
Hablar de religión no es hablar de Dios.
Las doctrinas no tienen nada que ver con el intelecto.
Lo que todos saben, y que pende del estado de ánimo, no es contundente ni provechoso.
Las conclusiones siempre abren un abanico de posibilidades para contradecirlas.
La filosofía no existe sino en la voluntad.
La fe nunca es indestructible, ya que significa un escape de los medios para sobrevivir.
El caos siempre es mental.
Hemos etiquetado el mundo con conceptos.
O hemos etiquetado los conceptos con el mundo.
Hablar en primera persona es la perdición de la literatura:
No somos lo que creemos, nunca somos lo que creemos, nunca seremos lo que creemos.
La experiencia asola los sentimientos.
La duda es la causante del miedo.
Controlar lo que nos sucede no es sino una consecuencia de las ilusiones.