bajo mis sábanas,
la mansedumbre del felino saciado, el silencio que acompaña
a la vejez cuando, al fin descubro, que la noche es el revés del día,
que, imperturbable, es un adjetivo que me nombra, que la serenidad siempre
estuvo ahí, a la espera, como un mochuelo que atisbara el cansino fluir de los relojes.

Oda al sosiego en la amplia enumeración de sus cualidades; búsqueda de la serenidad, abandono a lo absoluto, inquietud que anhela la paz. Creo que merece la pena leerlo y releerlo, porque es como un mapa que te guía en ese transitar apacible. Felicitaciones y abrazo.
Salud.

[Alejandro Costa]

Totalmente de acuerdo con Julio.

Es una maravilla que hay que leerlo y releerlo para impregnarse de él y sentirlo.

Otra de tus genialidades.

Un abrazo.

[Pilar Morte]

Un lujo dejarse llevar de tus magníficos versos.
Felicidades por esta estupenda entrega.
Abrazos

[Jerónimo Muñoz]

Magnífico texto poético, lleno de imágenes emotivas, sobre un tema que nos habla de aquello que nos deseó el de Nazaret: paz.
Magnífico.
Un abrazo.

Jerónimo

[Ramón Carballal]

Es como la lenta caída de una gota desde los grifos del alma,
algo sabe de eso el caracol que dibuja sobre la tierra su infatigable
añoranza. También es la tranquilidad después del combate, la reflexión
en soledad del viajero, la quietud de un risco contra el viento, la ola
suave del mar en verano, la armonía de la luz y el cosmos en la habitación
clara. A veces se esconde, porque su timidez no le permite la furia,
ni el dolor, prefiere ser sombra de un árbol encendido, un pulso
que navega, sin misterio, bajo los truenos de la tempestad. Me habla
con palabras de madre, me acaricia el corazón con su seda dulce;
yo soñé que su abrazo infantil no mitiga el ardor, se retrae, se ofusca
ante la mirada fría del desdén. Quiero su latido limpio que transcurre
por mis arterias compungidas, quiero su océano calmo de jardines en flor,
quiero la pausa, el gorjeo de un pájaro feliz bajo mis sábanas,
la mansedumbre del felino saciado, el silencio que acompaña
a la vejez cuando, al fin descubro, que la noche es el revés del día,
que, imperturbable, es un adjetivo que me nombra, que la serenidad siempre
estuvo ahí, a la espera, como un mochuelo que atisbara el cansino fluir de los relojes.

Oda al sosiego en la amplia enumeración de sus cualidades; búsqueda de la serenidad, abandono a lo absoluto, inquietud que anhela la paz. Creo que merece la pena leerlo y releerlo, porque es como un mapa que te guía en ese transitar apacible. Felicitaciones y abrazo.
Salud.

Gracias, Julio, por la lectura y el amable comentario. Un abrazo.

[Mirta Elena Tessio]

Es como la lenta caída de una gota desde los grifos del alma,
algo sabe de eso el caracol que dibuja sobre la tierra su infatigable
añoranza. También es la tranquilidad después del combate, la reflexión
en soledad del viajero, la quietud de un risco contra el viento, la ola
suave del mar en verano, la armonía de la luz y el cosmos en la habitación
clara. A veces se esconde, porque su timidez no le permite la furia,
ni el dolor, prefiere ser sombra de un árbol encendido, un pulso
que navega, sin misterio, bajo los truenos de la tempestad. Me habla
con palabras de madre, me acaricia el corazón con su seda dulce;
yo soñé que su abrazo infantil no mitiga el ardor, se retrae, se ofusca
ante la mirada fría del desdén. Quiero su latido limpio que transcurre
por mis arterias compungidas, quiero su océano calmo de jardines en flor,
quiero la pausa, el gorjeo de un pájaro feliz bajo mis sábanas,
la mansedumbre del felino saciado, el silencio que acompaña
a la vejez cuando, al fin descubro, que la noche es el revés del día,
que, imperturbable, es un adjetivo que me nombra, que la serenidad siempre
estuvo ahí, a la espera, como un mochuelo que atisbara el cansino fluir de los relojes.

Me ha gustado detenerme en un escrito para mí, romántico.
Ojala todos los "" los QUIERO"" se cumplan y llegues al sociego.
Abrazos Ramón.-

[Simon Abadia]

Magnífico poema, Ramón.
Escribes muy bien y yo me felicito de poder leerte.
Abrazos querido amigo.

[Ana Estepa]

No conozco mejor sensación que el sosiego; esa paz interior y profunda, que te hace ver la vida desde otra perspectiva. Sin dolor ni emociones transitorias que a la larga solo aportan más dolor.
Lograr el sosiego no es fácil, pero cuando por fin lo tienes, merece la pena.

Muy profundos tus versos, pero me ha confundido la fisura de los versos. Yo los hubiera cortado de otra forma, para facilitar la lectura. Se me ocurren varias posibilidades, mas entiendo que si así lo hiciste tendrá un porqué.

Saludos.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Un magnífico fresco poético de figuración en el tiempo detenido del sosiego, del instante saboreado con fruición.
¡Bendita lentitud en estos tiempos donde todo se muere en siniestros de la velocidad!

Todo un pracer de lectura.

Unha forte aperta, amigo Ramón.

[Hallie Hernández Alfaro]

.

Sube para deleite de todos.

Un abrazo, querido amigo.

[Ramón Carballal]

Totalmente de acuerdo con Julio.

Es una maravilla que hay que leerlo y releerlo para impregnarse de él y sentirlo.

Otra de tus genialidades.

Un abrazo.

Gracias, Alejandro, por tu generosidad. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un lujo dejarse llevar de tus magníficos versos.
Felicidades por esta estupenda entrega.
Abrazos

Gracias, Pilar, por tus amables palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Magnífico texto poético, lleno de imágenes emotivas, sobre un tema que nos habla de aquello que nos deseó el de Nazaret: paz.
Magnífico.
Un abrazo.

Jerónimo

Gracias, Jerónimo, por la amabilidad del comentario. Un abrazo.

[Ana García]

Ahora que leo las pautas para conseguir esa serenidad que da el sosiego, puede que lo logre. Mi naturaleza inquieta hace que sea más complicado, pero tu poema destila paz y bienestar.
Te felicito.
Un abrazo.