El poder del espíritu

[Javier Dicenzo]

El poder del espíritu

Y aquella vez que en una canoa navegaba en tus aguas, en el río templado
Yo te amaba, cual hembra dormida, cual diosa.
Y rezaba por ti, y dejaba mis lágrimas húmedas en cada verso,
Si toda la vida busqué arrullos de palomas en los templos
Y quise ser lo que era, un poeta, un humano en la tierra,
Pero el odio, el maldito odio sesgó los campos de la humildad,
Nos encontramos en un mundo de mentira,
Yo quise darte mi corazón sangrante,
Pacientes pájaros fueron hacia el hambre de tu gloria,
Ignoto como pez en el agua, dormí tu cintura hembra,
Y fuiste la bendita, la única que recogió mi semen, y mi luz,
Asesina de palabras ancladas en los puertos,
Pudorosa mujer, que amabas, ese sueño que nunca se cumplió,
Que atrapaba sueños y letárgicos números en la primaria
Que nunca lloró por la pena más grande,
Y que deliró por dones que nadie puede recoger,
Porque la vida fue eso, girones de mariposas en un umbral,
Latente, latente herida y pura boca dormida,
Hoy que la desesperanza de un mundo gime,
Hoy herido te doy gracias por tu nombre mujer,
Hermana mía, injuriada por dedos que señalan
Perdí un hacer el amor, por un no poder hacer el amor
Contigo
Porque fuiste importante
Antes de todo
Y luego de mí.

[Pilar Morte]

Me ha gustado el poema, lo veo más hilado y coherente; bello y pleno de amor. Un placer leerte.
Abrazos
Pilar

[Alejandro Costa]

Una explosión de amor y belleza.

Buen escrito.

Un abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso trabajo, amigo Javier.
Abrazos.