La ruina y el vuelo de las gaviotas

Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle

Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Andreas S. »

LA RUINA Y EL VUELO DE LAS GAVIOTAS

Hoy fui al centro de salud con los resultados de la analítica.
En mi caso son absurdos estos pinchazos
porque soy un jodido perro autónomo
y ya se sabe que a los perros autónomos
no se les permite ponerse enfermos.
Además, las venas se me asustan y el practicante clava por clavar...
Pero en fin, me hago las dichosas analíticas aunque solo sea por ver
si la cerveza me sigue sentando tan bien.
Entré a la consulta y le entregué el informe al médico.
Comenzó a pasar las páginas con la grave indiferencia de un notario
cuando de pronto endureció su rostro y clavó sus ojos en los míos;
¿hay algo que acojone más que un médico acojonado?,
quizá la cara de terror de una azafata de avión, poco más.
Yo, incapaz de decir nada, me encogí de hombros,
y él volvió su mirada hacia el informe
mientras apretaba sus labios
y negaba levemente con la cabeza.
Volvió a mirarme y volvió al informe
y así unas cuantas veces más
hasta que saqué el valor para balbucear:
pero… ¿qué pasa?
Y entonces, con voz profunda, me contestó:

¿Su coche, su nevera y su lavadora
gotean líquidos diversos por sus grietas?

Sí.

¿El friegaplatos se le desconectó hace un año?

Sí.

¿La televisión tiene el tamaño de un ipad pero sin ser fino?

Sí.

Los rodapiés de su casa van perdiendo su verticalidad
y la madera del parqué cruje
como si paseara por un bosque de castaños en otoño.

Sí, sí.

A ver..., aquí leo que su móvil es Huawei,
la ducha no le controla el chorro
y la propietaria les amenaza con subir el alquiler.
La patilla derecha de sus gafas se le desprende
al menos dos veces al día
preferiblemente delante de los clientes.
Y qué decir de los manillares de la casa
y el gusto que tienen por quedarse en la mano, ¿verdad?,
mientras ese arrogante trozo de metal laqueado
se le queda mirando con desprecio
como diciéndole: mira lo que has hecho pedazo de bestia.
Veo que se rompieron las patas de la cama y que ahora es un tatami.
Me preocupa lo poco que me duerme y lo mucho que se queja...
¿Qué batallas libra usted cada madrugada?,
¿cuántas veces se asoma al cuarto de sus hijos?,
¿por qué tiene tanto miedo al futuro?,
¿de qué tiene miedo?

¡Ya basta!
¡Maldito sicópata!, ¿usted quién cojones es?,
¿por qué sabe tanto de mi vida?

¡En primer lugar todo esto no lo digo yo, lo dice el informe!,
—y lo arrojó indignado al aire—
y en segundo lugar yo le digo que estos resultados no son vida,
son la penosa consecuencia de la ruina que está acabando con usted.
No me explico cómo la decadencia material y el miedo al futuro
pueden llevarse por delante a un presunto... ¿poeta?: ¡espabile!
y deje de quejarse por la vida que aún le pertenece.

Sin mediar palabra salí de la consulta
y crucé el pasillo con la barbilla bien encajada en el pecho
mientras el médico desde el quicio de su puerta
no paraba de increparme: ¡deje de quejarse poeta de garrafón!
Una vez en la calle corrí hasta el bar de la esquina
y pedí una jarra de cerveza que bebí de trago.
Me sentía profundamente gilipollas
pero en la ciénaga de mi bochorno
rugía esa luz poderosa de quien ha resuelto una conjetura.
Era un gilipollas, ¡pero cada vez menos gilipollas y más feliz!
Y en pleno orgasmo revisionista de mi ser
el estúpido jefe de aquel bar se colocó a mi lado a gruñir
con postura torera, palillo en la boca
vaso de brandy y rodea en el hombro
mientras no apartaba la mirada del televisor.
Que si el camarero no sabía servir una caña,
que si las puertas de cristal nunca cerrarían bien,
que si el barrio era una mierda,
y dirigiéndose a mí me preguntó:
a ver, ingeniero, entonces, ¡¿qué cojones hago?!

