El canto de Q.

[Ramón Carballal]

Y la memoria es el tormento de los celosos (Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,
a sudor parásito, a miseria que se arracima.

Soy un fantasma que no conoce la luz
de las plazas sin estatua,
el cielo claro, la algarabía de los tugurios,
el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

Este sonido de campana febril
es mi regalo al mundo, cuido de las naves,
apago cirios y sahumerios,
mi amo me considera un perro fiel,
una sombra que huye de las sombras.

Yo obedezco, porque la noche son los otros,
al clérigo le debo mi dignidad
y una oscura caricia
lenta como el fluir del humo
bajo una ventana rota.

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,
la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,
los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,
sus hombros de derviche alucinado.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,
sorprendido en la noche no soy mi voluntad
sino un pájaro al que solo se le permite volver
en la madrugada
al palomar de su silencio.

Son hermanos de fe
los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,
desconoce que el rumor de los clochard es una traición,
el poder no admite flores en los desiertos
quiere en propiedad la luna de la carne,
su almidón de niña entre las manos arpías.

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina
que forma rizos de luz
que van del gemido al éxtasis.

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor
inventan navajas negras, historias mudas
donde la mentira guarda una raíz sin alma.

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,
una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

Ah! la traición,
tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,
soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,
de mis ojos brota el pus del olvido;
te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,
dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,
la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,
mientras yo poso mi alma junto a la tuya,
y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

[Pilar Morte]

Adelante este poema poderoso, de imágenes muy tuyas, inigualables. Hay que releer el poema para acercarse a su significado.
Me gustó leerte.
Abrazos

[xaime oroza carballo]

Y la memoria es el tormento de los celosos(Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,
a sudor parásito, a miseria que se arracima.

Soy un fantasma que no conoce la luz
de las plazas sin estatua,
el cielo claro, la algarabía de los tugurios,
el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

Este sonido de campana febril
es mi regalo al mundo, cuido de las naves,
apago cirios y sahumerios,
mi amo me considera un perro fiel,
una sombra que huye de las sombras.

Yo obedezco, porque la noche son los otros,
al clérigo le debo mi dignidad
y una oscura caricia
lenta como el fluir del humo
bajo una ventana rota.

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,
la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,
los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,
sus hombros de derviche alucinado.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,
sorprendido en la noche no soy mi voluntad
sino un pájaro al que solo se le permite volver
en la madrugada
al palomar de su silencio.

Son hermanos de fe
los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,
desconoce que el rumor de los clochard es una traición,
el poder no admite flores en los desiertos
quiere en propiedad la luna de la carne,
su almidón de niña entre las manos arpías.

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina
que forma rizos de luz
que van del gemido al éxtasis.

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor
inventan navajas negras, historias mudas
donde la mentira guarda una raíz sin alma.

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,
una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

Ah! la traición,
tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,
soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,
de mis ojos brota el pus del olvido;
te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,
dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,
la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,
mientras yo poso mi alma junto a la tuya,
y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

Moi fermoso o teu canto e quédome curto. Todo un "espertegazo", coma a luz no ollo dunha avelaíña.
Unha fonda aperta, Ramón.

[E. R. Aristy]

Y la memoria es el tormento de los celosos(Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,
a sudor parásito, a miseria que se arracima.

Soy un fantasma que no conoce la luz
de las plazas sin estatua,
el cielo claro, la algarabía de los tugurios,
el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

Este sonido de campana febril
es mi regalo al mundo, cuido de las naves,
apago cirios y sahumerios,
mi amo me considera un perro fiel,
una sombra que huye de las sombras.

Yo obedezco, porque la noche son los otros,
al clérigo le debo mi dignidad
y una oscura caricia
lenta como el fluir del humo
bajo una ventana rota.

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,
la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,
los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,
sus hombros de derviche alucinado.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,
sorprendido en la noche no soy mi voluntad
sino un pájaro al que solo se le permite volver
en la madrugada
al palomar de su silencio.

Son hermanos de fe
los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,
desconoce que el rumor de los clochard es una traición,
el poder no admite flores en los desiertos
quiere en propiedad la luna de la carne,
su almidón de niña entre las manos arpías.

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina
que forma rizos de luz
que van del gemido al éxtasis.

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor
inventan navajas negras, historias mudas
donde la mentira guarda una raíz sin alma.

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,
una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

Ah! la traición,
tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,
soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,
de mis ojos brota el pus del olvido;
te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,
dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,
la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,
mientras yo poso mi alma junto a la tuya,
y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

Las ciudades, los barrios, todo lugar también tiene su identidad y espíritu. Un poema rebosante de bella y sentida imaginería, Ramón. Un abrazo, ERA

[Pablo Ibáñez]

Ramón,

muy bien traía esta interpretación de Quasimodo, el jorobado de Notre Dame. Me ha gustado mucho la manera como delineas el personaje, la manera cómo habla en primera persona, la interpretación heroica de su misma fealdad. Feo, esclavo, contrahecho, pero también héroe y santo, su bondad desesperada le salva, le eleva a mito. El paisaje monumental contribuye a la sensación lírica y tu idioma poético brilla a gran altura, como siempre.

Me ha encantado.
Abrazo.

