Recuerdos del Viernes Santo en Darro
Publicado: Vie, 10 Abr 2020 9:26
[Viacrucis]
Madrugan el Viernes Santo
carracas, chiquillería,
mantillas de noche oscura,
fuego rojo en las camisas.
Por su boca de ladrillo
la iglesia blanca respira
para gritar por las calles
madero, clavos y espinas.
Voz de bronce, voz que llama
a la noble infantería,
y el peso sobre los hombros
se vuelve suave caricia.
Una saeta sin madre,
labrada con pena antigua,
en la diana del cielo
se clavó, llena de heridas.
Con mil tambores redoblan
las tumbas en Panoría,
y con el paso ligero,
toda el alma de esta villa.
El Calvario, bravo toro
mugiendo la calle arriba,
se postra bajo la luz
que dulcemente lo lidia.
Y el paño del sol hilado
sudores seca y fatigas
con un trago, no de sangre,
de misericordia líquida.
¡Cristo de la Luz de Darro,
en lo más alto del día
alumbras a todo un pueblo
con tus llagas encendidas!
¡Cuánto sol dentro del pecho!
¡Cuánta noche en tus pupilas!
¡Qué humanidad tan gigante!
¡Qué grande tu muerte fría!
Y entre el silencio imposible
con que Darro todo vibra
—tú y yo, solos en la cumbre—,
oye mi oración más íntima.
*******
[Nocturno]
La piel de los olivares
se eriza de luna y hierba,
harta de sangre vertida,
muda de verdes tinieblas.
Solitaria, una mujer
se pierde en las callejuelas.
Busca la memoria triste
de sus entrañas desiertas.
Hay tanta noche en sus ojos
que va derramando estrellas
y, donde pisan sus plantas,
brota el dolor de la tierra.
—Señora, vuelva a su casa,
que allí los sueños la esperan
y está ladrando la noche
con todo el mar de sus fuerzas.
—No quiero dormir. Yo quiero
sentir mi dolor despierta,
beber mi cáliz de lágrimas
con duro valor de hembra.
Ya no tengo solo un hijo,
sembrado bajo la piedra,
que en mi vientre dan a luz
todas las madres darreñas;
todas las madres, que saben
con sabiduría vieja,
que, a más profundo el amor,
más puntiaguda la pena.
El cielo llora en silencio
dando gritos de cometa
mientras la Virgen se apaga
en doble enjambre de velas.
La madrugada ya duerme;
ya se ha cerrado la puerta.
Pero está cada sepulcro
preñado de vida eterna.
(Encargo de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Luz y Ntro. Padre Jesús Nazareno de Darro, Granada)
Madrugan el Viernes Santo
carracas, chiquillería,
mantillas de noche oscura,
fuego rojo en las camisas.
Por su boca de ladrillo
la iglesia blanca respira
para gritar por las calles
madero, clavos y espinas.
Voz de bronce, voz que llama
a la noble infantería,
y el peso sobre los hombros
se vuelve suave caricia.
Una saeta sin madre,
labrada con pena antigua,
en la diana del cielo
se clavó, llena de heridas.
Con mil tambores redoblan
las tumbas en Panoría,
y con el paso ligero,
toda el alma de esta villa.
El Calvario, bravo toro
mugiendo la calle arriba,
se postra bajo la luz
que dulcemente lo lidia.
Y el paño del sol hilado
sudores seca y fatigas
con un trago, no de sangre,
de misericordia líquida.
¡Cristo de la Luz de Darro,
en lo más alto del día
alumbras a todo un pueblo
con tus llagas encendidas!
¡Cuánto sol dentro del pecho!
¡Cuánta noche en tus pupilas!
¡Qué humanidad tan gigante!
¡Qué grande tu muerte fría!
Y entre el silencio imposible
con que Darro todo vibra
—tú y yo, solos en la cumbre—,
oye mi oración más íntima.
*******
[Nocturno]
La piel de los olivares
se eriza de luna y hierba,
harta de sangre vertida,
muda de verdes tinieblas.
Solitaria, una mujer
se pierde en las callejuelas.
Busca la memoria triste
de sus entrañas desiertas.
Hay tanta noche en sus ojos
que va derramando estrellas
y, donde pisan sus plantas,
brota el dolor de la tierra.
—Señora, vuelva a su casa,
que allí los sueños la esperan
y está ladrando la noche
con todo el mar de sus fuerzas.
—No quiero dormir. Yo quiero
sentir mi dolor despierta,
beber mi cáliz de lágrimas
con duro valor de hembra.
Ya no tengo solo un hijo,
sembrado bajo la piedra,
que en mi vientre dan a luz
todas las madres darreñas;
todas las madres, que saben
con sabiduría vieja,
que, a más profundo el amor,
más puntiaguda la pena.
El cielo llora en silencio
dando gritos de cometa
mientras la Virgen se apaga
en doble enjambre de velas.
La madrugada ya duerme;
ya se ha cerrado la puerta.
Pero está cada sepulcro
preñado de vida eterna.
(Encargo de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Luz y Ntro. Padre Jesús Nazareno de Darro, Granada)