Todas mis casas

[Ramón Carballal]

Todas las casas forman el hueco donde vivo.

Aquí no hay paredes, ni habitaciones blancas,
tampoco abecedarios de amor
o simples historias de convivencia.

En los hogares que viví crece la escarcha del tiempo ido,
sus columnas hace un mundo que se ajaron por la luz,
conviven hoy con los murciélagos de la noche
y las arañas vespertinas del silencio.

Cuando recorro sus pasillos
mil voces llegan con su sed de hormigas
y su significado perdido
en la cruz indisoluble de un reloj.

Pero, me digo, que alguna vez habité las rodillas del crepúsculo,
dancé en las horas dulces de la luna,
conversé con la ceniza que deja el hombre tras un duelo,
amé los rincones comunes del desaliento, de la fe y la virtud.

Todas mis casas llevan escrito el códice amargo de los vientos sin alma,
se abren las ventanas hacia el oasis,
hablas tú y se incendia la verdad,
lloran las abejas en su hexágono esclavo
y un mar de vivencias se escapa como el río se escapa hacia el adiós.

Todas mis casas son un gong que me recuerda
el paso invencible de los pájaros,
su memoria en las estaciones,
el sentido de las horas que callan.

[Rosa Marzal]

Lugares que evocan vivencias, latidos de tiempo que dejaron su impronta en la memoria y de que los que siempre formaremos parte.

Magnífico poema, Ramón. Todo un placer de lectura.

Un abrazo.

[Pilar Morte]

Genial poema. Una aventura gratificante adentrarse en tus versos. Felicidades

Abrazos
Pilar

[Lunamar Solano]

Siempre bello el destilar de tu alma querido amigo... nítida se vislumbra la emoci´on trenzada a su aire...
Un gusto siempre, aquí o allá...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[E. R. Aristy]

Todas las casas forman el hueco donde vivo.

Aquí no hay paredes, ni habitaciones blancas,
tampoco abecedarios de amor
o simples historias de convivencia.

En los hogares que viví crece la escarcha del tiempo ido,
sus columnas hace un mundo que se ajaron por la luz,
conviven hoy con los murciélagos de la noche
y las arañas vespertinas del silencio.

Cuando recorro sus pasillos
mil voces llegan con su sed de hormigas
y su significado perdido
en la cruz indisoluble de un reloj.

Pero, me digo, que alguna vez habité las rodillas del crepúsculo,
dancé en las horas dulces de la luna,
conversé con la ceniza que deja el hombre tras un duelo,
amé los rincones comunes del desaliento, de la fe y la virtud.

Todas mis casas llevan escrito el códice amargo de los vientos sin alma,
se abren las ventanas hacia el oasis,
hablas tú y se incendia la verdad,
lloran las abejas en su hexágono esclavo
y un mar de vivencias se escapa como el río se escapa hacia el adiós.

Todas mis casas son un gong que me recuerda
el paso invencible de los pájaros,
su memoria en las estaciones,
el sentido de las horas que callan.

Cuanta riqueza, derroche de imagenes organicas , tibias, tremulas de vida. El tiempo ni el espacio te abarca, poeta, eres tu quien les sopla vida aun en las cenizas de los duelos. Eres tu que le das al gong y pasas de una dimension a otra. Te felicito. ERA

[Ramón Carballal]

Lugares que evocan vivencias, latidos de tiempo que dejaron su impronta en la memoria y de que los que siempre formaremos parte.

Magnífico poema, Ramón. Todo un placer de lectura.

Un abrazo.

Gracias, Rosa, por el generoso comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Genial poema. Una aventura gratificante adentrarse en tus versos. Felicidades

Abrazos
Pilar

Gracias por tu amabilidad, Pilar. Besos.

[Pablo Ibáñez]

Arriba, para disfrute y enseñanza.

Abrazos.

[Ramón Carballal]

Siempre bello el destilar de tu alma querido amigo... nítida se vislumbra la emoci´on trenzada a su aire...
Un gusto siempre, aquí o allá...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Gracias, Nancy, por leer y dejar tu comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Todas las casas forman el hueco donde vivo.

Aquí no hay paredes, ni habitaciones blancas,
tampoco abecedarios de amor
o simples historias de convivencia.

En los hogares que viví crece la escarcha del tiempo ido,
sus columnas hace un mundo que se ajaron por la luz,
conviven hoy con los murciélagos de la noche
y las arañas vespertinas del silencio.

Cuando recorro sus pasillos
mil voces llegan con su sed de hormigas
y su significado perdido
en la cruz indisoluble de un reloj.

Pero, me digo, que alguna vez habité las rodillas del crepúsculo,
dancé en las horas dulces de la luna,
conversé con la ceniza que deja el hombre tras un duelo,
amé los rincones comunes del desaliento, de la fe y la virtud.

Todas mis casas llevan escrito el códice amargo de los vientos sin alma,
se abren las ventanas hacia el oasis,
hablas tú y se incendia la verdad,
lloran las abejas en su hexágono esclavo
y un mar de vivencias se escapa como el río se escapa hacia el adiós.

Todas mis casas son un gong que me recuerda
el paso invencible de los pájaros,
su memoria en las estaciones,
el sentido de las horas que callan.

Cuanta riqueza, derroche de imagenes organicas , tibias, tremulas de vida. El tiempo ni el espacio te abarca, poeta, eres tu quien les sopla vida aun en las cenizas de los duelos. Eres tu que le das al gong y pasas de una dimension a otra. Te felicito. ERA

Gracias, ERA, por leer y comentar. Un abrazo.

[Rafel Calle]

Tan bello como evocador trabajo, amigo Ramón.
Abrazos.