No sé si tiene usted remedio, caballero,
pero pruebe a hacerse una analítica aquí enfrente.
¡No!, mejor aún, todos ustedes
(dirigiéndome a la gente que estaba en el bar)
¡háganse una analítica y déjense vivir!

Al salir alcé la mirada al cielo y me acordé de que era primavera
y me entraron unas ganas irrefrenables de saludar al quiosquero,
a la frutera, a los vecinos y a los perrines con los que me cruzaba,
y me sentí protagonista de aquellos versos
que cantaba mi padre por la calle cuando yo era crío
mientras paseábamos —libres— cogidos de la mano,
y yo le sonreía y él me guiñaba el ojo
y la gente nos miraba y éramos felices...

¡Quise volar como vuelan las gaviotas!
y en los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.



Kalkbadan
En Madrid a 7 de junio de 2019


Versos de Alberto Cortez, tomados de su mítico tema «Castillos en el aire».
Última edición por Andreas S. el Mié, 03 Jul 2019 15:48, editado 2 veces en total.
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Concha Vidal
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Registrado: Vie, 30 Nov 2007 14:34

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Concha Vidal »

Hola Andreas, me he detenido tranquilamente en tu escrito y me he recreado muy rebién en él. Me ha gustado, me he reído y me ha dejado muy buen sabor de boca, o de vista.
Sólo un pero, y es que a mi entender no es un poema, yo lo consideraría dentro de una narrativa , repito, muy bien llevada.

Saludos mediterráneos.
E. R. Aristy
Mensajes: 16337
Registrado: Dom, 11 May 2008 20:04
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Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

Andreas S. escribió:LA RUINA Y EL VUELO DE LAS GAVIOTAS

Hoy fui al centro de salud con los resultados de la analítica.
En mi caso son absurdos estos pinchazos
porque soy un jodido perro autónomo
y ya se sabe que a los perros autónomos
no se les permite ponerse enfermos.
Además, las venas se me asustan y el practicante clava por clavar...
Pero en fin, me hago las dichosas analíticas aunque solo sea por ver
si la cerveza me sigue sentando tan bien.
Entré a la consulta y le entregué el informe al médico.
Comenzó a pasar las páginas con la grave indiferencia de un notario
cuando de pronto endureció su rostro y clavó sus ojos en los míos;
¿hay algo que acojone más que un médico acojonado?,
quizá la cara de terror de una azafata de avión, poco más.
Yo, incapaz de decir nada, me encogí de hombros,
y él volvió su mirada hacia el informe
mientras apretaba sus labios
y negaba levemente con la cabeza.
Volvió a mirarme y volvió al informe
y así unas cuantas veces más
hasta que saqué el valor para balbucear:
pero… ¿qué pasa?
Y entonces, con voz profunda, me contestó:

¿Su coche, su nevera y su lavadora
gotean líquidos diversos por sus grietas?

Sí.

¿El friegaplatos se le desconectó hace un año?

Sí.

¿La televisión tiene el tamaño de un ipad pero sin ser fino?

Sí.

Los rodapiés de su casa van perdiendo su verticalidad
y la madera del parqué cruje
como si pasearas por un bosque de castaños en otoño.

Sí, sí.

A ver..., aquí leo que su móvil es Huawei,
la ducha no le controla el chorro
y la propietaria les amenaza con subir el alquiler.
La patilla derecha de sus gafas se le desprende
al menos dos veces al día
preferiblemente delante de los clientes.
Y qué decir de los manillares de la casa
y el gusto que tienen por quedarse en la mano, ¿verdad?,
mientras ese arrogante trozo de metal laqueado
se le queda mirando con desprecio
como diciéndole: mira lo que has hecho pedazo de bestia.
Veo que se rompieron las patas de la cama y que ahora es un tatami.
Me preocupa lo poco que me duerme y lo mucho que se queja...
¿Qué batallas libra usted cada madrugada?,
¿cuántas veces se asoma al cuarto de sus hijos?,
¿por qué tiene tanto miedo al futuro?,
¿de qué tiene miedo?

¡Ya basta!
¡Maldito sicópata!, ¿usted quién cojones es?,
¿por qué sabe tanto de mi vida?

¡En primer lugar todo esto no lo digo yo, lo dice el informe!,
—y lo arrojó indignado al aire—
y en segundo lugar yo le digo que estos resultados no son vida,
son la penosa consecuencia de la ruina que está acabando con usted.
No me explico cómo la decadencia material y el miedo al futuro
pueden llevarse por delante a un presunto... ¿poeta?: ¡espabile!
y deje de quejarse por la vida que aún le pertenece.

Sin mediar palabra salí de la consulta
y crucé el pasillo con la barbilla bien encajada en el pecho
mientras el médico desde el quicio de su puerta
no paraba de increparme: ¡deje de quejarse poeta de garrafón!
Una vez en la calle corrí hasta el bar de la esquina
y pedí una jarra de cerveza que bebí de trago.
Me sentía profundamente gilipollas
pero en la ciénaga de mi bochorno
rugía esa luz poderosa de quién ha resuelto una conjetura.
Era un gilipollas, ¡pero cada vez menos gilipollas y más feliz!
Y en pleno orgasmo revisionista de mi ser
el estúpido jefe de aquel bar se colocó a mi lado a gruñir
con postura torera, palillo en la boca
vaso de brandy y rodea en el hombro
mientras no apartaba la mirada del televisor.
Que si el camarero no sabía servir una caña,
que si las puertas de cristal nunca cerrarían bien,
que si el barrio era una mierda,
y dirigiéndose a mí me preguntó:
a ver, ingeniero, entonces, ¡¿qué cojones hago?!

No sé si tiene usted remedio, caballero,
pero pruebe a hacerse una analítica aquí enfrente.
¡No!, mejor aún, todos ustedes
(dirigiéndome a la gente que estaba en el bar)
¡háganse una analítica y déjense vivir!

Al salir alcé la mirada al cielo y me acordé de que era primavera
y me entraron unas ganas irrefrenables de saludar al quiosquero,
a la frutera, a los vecinos y a los perrines con los que me cruzaba,
y me sentí protagonista de aquellos versos
que cantaba mi padre por la calle cuando yo era crío
mientras paseábamos —libres— cogidos de la mano,
y yo le sonreía y él me guiñaba el ojo
y la gente nos miraba y éramos felices...

¡Quise volar como vuelan las gaviotas!
y en los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.



Kalkbadan
En Madrid a 7 de junio de 2019


Versos de Alberto Cortez, tomados de su mítico tema «Castillos en el aire».


Quisiera saber que diria Rafel Calle de si este escrito es prosa, prosa poetica, o un poema narrativo.

Lo cierto es que me ha enganchado desde su titulo, Andreas. Encuentro resonancias del diario vivir del ciudadano promedio en cualquier sociedad. Encuentro la poesia pura protagonizada en un nino calle arriba de manos de un padre amoroso. Encuentro un jodido hombre iluminando al barrio entero con la metafisica gratis fecunda e inacabable de la buena fe. Encuentro una leccion de actitud saludable ante el mundo material. Todo un placer de lectura. ERA
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E.R.A.
Pilar Morte
Mensajes: 30645
Registrado: Mié, 09 Abr 2008 10:21

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Pilar Morte »

Como la vida misma, compañero. He dusfrutado tus versos.
Abrazos
Pilar
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Concha Vidal escribió:Hola Andreas, me he detenido tranquilamente en tu escrito y me he recreado muy rebién en él. Me ha gustado, me he reído y me ha dejado muy buen sabor de boca, o de vista.
Sólo un pero, y es que a mi entender no es un poema, yo lo consideraría dentro de una narrativa , repito, muy bien llevada.

Saludos mediterráneos.
¡Hola, Concha! Me alegra saber que te han gustado estas líneas, y que te hayas reído, pues eso sí que es un premio...
Acerca de lo que me comentas sobre que sientes el texto como prosa es un tema realmente apasionante.
Este tipo de poemas/historias son un registro que me encanta y cuando los releo me encuentro siempre con partes que me saben a poesía, otras a prosa poética y algunas simplemente a prosa.
En el caso de este «poema» coincido contigo en que hay fragmentos más o menos largos en los que apenas se percibe un ritmo más allá de la lógica narrativa imprimiendo un carácter prosaico puro. Sin embargo -por ejemplo- la parte final aún tratándose de versos irregulares percibo los rasgos dominantes de un poema. A veces tengo la impresión de que aún existiendo partes en prosa si la fracción poética es suficientemente intensa (que no digo que este sea el caso) el texto en su conjunto puede trascender al horizonte poético.
Pues eso, que seguimos compartiendo y hablando sobre este tema interesante e inagotable, jaja.
Muchas gracias por comentar, compañera.
¡Saludos madrileños!
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Andreas S. »