[Ramón Carballal]

Adelante este poema poderoso, de imágenes muy tuyas, inigualables. Hay que releer el poema para acercarse a su significado.
Me gustó leerte.
Abrazos

Gracias, Pilar, por la amabilidad de tu comentario. Un abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Ramón, trufado de momentos altamente emocionantes.
Felicidades.
Abrazos.

[Ramón Carballal]

Y la memoria es el tormento de los celosos(Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,
a sudor parásito, a miseria que se arracima.

Soy un fantasma que no conoce la luz
de las plazas sin estatua,
el cielo claro, la algarabía de los tugurios,
el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

Este sonido de campana febril
es mi regalo al mundo, cuido de las naves,
apago cirios y sahumerios,
mi amo me considera un perro fiel,
una sombra que huye de las sombras.

Yo obedezco, porque la noche son los otros,
al clérigo le debo mi dignidad
y una oscura caricia
lenta como el fluir del humo
bajo una ventana rota.

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,
la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,
los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,
sus hombros de derviche alucinado.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,
sorprendido en la noche no soy mi voluntad
sino un pájaro al que solo se le permite volver
en la madrugada
al palomar de su silencio.

Son hermanos de fe
los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,
desconoce que el rumor de los clochard es una traición,
el poder no admite flores en los desiertos
quiere en propiedad la luna de la carne,
su almidón de niña entre las manos arpías.

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina
que forma rizos de luz
que van del gemido al éxtasis.

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor
inventan navajas negras, historias mudas
donde la mentira guarda una raíz sin alma.

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,
una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

Ah! la traición,
tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,
soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,
de mis ojos brota el pus del olvido;
te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,
dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,
la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,
mientras yo poso mi alma junto a la tuya,
y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

Moi fermoso o teu canto e quédome curto. Todo un "espertegazo", coma a luz no ollo dunha avelaíña.
Unha fonda aperta, Ramón.

Grazas, Xaime. Unha forte aperta dende Coruña.

[Ulises C.J.]

Con mucha fuerza nos acercas el pensamiento del más famoso invisible.
O sus vientos (su alma).

[Ramón Carballal]

Y la memoria es el tormento de los celosos(Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,
a sudor parásito, a miseria que se arracima.

Soy un fantasma que no conoce la luz
de las plazas sin estatua,
el cielo claro, la algarabía de los tugurios,
el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

Este sonido de campana febril
es mi regalo al mundo, cuido de las naves,
apago cirios y sahumerios,
mi amo me considera un perro fiel,
una sombra que huye de las sombras.

Yo obedezco, porque la noche son los otros,
al clérigo le debo mi dignidad
y una oscura caricia
lenta como el fluir del humo
bajo una ventana rota.

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,
la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,
los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,
sus hombros de derviche alucinado.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,
sorprendido en la noche no soy mi voluntad
sino un pájaro al que solo se le permite volver
en la madrugada
al palomar de su silencio.

Son hermanos de fe
los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,
desconoce que el rumor de los clochard es una traición,
el poder no admite flores en los desiertos
quiere en propiedad la luna de la carne,
su almidón de niña entre las manos arpías.

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina
que forma rizos de luz
que van del gemido al éxtasis.

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor
inventan navajas negras, historias mudas
donde la mentira guarda una raíz sin alma.

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,
una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

Ah! la traición,
tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,
soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,
de mis ojos brota el pus del olvido;
te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,
dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,
la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,
mientras yo poso mi alma junto a la tuya,
y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

Las ciudades, los barrios, todo lugar también tiene su identidad y espíritu. Un poema rebosante de bella y sentida imaginería, Ramón. Un abrazo, ERA

Gracias, ERA, por leer y por la amabilidad del comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Ramón,

muy bien traía esta interpretación de Quasimodo, el jorobado de Notre Dame. Me ha gustado mucho la manera como delineas el personaje, la manera cómo habla en primera persona, la interpretación heroica de su misma fealdad. Feo, esclavo, contrahecho, pero también héroe y santo, su bondad desesperada le salva, le eleva a mito. El paisaje monumental contribuye a la sensación lírica y tu idioma poético brilla a gran altura, como siempre.

Me ha encantado.
Abrazo.

Gracias, Pablo, por la lectura y el comentario que dejas. Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Un extraordinario trabajo que he leído muchas veces, querido Ramón.

Hay algo en este legado poético que me toca de manera personal; me suele ocurrir con tus versos.

Gracias por estar; abrazos y felicidad.

[Carmen López]

Me ha encantado, Ramón. Es un tributo hermoso al personaje de Nuestra Sra. de París, Quasimodo (Como casi) la fealdad que la bondad convierte en belleza, está el poema respirando de ella. Hermoso, culto, elegante, totalmente bello, es reconfortante leer cualquiera de tus poemas, el alma siempre se expande en ello...
Unha forte aperta.

Carmen

[Ramón Carballal]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Ramón, trufado de momentos altamente emocionantes.
Felicidades.
Abrazos.

Gracias, Rafel. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Con mucha fuerza nos acercas el pensamiento del más famoso invisible.
O sus vientos (su alma).

Gracias por tu lectura y palabras. Un abrazo.