La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Era un julio feroz , sin colmillos de lobo,
pero con tempestades tan solo en una uña,
o en el sarro del suelo que mastica la niebla,
o en la benevolencia de los astros pictóricos.
Era un julio sin suero para los hospitales,
sin la reiteración sobre el atardecer, témpanos,
sin clavos que congelen el agua de los límites,
sin energía, mustio, engañosa conciencia.
Los campos amarillos huyen de la humedad,
tú me diste la mano, ah, julio enrevesado,
que trabajas por horas, con-trato indefinido,
bajo tu mismo sol, que amartilla horizontes.
Eras, julio, un sendero donde perseguir lenguas
arrancar malas hierbas que escuecen en el alma,
no caben en ningún lugar, similar, solas.
Al fondo, una melena, próxima a mis espejos.
Es la noche, ah, julio, sandeces sin descanso,
cuando tu brillo escapa, la aurora lo completa,
bebo de tu elixir, como el de una mujer
que no quiere dejar todo lo suyo atrás.
Bebo de una mujer, quizá de tu canícula,
tal vez de las estrellas, imaginarme a mí,
socavando tus tiempos es una atrocidad,
algo que ni en lo oscuro tiembla, oscila, se olvida.
Ah, julio de matrices, tuya es mi geometría,
brújula tan remota, que recubres silencios
con todos los alientos, brújula imantada,
ah, julio, tú, alcahueta, siempre entre los dos polos.
Julio, aprendí a escuchar las fracturas del bosque,
a orientar mis oídos, antes que mis deseos,
a convertir en lumbre fuegos domesticados,
ah, julio, pluralizo, tus huellas en mis ojos.
Miro cómo se van, el clima no varía,
porque ardo más por dentro que por fuera; el verano
hiberna en mis costillas, me hace dueño del beso,
y mi imaginación nunca llegará a rechazarte.
Un muy buen poema, que ya empieza in crescendo desde el primer cuarteto. Me han encantado estos nenúfares de julio, amigo Ricardo.
Mi felicitación.
Un fuerte abrazo.
"¿Dices
que te tortura el no poder escribir
o que
no puedes escribir porque estás torturado?
¿Dices
que estos tiempos te han convertido en un escéptico
o que
estos tiempos confirman tu escepticismo?
Gran poema, Ricardo, se siente un placer especial al leerlo, una valiosa aportación a la serie Mirlos.
Un abrazo.
***
Toda verdad corre el riesgo de ser modificada por el tiempo.
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba)
Era un julio feroz , sin colmillos de lobo,
pero con tempestades tan solo en una uña,
o en el sarro del suelo que mastica la niebla,
o en la benevolencia de los astros pictóricos.
Era un julio sin suero para los hospitales,
sin la reiteración sobre el atardecer, témpanos,
sin clavos que congelen el agua de los límites,
sin energía, mustio, engañosa conciencia.
Los campos amarillos huyen de la humedad,
tú me diste la mano, ah, julio enrevesado,
que trabajas por horas, con-trato indefinido,
bajo tu mismo sol, que amartilla horizontes.
Eras, julio, un sendero donde perseguir lenguas
arrancar malas hierbas que escuecen en el alma,
no caben en ningún lugar, similar, solas.
Al fondo, una melena, próxima a mis espejos.
Es la noche, ah, julio, sandeces sin descanso,
cuando tu brillo escapa, la aurora lo completa,
bebo de tu elixir, como el de una mujer
que no quiere dejar todo lo suyo atrás.
Bebo de una mujer, quizá de tu canícula,
tal vez de las estrellas, imaginarme a mí,
socavando tus tiempos es una atrocidad,
algo que ni en lo oscuro tiembla, oscila, se olvida.
Ah, julio de matrices, tuya es mi geometría,
brújula tan remota, que recubres silencios
con todos los alientos, brújula imantada,
ah, julio, tú, alcahueta, siempre entre los dos polos.
Julio, aprendí a escuchar las fracturas del bosque,
a orientar mis oídos, antes que mis deseos,
a convertir en lumbre fuegos domesticados,
ah, julio, pluralizo, tus huellas en mis ojos.
Miro cómo se van, el clima no varía,
porque ardo más por dentro que por fuera; el verano
hiberna en mis costillas, me hace dueño del beso,
y mi imaginación nunca llegará a rechazarte.
No sé si se trata de mirlos o tordos, Ricardo, pero lo que si sé es que compusiste con estos versos un gran poema. Enhorabuena por el merecido reconocimiento.
Era un julio feroz , sin colmillos de lobo,
pero con tempestades tan solo en una uña,
o en el sarro del suelo que mastica la niebla,
o en la benevolencia de los astros pictóricos.
Era un julio sin suero para los hospitales,
sin la reiteración sobre el atardecer, témpanos,
sin clavos que congelen el agua de los límites,
sin energía, mustio, engañosa conciencia.
Los campos amarillos huyen de la humedad,
tú me diste la mano, ah, julio enrevesado,
que trabajas por horas, con-trato indefinido,
bajo tu mismo sol, que amartilla horizontes.
Eras, julio, un sendero donde perseguir lenguas
arrancar malas hierbas que escuecen en el alma,
no caben en ningún lugar, similar, solas.
Al fondo, una melena, próxima a mis espejos.
Es la noche, ah, julio, sandeces sin descanso,
cuando tu brillo escapa, la aurora lo completa,
bebo de tu elixir, como el de una mujer
que no quiere dejar todo lo suyo atrás.
Bebo de una mujer, quizá de tu canícula,
tal vez de las estrellas, imaginarme a mí,
socavando tus tiempos es una atrocidad,
algo que ni en lo oscuro tiembla, oscila, se olvida.
Ah, julio de matrices, tuya es mi geometría,
brújula tan remota, que recubres silencios
con todos los alientos, brújula imantada,
ah, julio, tú, alcahueta, siempre entre los dos polos.
Julio, aprendí a escuchar las fracturas del bosque,
a orientar mis oídos, antes que mis deseos,
a convertir en lumbre fuegos domesticados,
ah, julio, pluralizo, tus huellas en mis ojos.
Miro cómo se van, el clima no varía,
porque ardo más por dentro que por fuera; el verano
hiberna en mis costillas, me hace dueño del beso,
y mi imaginación nunca llegará a rechazarte.
Paso a felicitarte por tu inmenso poema y por la merecida mención estimado compañero Ricardo. Un fuerte abrazo y flores para un ganador.
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Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez