La experiencia mística de un ateo
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Ramón Carballal
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La experiencia mística de un ateo
¿Alejarme de un sol taciturno? La desesperación es un alambre muy fino,
tiene hilos arácnidos que depositan sus huevos en la sed del primate,
en su orgullo de horas breves y gloria ambivalente.
Qué es lo que me trae hasta el monstruo de piedra,
su ceniza gris platino la acarrean los cuervos que ahora vigilan la plaza.
Iglesia o trono de biblias nacaradas, iglesia de agujas frágiles,
de musgo verdeado sobre los cálices que el invierno mancilla.
Nunca entré en el quejido de su vientre, pero es el rayo una pregunta
y es la curiosidad una sinrazón que obliga a los músculos
a ignorar sus principios. Chapoteo grises nubes
mientras me acerco a su nuez arcada-sin microscopio
logro ver la imperturbable canción de las manos,
el bello cincelado, la oportuna sonrisa de la deidad-.
Me hablaron siendo niño de un pórtico celestial,
con sus profetas y sus fieles apóstoles como una corona
alrededor del cristo infantil. ¿Es un cuento, papá?
Me tiembla un párpado cerca de la lisura del volumen recogido,
cerca de la sombra que seduce al aire con híbridos gestos de bienvenida.
Lo primero es un olor, olor de almas, olor de púrpura,
olor que viste de mujer a las sandalias, los hábitos,
los cayados y el misterio de la pobreza que no huele más que a lumbre ciega.
Regurgita el dorado y los altos pilares rememoran el tallo virginal
que se alza hacia la luz (capiteles sobrios como una pestaña moribunda),
el mármol se acostumbró al eco de los monjes y suena a letanía triste
socavada por un destino. ¡Qué oropel y a la vez qué maderas de confesionario,
tan labradas de culpa al contraluz de la tarde! En los bancos
el rezo parece una blanca paloma, los cuernos del órgano
embisten la huella del botafumeiro como arcángeles de humo
contra la fe despoblada. Yo sé que el apóstol brilla como el espolón
de un barco que se dirige a la infinitud y veo rubís y jade,
gemas que relumbran en su desnudez, mantos recamados,
incienso febril que penetra la sonoridad de las capillas
y remoza la sonrisa de las vírgenes con el perfume vacío
de un falso sándalo. ¿Cómo llegué aquí desde mi cáliz invertido,
desde la hora del silencio y la negación, desde la ropa
empapada de sequedad, anfibia como la muerte?
Me quedaré, sí, unos minutos más y sentiré la voz sagrada
antes de que vuelva a habitar en mí el monótono latido
de los que solo saben encender sus sueños con la oración
de los bosques que, ilógicamente, pueblan sus almas.
"El poema eres tú recomponiendo el espejo que cada día rompes".
"Comprender es unificar lo invisible".
"Elijo la lluvia, porque al derramarse, muere".
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Re: La experiencia mística de un ateo
Es hermoso, sólido, abrumador.
Felicitaciones sinceras, querido amigo.
Un abrazo.
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
- Pablo Ibáñez
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Re: La experiencia mística de un ateo
yo me he sentido muy identificado con este poema, amigo. Cada vez que he ido a Santiago he tenido sensaciones, sugestiones, que no sé definir, desde mi condición de no creyente. La contemplación del Pórtico de la Gloria me estremece, es como plantarse delante de un juicio en el que los personajes murmuran entre ellos sobre ti, tienes la sensación de que te inquieren. "Pero tú, PRINGAO, ¿qué te has creído?" Y luego el Botafumeiro volando y silbando por encima de tu cabeza, bailando su danza mística entre los rayos de luz que penetran desde las bóvedas, el perfume mareante, piensas en tantos peregrinos que dejaron la vida, a lo largo de los siglos, por llegar allí... a mí me aturde, me impresiona.
Me ha gustado muchísimo como has llevado el poema, con la calidad que acostumbras.
Abrazos.
-
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Re: La experiencia mística de un ateo
Me encantó. Felicidades.
Abrazos
PIlar
- Ana García
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Re: La experiencia mística de un ateo
Me pasa lo mismo que a Pablo que, siendo no creyente, parece que sientes en la piel el fervor de los fieles. Es algo muy extraño lo que ocurre en Santiago.
Te felicito.
Un abrazo.
- Maria Lua
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Re: La experiencia mística de un ateo
Un placer leerte!
Bicos
Maria Lua
-
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Re: La experiencia mística de un ateo
Ramón Carballal escribió:Y qué me llevo hasta allí, si no fue mirar mi lluvia entre sombras.
