Mi latido animal

[Rosa Marzal]

Antes de que llegases a mi vida
era una ludópata del verso.
Maquillaba de rojo-sangre las palabras,
las arrojaba a un diana de cristal.
Las más osadas nacían contrahechas,
con los dientes mellados
y la voz de arenisca.
Las más tímidas acababan ahogadas
en los charcos de la indecisión.
Algunas (muy pocas)
consiguieron sobrevivir
a mis vanos intentos
por forjarles un cuerpo estelar
y dotarlas de alma.

Convertí cada ausencia
en un número primo
al que apostar en soledad.

A eso me dedicaba
los días impares de la semana.

Ahora apenas tengo tiempo
para el dulce suicidio
de bucear a tientas
en una pálida pantalla.
Devoras mi atención,
y los agujeros negros de la huida
se solapan dulcemente
mientras te acaricio.

Ven,
juega conmigo
a perseguir destellos en el agua.
Tal vez el dios de los gatos
premie nuestra constancia.
Entra, sigiloso, a mordisquear
el libro sagrado del silencio
(nunca sabrás, pequeño mío,
que este silencio que mece tu ronroneo
no es sino una máscara
de ceniza y espejos enfrentados)

Antes de que llegases,
la rutina me estallaba en los dedos.
El blanco de los hospitales hería mis pupilas
con el brillo doloroso de la muerte.

Nada ha cambiado.
El mundo sigue siendo una casa de apuestas
donde jugarnos a cara o cruz
la existencia.
Nada ha cambiado,
salvo yo, que ahora apuesto por ti
cada día,
salvo yo, que he aprendido de ti
a escuchar mi latido animal.

Gracias por adoptarme,
mi peluda y rebelde
morfina.

[Julio Gonzalez Alonso]

Antes de que llegases a mi vida
era una ludópata del verso.
**

Convertí cada ausencia
en un número primo
al que apostar en soledad.

A eso me dedicaba
los días impares de la semana.

**


Ven,
juega conmigo
a perseguir destellos en el agua.
Tal vez el dios de los gatos
premie nuestra constancia.
Entra, sigiloso, a mordisquear
el libro sagrado del silencio
(nunca sabrás, pequeño mío,
que este silencio que mece tu ronroneo
no es sino una máscara
de ceniza y espejos enfrentados)

Antes de que llegases,
la rutina me estallaba en los dedos.
El blanco de los hospitales hería mis pupilas
con el brillo doloroso de la muerte.

Muy hermoso este canto de amor del que extraigo algunos de sus magníficos versos. Felicitaciones, Rosa. Un abrazo.
Salud.

[Pablo Ibáñez]

Rosa,

me gusta el poema, amiga. Me gusta la original manera como trasmites el cambio de vida a través e una mascota. Me ha parecido notar un tono distinto al tuyo habitual, más literal, más realista. Me gusta también este registro.

Abrazos.

[Luis M]

Un poema precioso y lleno de matices verdaderamente interesantes, Rosa. Me alegra mucho volver a leer poemas tuyos, se echaba de menos tu muy buena poesía en el foro. Un gran abrazo, querida amiga.

[Pilar Morte]

Buen poema, amiga, nos dejas. Imágenes acertadas y ese decir tuyo inteligente.
Felicidades.
Abrazos
Pilar

[Rosa Marzal]

Muchas gracias por tu paso por estos versos, Julio. Me alegra que te haya gustado este poema.


Un abrazo.

[Rosa Marzal]

Hola, Pablo. Sí, le he dado un giro algo más realista de lo que es habitual en mi poesía. Lo he considerado necesario, en este caso.

Un abrazo, amigo.

[Ignacio Mincholed]

Noto muy sentido y expresivo el decir de todo el poema. Me alegro.

Un abrazo, Rosa.
Ignacio

[Hallie Hernández Alfaro]

Antes de que llegases a mi vida
era una ludópata del verso.
Maquillaba de rojo-sangre las palabras,
las arrojaba a un diana de cristal.
Las más osadas nacían contrahechas,
con los dientes mellados
y la voz de arenisca.
Las más tímidas acababan ahogadas
en los charcos de la indecisión.
Algunas (muy pocas)
consiguieron sobrevivir
a mis vanos intentos
por forjarles un cuerpo estelar
y dotarlas de alma.

Convertí cada ausencia
en un número primo
al que apostar en soledad.

A eso me dedicaba
los días impares de la semana.

Ahora apenas tengo tiempo
para el dulce suicidio
de bucear a tientas
en una pálida pantalla.
Devoras mi atención,
y los agujeros negros de la huida
se solapan dulcemente
mientras te acaricio.

Ven,
juega conmigo
a perseguir destellos en el agua.
Tal vez el dios de los gatos
premie nuestra constancia.
Entra, sigiloso, a mordisquear
el libro sagrado del silencio
(nunca sabrás, pequeño mío,
que este silencio que mece tu ronroneo
no es sino una máscara
de ceniza y espejos enfrentados)

Antes de que llegases,
la rutina me estallaba en los dedos.
El blanco de los hospitales hería mis pupilas
con el brillo doloroso de la muerte.

Nada ha cambiado.
El mundo sigue siendo una casa de apuestas
donde jugarnos a cara o cruz
la existencia.
Nada ha cambiado,
salvo yo, que ahora apuesto por ti
cada día,
salvo yo, que he aprendido de ti
a escuchar mi latido animal.

Gracias por adoptarme,
mi peluda y rebelde
morfina.

Oh, querida amiga, es un poema brillante, impetuoso, inteligente, descomunal.
Siempre que leo algo tuyo me parece que es de otro mundo; llevo razón, lo sé. El mundo Marzal es un cuantioso universo de calidad superior.

En pie para la ovación; abrazo enorme.

[Simon Abadia]

Me gusta tu poema con ese juego de ideas y de formas. Pero siempre veo el amor entrelazado.
Un gusto leerte, abrazos.

[Ventura Morón]

Que bueno Rosa. Veo ese lado realista que Pablo comenta, pero no dejas esa imaginería, ese mundo de imposibles para describir lo que sucede bajo la apariencia de las cosas, esa sensibilidad que parece dar valor a los segundos vividos. Es un gran placer encontrar tus letras.
Un beso querida amiga.

[Ramón Carballal]

Rotundo final para este poema de indudable calidad. Me ha gustado mucho la lectura. Abrazos.

[Marius Gabureanu]

Un poema excelente, querida amiga, en todos los sentidos. Muchos abrazos y felicitaciones, Rosa.

[Rosa Marzal]

Luis, muchas gracias por la generosidad de tus palabras con mis intentos poéticos, querido amigo.

Abrazos.

[Rosa Marzal]

Gracias por tu amable huella, querida Pilar.

Abrazos.