
y racionalizarte es aleatorio,
como este don de gentes ilusorio,
detonante, espejismo, cautiverio.
Me hundo en mí sin estampa ni criterio,
nunca olvido, aunque sea obligatorio,
el discurso de quien, difamatorio,
interpreta un teatro, un putiferio.
Tú y mis cábalas somos apariencia,
un juego de palabras, y distancias,
la cuarta dimensión, esa evidencia
donde solo residen discrepancias,
la sutil e incolora trascendencia
que asoma cuando solo hay redundancias.