Vendetta
Publicado: Mié, 03 Sep 2008 14:02
Carolina ha tardado casi cuatro meses en pintar ese cuadro. “Era” un mar, con un faro y gaviotas. Cosas de ella.
No quería que lo viese nadie-yo- hasta que no estuviese terminado. Después del desayuno, Carolina me ha dicho: “Ven, tengo una sorpresa”. No es una sorpresa, es que ha terminado el cuadro.
El lienzo estaba tapado con un paño, como si fuera un secreto, y no es un secreto, es el mar, con un faro y nubecitas y...
“Aun no está seco”.
Bueno, no está seco claro; pero tampoco ha querido enseñármelo. Carolina es tan...recelosa. Ya sé que soy algo torpe; pero coño Carolina, te quiero tanto.
Y entonces le quitó el paño, se me quedó mirando como para que yo dijera “Joder cariño, es preciosísimo”, y automáticamente después, he estornudado sobre el cuadro.
Una vez leí que las babas de un estornudo salen disparados por la nariz a más de trescientos kilómetros por hora.
Ahora el faro parece un mercado de verduras, y el mar, no sé ni lo que parece, pero no parece el mar. Vaya mierda. Es que estoy acatarrado, creo. Joder. Vaya mierda.
Carolina está blanca todavía. Y tiene los ojos que son dos charcos.
Me acerco por detrás y le acaricio el cuello y le digo “Carolina, yo...”, y Carolina, dándose la vuelta me dice “¿Te acuerdas cuando éramos pequeños y te clavé la punta de un lápiz por la espalda?- aún tengo una cosita azul en el hombro-Estamos en paz”.
Seguramente mañana, o pasado, o el otro, encuentre una cucaracha flotando en mi café, o toda mi ropa manchada de tinta-tal vez la camisa color guinda no, esa le gusta-, pero ahora mismo, la verdad, lo único que me importa es que se me pase el constipado, porque Carolina me está dando un beso estilo años cincuenta, y no puedo respirar.
No quería que lo viese nadie-yo- hasta que no estuviese terminado. Después del desayuno, Carolina me ha dicho: “Ven, tengo una sorpresa”. No es una sorpresa, es que ha terminado el cuadro.
El lienzo estaba tapado con un paño, como si fuera un secreto, y no es un secreto, es el mar, con un faro y nubecitas y...
“Aun no está seco”.
Bueno, no está seco claro; pero tampoco ha querido enseñármelo. Carolina es tan...recelosa. Ya sé que soy algo torpe; pero coño Carolina, te quiero tanto.
Y entonces le quitó el paño, se me quedó mirando como para que yo dijera “Joder cariño, es preciosísimo”, y automáticamente después, he estornudado sobre el cuadro.
Una vez leí que las babas de un estornudo salen disparados por la nariz a más de trescientos kilómetros por hora.
Ahora el faro parece un mercado de verduras, y el mar, no sé ni lo que parece, pero no parece el mar. Vaya mierda. Es que estoy acatarrado, creo. Joder. Vaya mierda.
Carolina está blanca todavía. Y tiene los ojos que son dos charcos.
Me acerco por detrás y le acaricio el cuello y le digo “Carolina, yo...”, y Carolina, dándose la vuelta me dice “¿Te acuerdas cuando éramos pequeños y te clavé la punta de un lápiz por la espalda?- aún tengo una cosita azul en el hombro-Estamos en paz”.
Seguramente mañana, o pasado, o el otro, encuentre una cucaracha flotando en mi café, o toda mi ropa manchada de tinta-tal vez la camisa color guinda no, esa le gusta-, pero ahora mismo, la verdad, lo único que me importa es que se me pase el constipado, porque Carolina me está dando un beso estilo años cincuenta, y no puedo respirar.