Locura en ocho actos
Publicado: Sab, 19 Mar 2022 0:41
I
Algunas veces no sé dónde me encuentro, ni a donde voy.
Es una realidad tan irreal, que, a pesar de conocerme,
de sentirme vivo y atado a este mundo,
siento que la cuerda se estira
y me arrastra a otra dimensión.
Creo que, en este instante,
en este preciso momento,
he atravesado la puerta,
-lo mismo estaba abierta-
y me encuentro en esa coyuntura
de no saber que es cierto,
que es verdad,
que es mentira o incluso si todo es ficción.
Descarto la locura porque ella me invade constantemente.
II
Hace unos días,
quizás unos meses o incluso algunos años,
mejor dejémoslo en unas fechas,
creo recordar que nos invadió un bichito,
de tan solo Dios sabe dónde,
que el mismo Dios sabrá quién lo creó.,
El bichito nos obligó a tapar la boca,
nos borró prácticamente el rostro
y dejó tan solo que los ojos
buscarán un resquicio por donde escapar.
Creo recordar también, que, durante cierto tiempo,
nos metió entre rejas
e hizo que todo el mundo se asustara,
que todos nos asustáramos,
que el pánico se moviera a su antojo
y que el mundo se convenciera,
-entre comillas-
que somos más frágiles de lo que nos creemos.
III
Ahora recuerdo,
-o a lo mejor no es así, pero mi mente así lo cree-
que, en una islita repleta de plátanos,
se le olvidó a alguien
vigilar y proteger el almacén de pirotecnia,
y a ésta, tan feliz, se le ocurrió
que había que montar una fiesta por todo lo alto,
¡y vaya si la montó!
con sus luces, sus fuegos artificiales,
sus romerías multitudinarias hasta la costa,
y al llegar a esta,
montar varios chiringuitos,
por si un caso, la islita se había quedado pequeña,
eso sí, la multitud arrastrada
no era precisamente de fieles en fiesta.
Claro, que lo mismo todo esto forma parte de mi locura.
¿O es posible que tal vez no?
IV
Ahora, en este momento,
estoy viendo casas con demasiada poca luz,
-lo de demasiada es para darle un tono más concreto y grosero-
¿o tal vez más doliente y ácido?
Como iba diciendo,
ahora veo menos vehículos circulando y más estacionados,
y claro, bajo esa tesitura, es mejor no llevar la contraria,
ni al ciudadano, ni por supuesto al bolsillo,
¡vaya por Dios, otro agujero del pantalón sin zurcir!
V
De repente, no entiendo ni el cómo ni el porqué,
tan solo se habla de soldados,
carros de combate,
tanques, aviones, misiles y guerra.
Sin apenas entender lo que sucede,
me encuentro en una gran fiesta militar a nivel mundial,
donde todos los dirigentes, se hablan, se citan,
se reúnen, y divagan, porque cierto ruso,
descendiente del vulgar infierno,
le ha dado por tirar obsequios desde todos los rincones,
el frente, el cielo y hasta desde un trocito de mar,
a un pequeño, prudente pero bravo país,
al que, no llego a entender,
-cosa bastante difícil para mi cerebro-
no le ha gustado nada de nada la fiesta,
y, como una mala película,
de buenos y malos,
una obra de teatro deprimente,
o una discoteca sin ritmo, aburrida,
los ciudadanos han tomado unas cuantas cosas,
-ni tan siquiera una simple maleta han cogido-
y se han marchado,
con lo puesto, descompuestos y apesadumbrados,
de camping a otras tierras,
con la intención de pasar unas vacaciones forzosas,
bajo el cobijo de una triste tienda de campaña,
un colchón frío y eternamente duro,
y alguna que otra taza,
sin nada para llenarla.
Mientras tanto, el mundo, nosotros,
nos dedicamos tan solo a mirar,
mientras que los de traje y zapatos de piel brillante,
intentan, desde la distancia,
encontrar lo que ellos se atreven a llamar,
una solución digna que evite un conflicto mayor.