E. R. Aristy escribió:
Andreas S. escribió:LA RUINA Y EL VUELO DE LAS GAVIOTAS

Hoy fui al centro de salud con los resultados de la analítica.
En mi caso son absurdos estos pinchazos
porque soy un jodido perro autónomo
y ya se sabe que a los perros autónomos
no se les permite ponerse enfermos.
Además, las venas se me asustan y el practicante clava por clavar...
Pero en fin, me hago las dichosas analíticas aunque solo sea por ver
si la cerveza me sigue sentando tan bien.
Entré a la consulta y le entregué el informe al médico.
Comenzó a pasar las páginas con la grave indiferencia de un notario
cuando de pronto endureció su rostro y clavó sus ojos en los míos;
¿hay algo que acojone más que un médico acojonado?,
quizá la cara de terror de una azafata de avión, poco más.
Yo, incapaz de decir nada, me encogí de hombros,
y él volvió su mirada hacia el informe
mientras apretaba sus labios
y negaba levemente con la cabeza.
Volvió a mirarme y volvió al informe
y así unas cuantas veces más
hasta que saqué el valor para balbucear:
pero… ¿qué pasa?
Y entonces, con voz profunda, me contestó:

¿Su coche, su nevera y su lavadora
gotean líquidos diversos por sus grietas?

Sí.

¿El friegaplatos se le desconectó hace un año?

Sí.

¿La televisión tiene el tamaño de un ipad pero sin ser fino?

Sí.

Los rodapiés de su casa van perdiendo su verticalidad
y la madera del parqué cruje
como si pasearas por un bosque de castaños en otoño.

Sí, sí.

A ver..., aquí leo que su móvil es Huawei,
la ducha no le controla el chorro
y la propietaria les amenaza con subir el alquiler.
La patilla derecha de sus gafas se le desprende
al menos dos veces al día
preferiblemente delante de los clientes.
Y qué decir de los manillares de la casa
y el gusto que tienen por quedarse en la mano, ¿verdad?,
mientras ese arrogante trozo de metal laqueado
se le queda mirando con desprecio
como diciéndole: mira lo que has hecho pedazo de bestia.
Veo que se rompieron las patas de la cama y que ahora es un tatami.
Me preocupa lo poco que me duerme y lo mucho que se queja...
¿Qué batallas libra usted cada madrugada?,
¿cuántas veces se asoma al cuarto de sus hijos?,
¿por qué tiene tanto miedo al futuro?,
¿de qué tiene miedo?

¡Ya basta!
¡Maldito sicópata!, ¿usted quién cojones es?,
¿por qué sabe tanto de mi vida?

¡En primer lugar todo esto no lo digo yo, lo dice el informe!,
—y lo arrojó indignado al aire—
y en segundo lugar yo le digo que estos resultados no son vida,
son la penosa consecuencia de la ruina que está acabando con usted.
No me explico cómo la decadencia material y el miedo al futuro
pueden llevarse por delante a un presunto... ¿poeta?: ¡espabile!
y deje de quejarse por la vida que aún le pertenece.

Sin mediar palabra salí de la consulta
y crucé el pasillo con la barbilla bien encajada en el pecho
mientras el médico desde el quicio de su puerta
no paraba de increparme: ¡deje de quejarse poeta de garrafón!
Una vez en la calle corrí hasta el bar de la esquina
y pedí una jarra de cerveza que bebí de trago.
Me sentía profundamente gilipollas
pero en la ciénaga de mi bochorno
rugía esa luz poderosa de quién ha resuelto una conjetura.
Era un gilipollas, ¡pero cada vez menos gilipollas y más feliz!
Y en pleno orgasmo revisionista de mi ser
el estúpido jefe de aquel bar se colocó a mi lado a gruñir
con postura torera, palillo en la boca
vaso de brandy y rodea en el hombro
mientras no apartaba la mirada del televisor.
Que si el camarero no sabía servir una caña,
que si las puertas de cristal nunca cerrarían bien,
que si el barrio era una mierda,
y dirigiéndose a mí me preguntó:
a ver, ingeniero, entonces, ¡¿qué cojones hago?!

