Maderas resonantes

[J. J. Martínez Ferreiro]

Oigo tu nombre pronunciado
lentamente, tu voz con su amplia morada,
con su vértigo explícito.

La mansa brisa hinchando las velas de tu piel.
Aproximo la mano para tocarte
cuando el mar llenaba tus ojos.
Ojalá fueses fúlgida visión
o noche solo noche alumbrada en los patios.

Qué importa el fraude,
tú estás aquí y estás allí.
Pero suprime toda trascendencia
de lo que abandonamos
en largas serpientes de piedra;
el bosque desplazándose a grandes sacudidas,
la sangre entreverada
en las maderas resonantes.

Embebe la esperanza en un estiércol rejuvenecedor
—vosotros ya sois viejos
por eso fácilmente la reconoceréis.

A lo lejos relumbran la antorchas
atravesando el latifundio de los espinos blancos.

[Pilar Morte]

Te voy comprendiendo y cada día me gusta más como escribes. Felicidades por estos versos tan bellos e inteligentes.
Abrazos

[Javier Dicenzo]

Interesante trabajo Ferreiro con fuerza, con mucha fuerza expresiva.

[xaime oroza carballo]

La forma de tu nombre,
de tu voz con su extensa residencia,
con su vértigo explícito.
La mano para alcanzarte, siempre imperiosa,
agarrada al aire muy fuertemente,
y la brisa moviéndose sobre las velas de tu piel.

Dime el orden de las palabras,
el conjuro para ascender a aquel verano
cuando el mar llenaba tus ojos negros.

Qué importa el fraude, tú estás aquí y estás allí.
Pero suprime toda trascendencia de las cosas que dejamos
en largas culebras de piedra;
vemos a través de la lluvia
sus cuerpos antiguos, inaccesibles, pálidos,
y la épica revelando sus hechuras más perfectas;
la muchedumbre moviéndose
silenciosa, a grandes sacudidas,
la sangre entreverada con las maderas resonantes,
conjurando la esperanza,
empastándola en sus dientes,
oliendo su acre fragancia en las axilas;
la esperanza revuelta en un estiércol rejuvenecedor
-vosotros ya sois viejos por eso lo reconoceréis fácilmente.

Líbrate de las verdades incesantes,
del gesto sin sentido del elevado horizonte.

Ten la voluntad de endurecerte en la corteza
como una piedra fría.

Ojalá aquel verano no fuese fúlgida visión
o piel ardiente o noche
solo noche iluminada en los patios.
Y a lo lejos aquellos ramos ardiendo atravesando
el latifundio de las amapolas blancas.

Aí estamos, boi meu, ardendo coma naquel vrao no latifundio das mapoulas brancas para seguir mantendo viva a arelanza.

Un bico grande para tódolos teus. Vale, para ti tamén, non rosmes.
Bo Nadal.

[Ramón Castro Méndez]

Amigo Ferreiro, un hermosísimo poema y, como bien dices, "ojalá aquel verano no fuese fúlgida visión". Cual si fueras el prelado de Roma... "totus tuus". Fantástico poema.

Un fuerte abrazo y feliz Navidad para ti y los tuyos.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Te voy comprendiendo y cada día me gusta más como escribes. Felicidades por estos versos tan bellos e inteligentes.
Abrazos

Graciñas, Pilar, por abrir este tema tan generosamente.

Un bico, grande y a disfrutar con y de la family.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Interesante trabajo Ferreiro con fuerza, con mucha fuerza expresiva.

Gracias, amigo Javier, por pasar y disfrutar.

FELICIANO para ti y todos los tuyos.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Aí estamos, boi meu, ardendo coma naquel vrao no latifundio das mapoulas brancas para seguir mantendo viva a arelanza.

Un bico grande para tódolos teus. Vale, para ti tamén, non rosmes.
Bo Nadal.

Grazas, boi meu, por pasar e deixar tan fermoso comentario.

Apertas e Feliciano para ti e todos os teus.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Amigo Ferreiro, un hermosísimo poema y, como bien dices, "ojalá aquel verano no fuese fúlgida visión". Cual si fueras el prelado de Roma... "totus tuus". Fantástico poema.

Un fuerte abrazo y feliz Navidad para ti y los tuyos.