Mientras tanto,
cada minuto que pasa,
a cada tic-tac del reloj,
el ciudadano se indigna más,
el contribuyente se indigna más,
a aquel ya no le salen las cuentas,
a aquel otro nunca le salieron,
-ahora, ya ni le salen, ni le entran-
y entre discurso y discurso,
tenemos que seguir apagando luces,
luces y más luces,
estacionando más y más vehículos
y tratando de respirar un poco menos,
no sea que también nos corten el suministro de oxígeno.
Ahora, en este instante,
aún sin cortarlo,
ya procesionan demasiados fieles de la cofradía de los asfixiados.
VI
Así, que visto lo visto,
-creo que hubiera sido mejor taparnos también los ojos-
volveré a abrir esta puerta,
con la intención de volver al lugar de partida,
con la demente esperanza de que todo sea pura ficción,
y, que mi locura,
sea simplemente la culpable de todo.
VII
¡Aquí me encuentro de vuelta!
Creo, no lo recuerdo nada bien,
que un bichito picó a Lucifer,
que este se enfadó muchísimo
y escupió fuego y vomitó una pasta demasiada caliente y ácida.
Que a San Pedro no le gustó para nada
que le despertaran con tanto ruido y humo,
y víctima de su enojo,
dejó desamparada una pequeña tierra de inocentes.
Veremos qué cara pone
cuando tenga que hacer
la declaración de la renta de estos años,
y compruebe como le ha quedado el patrimonio.
Seguro que no le gustará
el deterioro de este por los impuestos cargados.
VIII
De momento,
yo, me voy a proteger bajo el techo,
está empezando a caer algo parecido a barro de arcilla,
-estarán en clase de cerámica allá en los cielos-
y con el precio de la luz,
creo que tardaré algún tiempo en lavar la ropa.
¡Ah! ¡Eso sí!
Ahora haré ejercicio diario,
de un lado para otro.
Tengo el coche bien aparcado.
Algunas veces no sé dónde me encuentro, ni a donde voy.
Es una realidad tan irreal, que, a pesar de conocerme,
de sentirme vivo y atado a este mundo,
siento que la cuerda se estira
y me arrastra a otra dimensión.
Creo que, en este instante,
en este preciso momento,
he atravesado la puerta,
-lo mismo estaba abierta-
y me encuentro en esa coyuntura
de no saber que es cierto,
que es verdad,
que es mentira o incluso si todo es ficción.
Descarto la locura porque ella me invade constantemente.
II
Hace unos días,
quizás unos meses o incluso algunos años,
mejor dejémoslo en unas fechas,
creo recordar que nos invadió un bichito,
de tan solo Dios sabe dónde,
que el mismo Dios sabrá quién lo creó.,
El bichito nos obligó a tapar la boca,
nos borró prácticamente el rostro
y dejó tan solo que los ojos
buscarán un resquicio por donde escapar.
Creo recordar también, que, durante cierto tiempo,
nos metió entre rejas
e hizo que todo el mundo se asustara,
que todos nos asustáramos,
que el pánico se moviera a su antojo
y que el mundo se convenciera,
-entre comillas-
que somos más frágiles de lo que nos creemos.
III
Ahora recuerdo,
-o a lo mejor no es así, pero mi mente así lo cree-
que, en una islita repleta de plátanos,
se le olvidó a alguien
vigilar y proteger el almacén de pirotecnia,
y a ésta, tan feliz, se le ocurrió
que había que montar una fiesta por todo lo alto,
¡y vaya si la montó!
con sus luces, sus fuegos artificiales,
sus romerías multitudinarias hasta la costa,
y al llegar a esta,
montar varios chiringuitos,
por si un caso, la islita se había quedado pequeña,
eso sí, la multitud arrastrada
no era precisamente de fieles en fiesta.
Claro, que lo mismo todo esto forma parte de mi locura.
