Tiempos de cambio II

[Ana Estepa]

Recuerdo con nostalgia el chocolate y los churros de los domingos, las mañanas gélidas y las ventanas empañadas.
La vida transcurría todo lo lenta que supone la infancia, y el tiempo era una senda de creatividad ilimitada.

Mi madre hacía magia en la cocina. Ponía sobre la mesa manjares de puchero y cuchara. Y por la tarde escuchaba por enésima vez las historias de mi abuela. De cómo ella "Sebastiana la Gata", militante socialista, se enfrentó sin miedo a los fascistas que querían fusilar al cura rojo del pueblo. De cómo logró salvarle, a cambio de barrer durante todo el año la plaza del ayuntamiento. Y de por qué nadie del bando nacional delató su ideología.
"Hija mía, hacer el bien a todo el mundo, sin mirar el color de su camisa, me salvó la vida."

Recuerdo también el quiosco de la esquina, como si fuese la cueva de los tesoros. Me atiborraba de dulces mientras pensaba angustiada en el lunes siguiente.
Lunes de cuadernos y lápices, y calcetines blancos.
El camino a la escuela era una aventura, que a veces era plácida y otras el infierno a pie de calle.

Mientras los yonquis se picaban en los descampados, la mano de mi hermana pequeña, agarrada a la mía, me hacía invencible. Y aunque a veces me temblaban las piernas, sabía sacar los dientes ante el peligro.
Fue por aquel entonces que comencé a escribir, necesitaba contar lo que ocurría en mi cabeza de diez años.
Supe por primera vez, del placer de la escritura y de la libertad de vivir otros mundos.

[Ana Muela Sopeña]

Muy interesante esta segunda parte de tus recuerdos, Ana:

Has hecho bien en publicarla de modo independiente.

Hay algo entrañable en lo que cuentas. Recuerdos familiares bonitos. Y también hay algo sórdido. Me refiero a lo que cuentas de los yonquis.

Ha sido un placer leerte
Felicidades
Un abrazo
Ana

[Ana Estepa]

Muchas gracias, Ana. He corregido lo que me indicaste en privado.
Mil gracias.

[F. Enrique]

También a mí, Ana, me disgustaban los domingos, aunque ni siquiera sabía quién era Juliette Gréco, No soportaba el crepúsculo de la tarde del domingo porque sabía que vendría una noche que, a su fin, nos volvería a entregar al colegio. Por otra parte, tengo un buen recuerdo de la escuela, no sé a qué venían tantos temblores al presentirla.

Entrañables tus recuerdos. En mi barrio marinero no había yonquis que interiorizaran su triste blues, aunque había alcoholizados. No se hablaba de política y, los rusos, por desgracia, eran ya unos extraterrestres que, cada mes, recorrían los bazares de las calles del centro, y yo le preguntaba a mi abuelo cómo eran, si tenían otro color, algunas sombras.

Sigue con esta serie, te está quedando realmente hermosa en su crudeza.

Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Hola Ana, estoy aquí, con mi café de domingo, leyendo Tiempos de cambio.

Creo que la idea es dinámica e interesante; la narración brota con pulcritud y soltura.
Se me ocurre, que podrías intentar una novela corta, basada en el material que ha ido fluyendo y haciéndose un espacio (tan logrado) en la memoria.

No sé, si la elección del tipo de letra que has usado, corresponde a motivos especiales. Visualmente se me hace un poco dura.

En Prosa Alaire tenemos compañeros muy buenos en narrativa, no dudes en compartir cualquier inquietud acerca de las formas. Estoy segura que no te faltarán reflejos constructivos.

Un abrazo y gracias por compartir.

[Ana Estepa]

También a mí, Ana, me disgustaban los domingos, aunque ni siquiera sabía quién era Juliette Gréco, No soportaba el crepúsculo de la tarde del domingo porque sabía que vendría una noche que, a su fin, nos volvería a entregar al colegio. Por otra parte, tengo un buen recuerdo de la escuela, no sé a qué venían tantos temblores al presentirla.

Entrañables tus recuerdos. En mi barrio marinero no había yonquis que interiorizaran su triste blues, aunque había alcoholizados. No se hablaba de política y, los rusos, por desgracia, eran ya unos extraterrestres que, cada mes, recorrían los bazares de las calles del centro, y yo le preguntaba a mi abuelo cómo eran, si tenían otro color, algunas sombras.

Sigue con esta serie, te está quedando realmente hermosa en su crudeza.

Un abrazo.

Gracias por tu paso y por compartir también tus recuerdos.
Abrazo.

[Ana Estepa]

Hola Ana, estoy aquí, con mi café de domingo, leyendo Tiempos de cambio.

Creo que la idea es dinámica e interesante; la narración brota con pulcritud y soltura.
Se me ocurre, que podrías intentar una novela corta, basada en el material que ha ido fluyendo y haciéndose un espacio (tan logrado) en la memoria.

No sé, si la elección del tipo de letra que has usado, corresponde a motivos especiales. Visualmente se me hace un poco dura.

En Prosa Alaire tenemos compañeros muy buenos en narrativa, no dudes en compartir cualquier inquietud acerca de las formas. Estoy segura que no te faltarán reflejos constructivos.

Un abrazo y gracias por compartir.

Hola, Hallie. Sí que he pensado escribir algo como lo que indicas. De momento sigo escribiendo. Cuando lo termine veré qué hago.

La letra, únicamente la pongo en negrita, me cuesta leer cuando es en trazo fino, no se porqué. Miraré cambiar la letra.
Y gracias por el ofrecimiento. Cuando termine de escribir ya os consultaré.
Abrazos.