Paseando por las calles del calendario
Publicado: Mié, 15 Jul 2020 22:38
Creo que en la insensatez de la vida,
siempre queda la sensatez del cerebro
Alejandro Costa
siempre queda la sensatez del cerebro
Alejandro Costa
Esta es mi Murcia irracional,
mi tierra erguida y única,
mi soplo diario de vida.
Después de un vaso de algo,
-la leche no me gusta y el café me enerva-,
me dispongo,
-como casi todos los días-,
a dar un paseo por los diferentes lienzos,
-al vivo y al natural-,
de mí apreciada tierra.
Así que con la rienda suelta,
el ánimo preparado
y una sonrisa abierta de par en par,
-debo parecer un lelo-,
desgasto la suela de unos zapatos
ya de por sí desgastados,
y me dispongo a moverme de un sitio para otro
bajo la belleza de un cielo eternamente azulado
y un sol al que le cuesta trabajo bajar su radiación.
Así que el dios de la lluvia,
-Tiáloc, Chaahk o Cocijo-,
-vaya nombres más rebuscados-,
se debe de morder las uñas
al ver el poco espacio que sus colegas le dejan
para poder refrescar sus calles y alimentar sus huertas.
Atravieso calles,
cambio de barrios
y cruzo puentes en ambos sentidos.
En tanto trasiego,
es normal que me cruce con unos y con otros,
que nos miremos todos
a la vez que nos ignoremos
y prosigamos nuestro camino.
Pero siempre,
-nunca falla-,
recibo algún hola o algún hasta luego,
porque los humanos somos de costumbres,
y como tal,
paseo casi por obligación por los mismos lugares.
Hay veces que paro a alguien,
-normalmente porque se me antoja conocido-,
le pregunto las mismas cosas,
-es como un guion repetitivo-,
para continuar sin más el trayecto.
Pero hay veces que me paran,
que mi semblante se antoja raro
y que el rostro se me hace
cuanto menos desconocido;
que cruzamos cuatro palabras,
me pone en antecedentes,
y firmamos,
-como si fuera un contrato de recuerdos-,
con un apretón de manos.
Así transcurre un cotidiano paseo.
Es entonces cuando regreso a casa,
le doy vuelta a la llave
y comprendo al ver a mi Kika,
el porqué de sus ojos cansados,
su piel arrugada
y el inexorable paso del tiempo.
Pero aún queda su maravillosa sonrisa.
(Kika – Nombre cariñoso por el que llamo a mi mujer)