No sé si tiene usted remedio, caballero,
pero pruebe a hacerse una analítica aquí enfrente.
¡No!, mejor aún, todos ustedes
(dirigiéndome a la gente que estaba en el bar)
¡háganse una analítica y déjense vivir!

Al salir alcé la mirada al cielo y me acordé de que era primavera
y me entraron unas ganas irrefrenables de saludar al quiosquero,
a la frutera, a los vecinos y a los perrines con los que me cruzaba,
y me sentí protagonista de aquellos versos
que cantaba mi padre por la calle cuando yo era crío
mientras paseábamos —libres— cogidos de la mano,
y yo le sonreía y él me guiñaba el ojo
y la gente nos miraba y éramos felices...

¡Quise volar como vuelan las gaviotas!
y en los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.



Kalkbadan
En Madrid a 7 de junio de 2019


Versos de Alberto Cortez, tomados de su mítico tema «Castillos en el aire».


Quisiera saber que diria Rafel Calle de si este escrito es prosa, prosa poetica, o un poema narrativo.

Lo cierto es que me ha enganchado desde su titulo, Andreas. Encuentro resonancias del diario vivir del ciudadano promedio en cualquier sociedad. Encuentro la poesia pura protagonizada en un nino calle arriba de manos de un padre amoroso. Encuentro un jodido hombre iluminando al barrio entero con la metafisica gratis fecunda e inacabable de la buena fe. Encuentro una leccion de actitud saludable ante el mundo material. Todo un placer de lectura. ERA
Ohhh! Qué bello comentario, ERA... Realmente es un gusto saber que los versos llegan y escapan del claustro intimista de quien los escribe. Mucha queja en esta sociedad, y hablo de aquel hombre que aún tiene cartas para jugar la partida y que, sin embargo, se necrosa en el pesimismo y la angustia. Aunque suene muy de «margaritas y prados verdes» alzar la vista al cielo y forzar una sonrisa, aunque empiece por una mueca, es un engranaje de poderosa inercia.
Qué estimulante y recibir un comentario como el tuyo.
Saludos, compa.
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Pilar Morte escribió:Como la vida misma, compañero. He dusfrutado tus versos.
Abrazos
Pilar
¡Pilar! Muy agradecido por tu lectura, compañera.
¡Un abrazo!
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19786
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Me ha gustado mucho el vuelo de gaviotas que triunfa, el semillero de futuro que cambia.

Aplausos y felicitaciones, Andreas; un abrazo hasta allí.
.

"Sé mi nombre, pero me desconozco.
Ignoro tu nombre, pero todavía te sueño."

Aventuras de El Roedor. El palo
Ignacio Mincholed
Avatar de Usuario
Luis M
Mensajes: 6645
Registrado: Dom, 11 Nov 2012 20:48
Ubicación: España

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Luis M »

Creo que la felicidad es más sencilla de lo que nos creemos, pero al mismo tiempo es una de las cosas más difíciles de mantener, pues hay que "entrenarla" casi a diario. Luego las circunstancias y nuestra genética (más incluso la segunda) también son determinantes..
Divertido, inteligente e ingenioso poema, Andreas. ...Desde luego hacen falta más doctores como ese ;-). Mis felicitaciones y abrazo amigo.
Avatar de Usuario
Lunamar Solano
Mensajes: 6004
Registrado: Jue, 16 Abr 2009 21:22
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Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Lunamar Solano »

Una escena colmada de reflexiones amigo... captura su desarrollo y emociona ese final entrañable...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
"Desde lo más simple surge la Esencia"
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: La ruina y el vuelo de las gaviotas

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Hallie Hernández Alfaro escribió:Me ha gustado mucho el vuelo de gaviotas que triunfa, el semillero de futuro que cambia.

Aplausos y felicitaciones, Andreas; un abrazo hasta allí.
¡Hola, Hallie! Me alegra saber que te gustaron estos versos. En ocasiones son pocos los gestos vitales necesarios para virar del gris al azul.
Igualmente te mando un abrazo.
Responder

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