¿O es posible que tal vez no?
IV
Ahora, en este momento,
estoy viendo casas con demasiada poca luz,
-lo de demasiada es para darle un tono más concreto y grosero-
¿o tal vez más doliente y ácido?
Como iba diciendo,
ahora veo menos vehículos circulando y más estacionados,
y claro, bajo esa tesitura, es mejor no llevar la contraria,
ni al ciudadano, ni por supuesto al bolsillo,
¡vaya por Dios, otro agujero del pantalón sin zurcir!
V
De repente, no entiendo ni el cómo ni el porqué,
tan solo se habla de soldados,
carros de combate,
tanques, aviones, misiles y guerra.
Sin apenas entender lo que sucede,
me encuentro en una gran fiesta militar a nivel mundial,
donde todos los dirigentes, se hablan, se citan,
se reúnen, y divagan, porque cierto ruso,
descendiente del vulgar infierno,
le ha dado por tirar obsequios desde todos los rincones,
el frente, el cielo y hasta desde un trocito de mar,
a un pequeño, prudente pero bravo país,
al que, no llego a entender,
-cosa bastante difícil para mi cerebro-
no le ha gustado nada de nada la fiesta,
y, como una mala película,
de buenos y malos,
una obra de teatro deprimente,
o una discoteca sin ritmo, aburrida,
los ciudadanos han tomado unas cuantas cosas,
-ni tan siquiera una simple maleta han cogido-
y se han marchado,
con lo puesto, descompuestos y apesadumbrados,
de camping a otras tierras,
con la intención de pasar unas vacaciones forzosas,
bajo el cobijo de una triste tienda de campaña,
un colchón frío y eternamente duro,
y alguna que otra taza,
sin nada para llenarla.
Mientras tanto, el mundo, nosotros,
nos dedicamos tan solo a mirar,
mientras que los de traje y zapatos de piel brillante,
intentan, desde la distancia,
encontrar lo que ellos se atreven a llamar,
una solución digna que evite un conflicto mayor.
Mientras tanto,
cada minuto que pasa,
a cada tic-tac del reloj,
el ciudadano se indigna más,
el contribuyente se indigna más,
a aquel ya no le salen las cuentas,
a aquel otro nunca le salieron,
-ahora, ya ni le salen, ni le entran-
y entre discurso y discurso,
tenemos que seguir apagando luces,
luces y más luces,
estacionando más y más vehículos
y tratando de respirar un poco menos,
no sea que también nos corten el suministro de oxígeno.
Ahora, en este instante,
aún sin cortarlo,
ya procesionan demasiados fieles de la cofradía de los asfixiados.
VI
Así, que visto lo visto,
-creo que hubiera sido mejor taparnos también los ojos-
volveré a abrir esta puerta,
con la intención de volver al lugar de partida,
con la demente esperanza de que todo sea pura ficción,
y, que mi locura,
sea simplemente la culpable de todo.
VII
¡Aquí me encuentro de vuelta!
Creo, no lo recuerdo nada bien,
que un bichito picó a Lucifer,
que este se enfadó muchísimo
y escupió fuego y vomitó una pasta demasiada caliente y ácida.
Que a San Pedro no le gustó para nada
que le despertaran con tanto ruido y humo,
y víctima de su enojo,
dejó desamparada una pequeña tierra de inocentes.
Veremos qué cara pone
cuando tenga que hacer
la declaración de la renta de estos años,
y compruebe como le ha quedado el patrimonio.
Seguro que no le gustará
el deterioro de este por los impuestos cargados.
VIII
De momento,
yo, me voy a proteger bajo el techo,
está empezando a caer algo parecido a barro de arcilla,
-estarán en clase de cerámica allá en los cielos-
y con el precio de la luz,
creo que tardaré algún tiempo en lavar la ropa.
¡Ah! ¡Eso sí!
Ahora haré ejercicio diario,
de un lado para otro.
Tengo el coche bien aparcado.