De mi colección "Los rincones del aire"

[Pablo Sales]

CORRESPONDENCIA






De tarde, cuando los árboles alargaban
su sombra y era más fuerte el aliento
de los jazmines, he vuelto a leer
tus viejas cartas. Llegó tu voz de tinta,
(como otras veces lo fue de espejo o nube),
derramada como el eco en un paisaje
nunca visitado, a convocar los prodigios
o consolar las moribundas hojas del otoño.
Esa voz universal que hizo nacer, por nombrarlas,
todas las cosas que amamos, los páramos nevados,
el río que mece suspiros en la hora de nadie,
sin sol ni luna blanca, los caminos trazados
a cordel que recorren cometas incansables,
o la arena donde vino a morir la caracola
entre barcas varadas, olor de plata sucia,
sayas negras de espera, ojos sin remedio naufragados.
Sigilosas, tus palabras me acarician,
inextinguible caligrafía de la carne,
notas del viento que arrullan a la serpiente
en la cueva de un dios sin misericordia,
mientras el mar percute en lejanos acantilados
como la luz en los alabastros que narraron la vida
o protegen su recuerdo, lejos ya
del silencio que acompaña la ausencia,
seco y trágico como el cauce roturado
de un río muerto o el despojo de una flor.
Esta noche va alta la luna de los vigías
y las navajas; acaricia los faunos dormidos
en perdidas arboledas, la nieve en las almohadas,
y vela los suaves perfiles de cuerpos de algodón.
Cómo duele tu boca de papel.

[E. R. Aristy]

CORRESPONDENCIA






De tarde, cuando los árboles alargaban
su sombra y era más fuerte el aliento
de los jazmines, he vuelto a leer
tus viejas cartas. Llegó tu voz de tinta,
(como otras veces lo fue de espejo o nube),
derramada como el eco en un paisaje
nunca visitado, a convocar los prodigios
o consolar las moribundas hojas del otoño.
Esa voz universal que hizo nacer, por nombrarlas,
todas las cosas que amamos, los páramos nevados,
el río que mece suspiros en la hora de nadie,
sin sol ni luna blanca, los caminos trazados
a cordel que recorren cometas incansables,
o la arena donde vino a morir la caracola
entre barcas varadas, olor de plata sucia,
sayas negras de espera, ojos sin remedio naufragados.
Sigilosas, tus palabras me acarician,
inextinguible caligrafía de la carne,
notas del viento que arrullan a la serpiente
en la cueva de un dios sin misericordia,
mientras el mar percute en lejanos acantilados
como la luz en los alabastros que narraron la vida
o protegen su recuerdo, lejos ya
del silencio que acompaña la ausencia,
seco y trágico como el cauce roturado
de un río muerto o el despojo de una flor.
Esta noche va alta la luna de los vigías
y las navajas; acaricia los faunos dormidos
en perdidas arboledas, la nieve en las almohadas,
y vela los suaves perfiles de cuerpos de algodón.
Cómo duele tu boca de papel.

Bienvenido a Alaire, Pablo Sales. Estrenas un poema de inmensa belleza y dominio lingüístico. Tu lenguaje exquisito construye y hace fluir imágenes musicales tanto en lo abstracto como en la imagen misma. Felicidades! ERA

[Pilar Morte]

Te has presentado con un poema muy bello que rezuma sentimiento sincero en cada verso.
Bienvenido al foro, deseo que te encuentres feliz en èl.
Abrazos

[Pablo Sales]

Muchas gracias. Poco a poco iré sabiendo mas de foro a la par que el foro de mí.

[xaime oroza carballo]

CORRESPONDENCIA






De tarde, cuando los árboles alargaban
su sombra y era más fuerte el aliento
de los jazmines, he vuelto a leer
tus viejas cartas. Llegó tu voz de tinta,
(como otras veces lo fue de espejo o nube),
derramada como el eco en un paisaje
nunca visitado, a convocar los prodigios
o consolar las moribundas hojas del otoño.
Esa voz universal que hizo nacer, por nombrarlas,
todas las cosas que amamos, los páramos nevados,
el río que mece suspiros en la hora de nadie,
sin sol ni luna blanca, los caminos trazados
a cordel que recorren cometas incansables,
o la arena donde vino a morir la caracola
entre barcas varadas, olor de plata sucia,
sayas negras de espera, ojos sin remedio naufragados.
Sigilosas, tus palabras me acarician,
inextinguible caligrafía de la carne,
notas del viento que arrullan a la serpiente
en la cueva de un dios sin misericordia,
mientras el mar percute en lejanos acantilados
como la luz en los alabastros que narraron la vida
o protegen su recuerdo, lejos ya
del silencio que acompaña la ausencia,
seco y trágico como el cauce roturado
de un río muerto o el despojo de una flor.
Esta noche va alta la luna de los vigías
y las navajas; acaricia los faunos dormidos
en perdidas arboledas, la nieve en las almohadas,
y vela los suaves perfiles de cuerpos de algodón.
Cómo duele tu boca de papel.

Otoño, río y mar en una hermosa conjunción para un desgarrado final que estremece.
Hermoso poema, bello el decir. Gracias.
Abrazos.

[Rafel Calle]

Bienvenido, amigo Pablo, es un placer tenerte entre nosotros. Te presentas con un poema, tan bello como interesante, que me parece un buen augurio para la interrelación que nos espera.
Por favor, no publiques más de una obra por semana (has publicado dos, pero está bien, dado que no sabías de esta norma).
Iremos leyéndonos, Pablo.
Un cordial saludo.

[Ramón Carballal]

Buen poema de presentación. Bienvenido al foro. Saludos.

[Alonso Vicent]

Desde este patio con jazmín, y este rincón de piedra y paisaje,  todo un placer leerte, Pablo, entre aromas de nostalgia.
Cómo se agradecen los buenos poemas... con puntos, comas e imágenes justo donde uno espera encontrarlas.
Muy bienvenido y encantado con este poema correspondencia de letras, papeles y desvelos.
Un saludote.

[Ramón Castro Méndez]

Bienvenido al foro. Un muy buen poema de presentación, muy descriptivo, trufado de bellas imágenes, con tono nostálgico y de una fuerte emotividad expresiva. Me ha gustado.

Un abrazo.