¿Alejarme de un sol taciturno? La desesperación es un alambre muy fino,
tiene hilos arácnidos que depositan sus huevos en la sed del primate,
en su orgullo de horas breves y gloria ambivalente.
Qué es lo que me trae hasta el monstruo de piedra,
su ceniza gris platino la acarrean los cuervos que ahora vigilan la plaza.
Iglesia o trono de biblias nacaradas, iglesia de agujas frágiles,
de musgo verdeado sobre los cálices que el invierno mancilla.
Nunca entré en el quejido de su vientre, pero es el rayo una pregunta
y es la curiosidad una sinrazón que obliga a los músculos
a ignorar sus principios. Chapoteo grises nubes
mientras me acerco a su nuez arcada-sin microscopio
logro ver la imperturbable canción de las manos,
el bello cincelado, la oportuna sonrisa de la deidad-.
Me hablaron siendo niño de un pórtico celestial,
con sus profetas y sus fieles apóstoles como una corona
alrededor del cristo infantil. ¿Es un cuento, papá?
Me tiembla un párpado cerca de la lisura del volumen recogido,
cerca de la sombra que seduce al aire con híbridos gestos de bienvenida.
Lo primero es un olor, olor de almas, olor de púrpura,
olor que viste de mujer a las sandalias, los hábitos,
los cayados y el misterio de la pobreza que no huele más que a lumbre ciega.
Regurgita el dorado y los altos pilares rememoran el tallo virginal
que se alza hacia la luz (capiteles sobrios como una pestaña moribunda),
el mármol se acostumbró al eco de los monjes y suena a letanía triste
socavada por un destino. ¡Qué oropel y a la vez qué maderas de confesionario,
tan labradas de culpa al contraluz de la tarde! En los bancos
el rezo parece una blanca paloma, los cuernos del órgano
embisten la huella del botafumeiro como arcángeles de humo
contra la fe despoblada. Yo sé que el apóstol brilla como el espolón
de un barco que se dirige a la infinitud y veo rubís y jade,
gemas que relumbran en su desnudez, mantos recamados,
incienso febril que penetra la sonoridad de las capillas
y remoza la sonrisa de las vírgenes con el perfume vacío
de un falso sándalo. ¿Cómo llegué aquí desde mi cáliz invertido,
desde la hora del silencio y la negación, desde la ropa
empapada de sequedad, anfibia como la muerte?
Me quedaré, sí, unos minutos más y sentiré la voz sagrada
antes de que vuelva a habitar en mí el monótono latido
de los que solo saben encender sus sueños con la oración
de los bosques que, ilógicamente, pueblan sus almas.
Maravillado con este innegable poema. No se puede negar su íntima vision. Mira como y donde nos encontramos. Ni el devoto ni el ateo se libran de su propia revelación. Consigues componer una trayectoria por las tradiciones y los sacramentos litúrgicos. Dios se revela en misteriosas formas y al hacerlo expone la contrahechura de los cultos. Sin duda, uno de los poemas de mayor carga y recarga espiritual que he leído. Abrazos, querido Ramon. Roxane
- Lunamar Solano
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Re: La experiencia mística de un ateo
Siempre bello leerte... cuídate mucho...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
- Ramón Carballal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Gracias, Hallie, por las generosas palabras que le dedicas a este poema. Un abrazo.Hallie Hernández Alfaro escribió:Hay una sublime impronta que brota de todo el poema; qué bien le sienta al mensaje la tinta violeta.
Es hermoso, sólido, abrumador.
Felicitaciones sinceras, querido amigo.
Un abrazo.
"El poema eres tú recomponiendo el espejo que cada día rompes".
"Comprender es unificar lo invisible".
"Elijo la lluvia, porque al derramarse, muere".
- Rosa Marzal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Siempre es un placer llegar a tu poesía.
Un abrazo.
- Ramón Carballal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Gracias, Pablo, por esas palabras. Me ha gustado mucho que me contaras tus sensaciones. Un fuerte abrazo.Pablo Ibáñez escribió:Ramón,
yo me he sentido muy identificado con este poema, amigo. Cada vez que he ido a Santiago he tenido sensaciones, sugestiones, que no sé definir, desde mi condición de no creyente. La contemplación del Pórtico de la Gloria me estremece, es como plantarse delante de un juicio en el que los personajes murmuran entre ellos sobre ti, tienes la sensación de que te inquieren. "Pero tú, PRINGAO, ¿qué te has creído?" Y luego el Botafumeiro volando y silbando por encima de tu cabeza, bailando su danza mística entre los rayos de luz que penetran desde las bóvedas, el perfume mareante, piensas en tantos peregrinos que dejaron la vida, a lo largo de los siglos, por llegar allí... a mí me aturde, me impresiona.
