Ni de niño había llorado tanto.
Yo que no quería que fueras pero eras.
Yo que no quería ser yo pero era yo.
Quince meses sin dormir estuve.
Centinela de tu dolor creciente;
luchador de mis mil causas perdidas.
Cuando por fin logré cerrar los ojos
tuve un sueño amargo, amargo;
me llegaba tu voz lejana y frágil:
desplomándome al sol entre las flores;
llenándome de pétalos la boca;
no he podido; no he podido
porque no alcancé
a ver nacer la primavera”.
sintiéndote partir un poco cada día.