Graciñas, Ramón, por tu paso y generosos comentarios.

Un abrazo y Feliciano para ti y todos los tuyos.

[E. R. Aristy]

La forma de tu nombre,
de tu voz con su extensa residencia,
con su vértigo explícito.
La mano para alcanzarte, siempre imperiosa,
agarrada en el aire muy fuertemente,
y la brisa moviéndose sobre las velas de tu piel.

Dime el orden de las palabras,
el conjuro para ascender
a aquel verano cuando el mar
anegaba tus ojos negros.

Qué importa el fraude, tú estás aquí y estás allí.
Pero suprime toda trascendencia
de las cosas que abandonamos en largas culebras de piedra;
vemos a través de la lluvia
sus escombros remotos, inaccesibles, pálidos,
y la épica revelando sus tramas más perfectas;
la muchedumbre desplazándose
silenciosa y a grandes sacudidas,
la sangre entreverada con las maderas resonantes,
instando a la esperanza, empastándola
en sus dientes, aspirando su acre fragancia en las axilas;
conjurando el deseo
revuelto en un estiércol rejuvenecedor
-vosotros ya sois viejos por eso lo reconoceréis fácilmente.

Libérate de las verdades
incesantes, del gesto sin sentido del horizonte.

Ten voluntad de endurecerte en la corteza
como una piedra fría.

Ojalá aquel verano no fuese fúlgida visión
o piel ardiente o noche
solo noche alumbrada en los patios.
Y a lo lejos aquellas antorchas atravesando
el latifundio de las amapolas blancas.

Un poema de imágenes impresionantes y sensibles a la eternidad del alma. Tu poesía eterniza, Ferreiro. Un abrazo grande. ERA

[Rafel Calle]

Hermoso y evocador trabajo, amigo Ferreiro, salpicado de una imaginería de altas revoluciones literarias.
Felicidades.
Abrazos.

[Julio Gonzalez Alonso]

Libérate de las verdades incesantes.

Siempre tu voz resuena por encima del trueno y la tormenta para hacer hablar a estas maderas resonantes y sentir en sus nudos el presagio de las horas y los días y los años ahogados en experiencias. Aciertas a traernos las fuertes evocaciones de la vida hecha salmo o verso, palabra. Un abrazo de findeaño, amigo Ferreiro. Salud.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Un poema de imágenes impresionantes y sensibles a la eternidad del alma. Tu poesía eterniza, Ferreiro. Un abrazo grande. ERA

Gracias, Roxane, por tu paso y generosos comentarios. Celebro que hayas disfrutado de estos versos.

Todo un placer de lectura.

Feliciano para ti y todos los tuyos.

[Vicente Fernández-Cortés]

La forma de tu nombre,
de tu voz con su extensa residencia,
con su vértigo explícito.
La mano para alcanzarte, siempre imperiosa,
agarrada en el aire muy fuertemente,
y la brisa moviéndose sobre las velas de tu piel.

Dime el orden de las palabras,
el conjuro para ascender
al verano cuando en el mar
se vaciaban tus ojos negros.

Qué importa el fraude, tú estás aquí y estás allí.
Pero suprime toda trascendencia
de las cosas que abandonamos en largas culebras de piedra;
el bosque desplazándose
silencioso y a grandes sacudidas,
la sangre entreverada con las maderas resonantes,
enlodado en un estiércol rejuvenecedor
-vosotros ya sois viejos
y por eso más fácilmente lo reconoceréis.

Libérate de las verdades incesantes.

Ten voluntad de endurecerte en la corteza
como una piedra fría.

Ojalá aquel verano no fuese fúlgida visión
o piel ardiente o noche
solo noche alumbrada en los patios.
Y a lo lejos aquellas antorchas atravesando
el latifundio de las amapolas blancas.

Aquí está tu arte, Ferreiro; tu verso resuelto en imágenes de bella estampa, de hondo contenido. En definitiva, Poesía.

[Ricardo López Castro]

Dónde hay que firmar? Parece que tengas un contrato con la poesía de la mejor calidad.
Sinceramente, desde que tengo recuerdo de leer imágenes en verso, no he conocido a alguien que lo haga con tanto sentido y pulcritud.
Enhorabuena, y de las buenas.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad, amigo Ferreiro.
Feliz año!