Biografía de un delirio

[Ramón Carballal]

Habitan pájaros en las colinas ciegas,
el mar es un signo o una llaga en el rumor del cielo.

Morí en una isa de ceniza, carbón y verde,
banderas de azul en los olivos
y el acento de los cactus,
tan virginal, tan exhausto.

Trompetas de viento surcan las nubes,
veo los paisajes de la infancia mientras el músculo del avión
incendia los mapas, hiere a los albatros
que regresan desde la infinitud del océano.

Soy un cuerpo sin victorias, joven aún,
en este hemisferio que roza las serpentinas del hastío,
que me marca con cicatrices viejas
de huestes ambiguas o cohortes de esparto.

Y vi, la garza entre la niebla,
y sentí desde mi periscopio de plata la lenta armonía del infinito,
y fue la orilla que borbotea el eco de tus pies,
entrelazados con el abismo.

A veces los automóviles mueren de amor
y hay gnomos bajo las duchas que cantan historias de maldad
que en sus labios fulgen y se vuelven arpegios,
rosas de alcanfor en mi corazón agreste.

¿Quién eres? Niña que recorre las almenas de un ventanal,
la muralla atónita vestida de escarcha,
un campanario que sufre por su aguja triste,
la luz de una tasca que invita a la sed
y dona la alegría del sudor y la nieve.

Me soñarás cada día como el peluche que envolviste en celofán,
pensarás en los ríos y en las catedrales,
en cómo una mano dibuja tu felicidad;
y serán las estatuas la carne de tu bienvenida,
junto a mí que me desvisto bajo las hojas del antiguo roble,
ese que al pie de tu casa da sombra a los ancianos
y finge que vuelan los vencejos para que escuches
como la vida engaña a sus acólitos,
como el futuro es la cáscara que una vez dibujaste
con tu verdad de ojos azules y tu perdón
que es un galgo que corre tras el tricornio del vendaval,
el alfil con el que sueña tu huida.

[Ricardo López Castro.]

Lo has bordado, Ramón.
Mis felicitaciones y aplausos a tan rica y grandiosa obra.
Abrazos y felicidad, amigo mío.

[Pilar Morte]

No sé de donde salen tus versos, esa imaginación portentosa que abarca el mundo. Me gustó mucho. Felicidades.
Abrazos
PIlar

[xaime oroza carballo]

Habitan pájaros en las colinas ciegas,
el mar es un signo o una llaga en el rumor del cielo.

Morí en una isa de ceniza, carbón y verde,
banderas de azul en los olivos
y el acento de los cactus,
tan virginal, tan exhausto.

Trompetas de viento surcan las nubes,
veo los paisajes de la infancia mientras el músculo del avión
incendia los mapas, hiere a los albatros
que regresan desde la infinitud del océano.

Soy un cuerpo sin victorias, joven aún,
en este hemisferio que roza las serpentinas del hastío,
que me marca con cicatrices viejas
de huestes ambiguas o cohortes de esparto.

Y vi, la garza entre la niebla,
y sentí desde mi periscopio de plata la lenta armonía del infinito,
y fue la orilla que borbotea el eco de tus pies,
entrelazados con el abismo.

A veces los automóviles mueren de amor
y hay gnomos bajo las duchas que cantan historias de maldad
que en sus labios fulgen y se vuelven arpegios,
rosas de alcanfor en mi corazón agreste.

¿Quién eres? Niña que recorre las almenas de un ventanal,
la muralla atónita vestida de escarcha,
un campanario que sufre por su aguja triste,
la luz de una tasca que invita a la sed
y dona la alegría del sudor y la nieve.

Me soñarás cada día como el peluche que envolviste en celofán,
pensarás en los ríos y en las catedrales,
en cómo una mano dibuja tu felicidad;
y serán las estatuas la carne de tu bienvenida,
junto a mí que me desvisto bajo las hojas del antiguo roble,
ese que al pie de tu casa da sombra a los ancianos
y finge que vuelan los vencejos para que escuches
como la vida engaña a sus acólitos,
como el futuro es la cáscara que una vez dibujaste
con tu verdad de ojos azules y tu perdón
que es un galgo que corre tras el tricornio del vendaval,
el alfil con el que sueña tu huida.

Doce arrepío no teu soño, meu. Unha auténtica ledicia a súa lectura.
Forte aperta, meu

[Ramón Castro Méndez]

Otro extraordinario poema, Ramón, para añadir a tu admirable poética.
Felicidades.

Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Lo has bordado, Ramón.
Mis felicitaciones y aplausos a tan rica y grandiosa obra.
Abrazos y felicidad, amigo mío.

Gracias,Ricardo, por tus generosas palabras. Un abrazo.

[Ana García]

Me ha encantado, Ramón. Pero estos versos, tan buenos, me han llamado la atención:

A veces los automóviles mueren de amor
y hay gnomos bajo las duchas que cantan historias de maldad
que en sus labios fulgen y se vuelven arpegios,
rosas de alcanfor en mi corazón agreste.

Te felicito,
un abrazo.

[Ramón Carballal]

Lo has bordado, Ramón.
Mis felicitaciones y aplausos a tan rica y grandiosa obra.
Abrazos y felicidad, amigo mío.

Gracias, Ricardo, por la amabilidad de tu comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

No sé de donde salen tus versos, esa imaginación portentosa que abarca el mundo. Me gustó mucho. Felicidades.
Abrazos
PIlar

Gracias, Pilar. Me alegra que te haya gustado este poema. Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Una inmensidad de poema, querido amigo.

De ovación reiterada; abrazos.

[Pablo Ibáñez]

Ramón,

siempre a la yugular de las palabras, siempre al borde de lo inteligible, estirando los símbolos y las imágenes, siempre exigiéndote y exigiendo al lector, sin concesiones al facilismo, siempre en el abismo.

A mí me gusta mucho.
Abrazos.

[Óscar Distéfano]

Recordando tus raíces: el surrealismo al servicio de una portentosa imaginación consciente. Con la ayuda de la intuición, del rebelde subconsciente, logras trasmitir un mensaje sólido con riqueza polisémica, con enigmáticas metáforas que rompen cadenas de lo puramente racional. Siempre es un aprendizaje y un agrado visitarte. Enhorabuena.

El verso señalado por Ana es, en verdad, impactante:
A veces los automóviles mueren de amor

Un saludo cordial.
Óscar

[Ramón Carballal]

Habitan pájaros en las colinas ciegas,
el mar es un signo o una llaga en el rumor del cielo.

Morí en una isa de ceniza, carbón y verde,
banderas de azul en los olivos
y el acento de los cactus,
tan virginal, tan exhausto.

Trompetas de viento surcan las nubes,
veo los paisajes de la infancia mientras el músculo del avión
incendia los mapas, hiere a los albatros
que regresan desde la infinitud del océano.

Soy un cuerpo sin victorias, joven aún,
en este hemisferio que roza las serpentinas del hastío,
que me marca con cicatrices viejas
de huestes ambiguas o cohortes de esparto.

Y vi, la garza entre la niebla,
y sentí desde mi periscopio de plata la lenta armonía del infinito,
y fue la orilla que borbotea el eco de tus pies,
entrelazados con el abismo.

A veces los automóviles mueren de amor
y hay gnomos bajo las duchas que cantan historias de maldad
que en sus labios fulgen y se vuelven arpegios,
rosas de alcanfor en mi corazón agreste.

¿Quién eres? Niña que recorre las almenas de un ventanal,
la muralla atónita vestida de escarcha,
un campanario que sufre por su aguja triste,
la luz de una tasca que invita a la sed
y dona la alegría del sudor y la nieve.

Me soñarás cada día como el peluche que envolviste en celofán,
pensarás en los ríos y en las catedrales,
en cómo una mano dibuja tu felicidad;
y serán las estatuas la carne de tu bienvenida,
junto a mí que me desvisto bajo las hojas del antiguo roble,
ese que al pie de tu casa da sombra a los ancianos
y finge que vuelan los vencejos para que escuches
como la vida engaña a sus acólitos,
como el futuro es la cáscara que una vez dibujaste
con tu verdad de ojos azules y tu perdón
que es un galgo que corre tras el tricornio del vendaval,
el alfil con el que sueña tu huida.

Doce arrepío no teu soño, meu. Unha auténtica ledicia a súa lectura.
Forte aperta, meu

Moitas grazas, Xaime. Forte aperta.

[Ramón Carballal]

Otro extraordinario poema, Ramón, para añadir a tu admirable poética.
Felicidades.

Un abrazo.

Gracias, Ramón, por tus generosas palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Me ha encantado, Ramón. Pero estos versos, tan buenos, me han llamado la atención:

A veces los automóviles mueren de amor
y hay gnomos bajo las duchas que cantan historias de maldad
que en sus labios fulgen y se vuelven arpegios,
rosas de alcanfor en mi corazón agreste.

Te felicito,
un abrazo.

Gracias, Ana ,por esas palabras. Un abrazo.