Mi cita con la sirena

[Ramón Carballal]

Nunca nadé ni conocí el mar,
jamás escuché el canto dulce,
sonoro, líquido que danza sobre las olas
como un resplandor.

No intenté mirar bajo tu vientre
que en la tarde brillaba,
nácar, coral, que se agita
impasible.

Me dijeron que las sirenas se arrebolan,
coquetean, maldicen el rostro ajado de los hombres
antes de que la cópula encienda el grito,
mitad éxtasis, mitad muerte, en su voz.

Pero yo solo veo la carne pura, la sonrisa,
los gestos que seducen, un cigarrillo
que sostiene tu mano, el iris azul
que cautiva mi sed.

Bajo la mesa zigzaguea una cola perlada,
buscas el oro del mar en el aire,
fantaseas con océanos que desvirguen, eternamente,
tu traición.

Me hablas y te hablo.
Tú para mí eres la ninfa que conoció a Odiseo,
yo para ti soy el marino
que solo sabía nadar en sueños.

Quizá la noche
nos encuentre desnudos en una isla inventada.

[Ricardo López Castro.]

Muy buen poema.
Toda una epopeya, estimado.
Abrazos y felicidad.

[Pilar Morte]

Me encanta en fondo y forma.
Hay dulce sentimiento en los versos.
Abrazos
Pilar

[Pablo Ibáñez]

Ramón,

bueno, me encanta, como siempre. Siempre te digo lo mismo, y es cierto. Estás de dulce, amigo, aprovecha el momento.

Enhorabuena.

[Ramón Carballal]

Muy buen poema.
Toda una epopeya, estimado.
Abrazos y felicidad.

Gracias, Ricardo, por la lectura y el amable comentario. Un abrazo.

[E. R. Aristy]

Nunca nadé ni conocí el mar,
jamás escuché el canto dulce,
sonoro, líquido que danza sobre las olas
como un resplandor.

No intenté mirar bajo tu vientre
que en la tarde brillaba,
nácar, coral, que se agita
impasible.

Me dijeron que las sirenas se arrebolan,
coquetean, maldicen el rostro ajado de los hombres
antes de que la cópula encienda el grito,
mitad éxtasis, mitad muerte, en su voz.

Pero yo solo veo la carne pura, la sonrisa,
los gestos que seducen, un cigarrillo
que sostiene tu mano, el iris azul
que cautiva mi sed.

Bajo la mesa zigzaguea una cola perlada,
buscas el oro del mar en el aire,
fantaseas con océanos que desvirguen, eternamente,
tu traición.

Me hablas y te hablo.
Tú para mí eres la ninfa que conoció a Odiseo,
yo para ti soy el marino
que solo sabía nadar en sueños.

Quizá la noche
nos encuentre desnudos en una isla inventada.

Maravillosa entrega, Ramon.

[Marius Gabureanu]

Hago mías las palabras de Pablo para celebrar tu nueva entrega, estimado amigo. Mis abrazos y felicitaciones sinceras.

[Hallie Hernández Alfaro]

Maravilla en estado puro, amigo.

Ovación absoluta y sin pausa.

Abrazos.

[Ramón Carballal]

Me encanta en fondo y forma.
Hay dulce sentimiento en los versos.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar.Me alegra que te haya gustado este poema. Abrazos.

[Ramón Carballal]

Ramón,

bueno, me encanta, como siempre. Siempre te digo lo mismo, y es cierto. Estás de dulce, amigo, aprovecha el momento.

Enhorabuena.

Te agradezco, Pablo, esas palabras tan amables. Un abrazo.

[Marisa Peral]

Qué maravilla y qué cierre tan tentador.

Felicidades, Ramón.

Abrazos.

[Ramón Castro Méndez]

Magnífico poema, Ramón. He disfrutado enormemente con su lectura.
Felicidades por tan hermosos y cautivadores versos.

Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Me dijeron que las sirenas se arrebolan,
coquetean, maldicen el rostro ajado de los hombres
antes de que la cópula encienda el grito,
mitad éxtasis, mitad muerte, en su voz.

Pero yo solo veo la carne pura, la sonrisa,
los gestos que seducen, un cigarrillo
que sostiene tu mano, el iris azul
que cautiva mi sed.


Quizá la noche
nos encuentre desnudos en una isla inventada.

Versos pletóricos de belleza, Ramón. No hace falta saber nadar ni hacerlo contra corriente para sumergirse en este océano de sensaciones. Un abrazo.
Salud.

[Ángeles Hernández]

Me encanta el poema. Un marinero que no sabe nadar seducido por una sirena. Imágenes muy bien puestas . Una maravilla.
Un abrazo

[Ramón Carballal]

Nunca nadé ni conocí el mar,
jamás escuché el canto dulce,
sonoro, líquido que danza sobre las olas
como un resplandor.

No intenté mirar bajo tu vientre
que en la tarde brillaba,
nácar, coral, que se agita
impasible.

Me dijeron que las sirenas se arrebolan,
coquetean, maldicen el rostro ajado de los hombres
antes de que la cópula encienda el grito,
mitad éxtasis, mitad muerte, en su voz.

Pero yo solo veo la carne pura, la sonrisa,
los gestos que seducen, un cigarrillo
que sostiene tu mano, el iris azul
que cautiva mi sed.

Bajo la mesa zigzaguea una cola perlada,
buscas el oro del mar en el aire,
fantaseas con océanos que desvirguen, eternamente,
tu traición.

Me hablas y te hablo.
Tú para mí eres la ninfa que conoció a Odiseo,
yo para ti soy el marino
que solo sabía nadar en sueños.

Quizá la noche
nos encuentre desnudos en una isla inventada.

Maravillosa entrega, Ramon.

Gracias, Roxane, por tu generoso comentario. Abrazos.