Me ha gustado muchísimo como has llevado el poema, con la calidad que acostumbras.
Abrazos.
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- Ramón Carballal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Gracias, Pilar, por el generoso comentario. Un abrazo grande.Pilar Morte escribió:Otro poemazo vestido de gala donde el verso observador y profundo se yergue tocando la infinitud.
Me encantó. Felicidades.
Abrazos
PIlar
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- Ramón Carballal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Gracias, Ana, por tus generosas palabras. Un abrazo.Ana García escribió:Enorme el despliegue de vocabulario, Ramón. Emociona la calidad de tus versos.
Me pasa lo mismo que a Pablo que, siendo no creyente, parece que sientes en la piel el fervor de los fieles. Es algo muy extraño lo que ocurre en Santiago.
Te felicito.
Un abrazo.
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- Ramón Carballal
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Re: La experiencia mística de un ateo
Gracias, María Lua. Me alegra verte por aquí. Bicos.Maria Lua escribió:Bello, amigo oeta Ramón!
Un placer leerte!
Bicos
Maria Lua
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Re: La experiencia mística de un ateo
Muchas gracias por tu lectura y comentario, ERA. Un fuerte abrazo.E. R. Aristy escribió:Ramón Carballal escribió:Y qué me llevo hasta allí, si no fue mirar mi lluvia entre sombras.
¿Alejarme de un sol taciturno? La desesperación es un alambre muy fino,
tiene hilos arácnidos que depositan sus huevos en la sed del primate,
en su orgullo de horas breves y gloria ambivalente.
Qué es lo que me trae hasta el monstruo de piedra,
su ceniza gris platino la acarrean los cuervos que ahora vigilan la plaza.
Iglesia o trono de biblias nacaradas, iglesia de agujas frágiles,
de musgo verdeado sobre los cálices que el invierno mancilla.
Nunca entré en el quejido de su vientre, pero es el rayo una pregunta
y es la curiosidad una sinrazón que obliga a los músculos
a ignorar sus principios. Chapoteo grises nubes
mientras me acerco a su nuez arcada-sin microscopio
logro ver la imperturbable canción de las manos,
el bello cincelado, la oportuna sonrisa de la deidad-.
Me hablaron siendo niño de un pórtico celestial,
con sus profetas y sus fieles apóstoles como una corona
alrededor del cristo infantil. ¿Es un cuento, papá?
Me tiembla un párpado cerca de la lisura del volumen recogido,
cerca de la sombra que seduce al aire con híbridos gestos de bienvenida.
Lo primero es un olor, olor de almas, olor de púrpura,
olor que viste de mujer a las sandalias, los hábitos,
los cayados y el misterio de la pobreza que no huele más que a lumbre ciega.
Regurgita el dorado y los altos pilares rememoran el tallo virginal
que se alza hacia la luz (capiteles sobrios como una pestaña moribunda),
el mármol se acostumbró al eco de los monjes y suena a letanía triste
socavada por un destino. ¡Qué oropel y a la vez qué maderas de confesionario,
tan labradas de culpa al contraluz de la tarde! En los bancos
el rezo parece una blanca paloma, los cuernos del órgano
embisten la huella del botafumeiro como arcángeles de humo
contra la fe despoblada. Yo sé que el apóstol brilla como el espolón
de un barco que se dirige a la infinitud y veo rubís y jade,
gemas que relumbran en su desnudez, mantos recamados,
incienso febril que penetra la sonoridad de las capillas
y remoza la sonrisa de las vírgenes con el perfume vacío
de un falso sándalo. ¿Cómo llegué aquí desde mi cáliz invertido,
desde la hora del silencio y la negación, desde la ropa
empapada de sequedad, anfibia como la muerte?
Me quedaré, sí, unos minutos más y sentiré la voz sagrada
antes de que vuelva a habitar en mí el monótono latido
de los que solo saben encender sus sueños con la oración
de los bosques que, ilógicamente, pueblan sus almas.
Maravillado con este innegable poema. No se puede negar su íntima vision. Mira como y donde nos encontramos. Ni el devoto ni el ateo se libran de su propia revelación. Consigues componer una trayectoria por las tradiciones y los sacramentos litúrgicos. Dios se revela en misteriosas formas y al hacerlo expone la contrahechura de los cultos. Sin duda, uno de los poemas de mayor carga y recarga espiritual que he leído. Abrazos, querido Ramon. Roxane
"El poema eres tú recomponiendo el espejo que cada día rompes".
"Comprender es unificar lo invisible".
"Elijo la lluvia, porque al derramarse, muere".