Nuestro más íntimo ocaso

Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle

Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Andreas S. »

NUESTRO MÁS ÍNTIMO OCASO

Estaba pedaleando en mi triciclo
de faritos azules
cuando mi abuela salió a la veranda, se detuvo,
y voló su mirada hasta encontrar la de mi madre.
Aquella tarde todos se abrazaron
como se abrazan los finales.
Era verano, las libélulas agitaban sus papiros
y el estanque era un océano
esperando la nave de un corsario.
Fue la primera vez que supe de la tristeza
en la mirada de un hombre.
Muchos años después
estaba paseando con mi hermana.
Recuerdo que nevaba como nunca.
Era en esas fechas en que la gente
se saluda por la calle como si se conociera
y los cláxones y los escaparates son seres amables.
Girasoles blancos se posaban en las prendas
de esa humanidad predispuesta a la felicidad
cuando una llamada lo apagó todo...
Pegado al ventanuco de un avión
el bellísimo trazo de una estrella fugaz
me confirmó el desastre de mi vida.

Aquel niño que fui, aquella noche,
se bajó del triciclo
y comenzó a caminar desnudo ante el mundo
sobre un espeso manto de nieve.

Después, se sucedieron otras tantas estrellas fugaces
cumpliendo con la inexorable pauta natural.

Pero la insoportable y tremenda paradoja
es que a pesar de todos los vacíos,
a pesar de no haber olvidado al niño del triciclo
—y aquí juró que nunca lo haré—
ayer amanecí pronto, trabajé, me duché,
al salir del portal me recibió un cielo azul de primavera,
reñí a mis hijos, los llevé al colegio, un gorrión
picoteaba la mano de una anciana, un café de trago,
trabajé, comí, me llegaron como siempre
—a la hora de siempre— los correos
de préstamos gratuitos, ofertas de rólex,
viagra y pastillas para dormir…, y a última hora
la llamada de esa gente tan amable y pertinaz de vodafone.
Y ya entrada la noche llegué a casa para el rutinario paripé
de cubrir a los niños ya dormidos
a una lágrima de cocodrillo de soltar aquello de
«lo hago por vosotros».
Arropé con un beso a mi compañera,
apagué las luces, encendí la tele y me dormí
al compás de una oferta de cuchillos del teletienda
sabiendo que mañana era martes
y recitaba con mi querido amigo Camilo.

El brillo de mi consciencia duró
lo que se tarda en leer:
«un cielo azul, un gorrión, una anciana, un beso
y un sueño en Libertad».

Y es que a pesar de los pesares,
maldita sea,
el tiempo endurece el corazón
hasta que, llegado el momento, se ablanda…,
como lo hizo el corazón de la madre
que encabeza estos versos.
Corazón blando, corazón de otoño,
cuando me dices: «cómo pasa el tiempo»
lo dices con el timbre de quien lo comprende todo,
y no es tristeza, es levedad, es la fruta madura del ser
que se desnuda y se entrega a uno mismo
suspendida en la calma de su tallo.

Ese momento llega
cuando la vida celebra el fin de su carnaval
y la pita florece majestuosa en nuestro pecho
mientras aquellos vacíos que fueron de plomo
se vacían sin reclamar nada a cambio
disolviéndose en esa paz del amanecer
que nos regala

nuestro más íntimo ocaso.​



Kalkbadan
En Madrid, a 31 de mayo de 2019
Última edición por Andreas S. el Mar, 11 Jun 2019 7:27, editado 19 veces en total.
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Rosa Marzal
Mensajes: 3902
Registrado: Jue, 02 May 2013 20:05
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Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Rosa Marzal »

Andreas S. escribió:NUESTRO MÁS ÍNTIMO OCASO

Estaba pedaleando en mi triciclo
de faritos azules
cuando mi abuela salió a la veranda, se detuvo,
y voló su mirada hasta encontrar la de mi madre.
Aquella tarde todos se abrazaron
como se abrazan los finales
.
Era verano, las libélulas agitaban sus papiros
y el estanque era un océano
esperando la nave de un corsario.
Fue la primera vez que supe de la tristeza
en la mirada de un hombre.
Muchos años después
estaba paseando con mi hermana.
Recuerdo que nevaba como nunca.
Era en esas fechas en que la gente
se saluda por la calle como si se conociera
y los cláxones y los escaparates son seres amables.
Girasoles blancos se posaban en las prendas
de esa humanidad predispuesta a la felicidad
cuando una llamada lo apagó todo...
Pegado al ventanuco de un avión
el bellísimo trazo de una estrella fugaz
me confirmó el desastre de mi vida.

Aquel niño que fui, aquella noche,
se bajo del triciclo
y comenzó a caminar desnudo ante el mundo
sobre un espeso manto de nieve
.

Después, se sucedieron otras tantas estrellas fugaces
cumpliendo con la inexorable pauta natural.

Pero la insoportable y tremenda paradoja
es que a pesar de todas las estrellas fugaces,
a pesar de no haber olvidado al niño del triciclo
—y aquí juró que nunca lo haré—
hoy amanecí pronto, trabajé, me duché,
al salir del portal me recibió un azul de primavera,
abronqué a mis hijos, los llevé al colegio, un gorrión
picoteaba la mano de una anciana, un café rápido,
trabajé, comí, me llegaron los correos
de préstamos gratuitos, ofertas de rólex,
viagra y pastillas para dormir… y a última hora
la llamada de esa gente tan amable y pertinaz de vodafone.
Al llegar a casa acosté a los niños ya acostados
y con un beso arropé a mi compañera y me dormí
al compás de una oferta del teletienda
sabiendo que mañana era martes
y recitaba con mi querido amigo Camilo.

El brillo de mi consciencia duró aquel día
lo que se tarda en leer:
«un cielo azul, un gorrión, una anciana, un beso
y un sueño en Libertad».


Y es que a pesar de los pesares
el tiempo endurece el corazón
hasta que, llegado el momento, se ablanda…,
como lo hizo el corazón de la madre
que encabeza estos versos.
Corazón blando, corazón de otoño,
cuando me dices: «cómo pasa el tiempo»
lo dices con el timbre de quien lo comprende todo,
y no es tristeza, es levedad, es la fruta madura del ser
que se desnuda y se entrega a uno mismo
suspendida en la calma de su tallo.


Ese momento llega
cuando la vida celebra el fin de su carnaval
y la pita florece majestuosa en nuestro pecho
mientras aquellos vacíos que fueron de plomo
se vacían sin reclamar nada a cambio
disolviéndose en esa paz del amanecer
que nos regala

nuestro más íntimo ocaso.​



Kalkbadan
En Madrid, a 31 de mayo de 2019

Ese niño del triciclo permanece latente en nosotros a pesar de todos los ocasos.

Me ha gustado mucho este poema, Andreas.

Un abrazo.
Pilar Morte
Mensajes: 30645
Registrado: Mié, 09 Abr 2008 10:21

Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Pilar Morte »

Me encantó el poema que al leerlo no decae el interés por llegar al último verso.
Felicidades.
Abrazos
Pilar
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Luis M
Mensajes: 6645
Registrado: Dom, 11 Nov 2012 20:48
Ubicación: España

Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Luis M »

Precioso poema, Andreas, y bueno, quizás un día algunos encontremos la paz de ese amanecer, pues de momento mi ocaso anda algo jodido y tormentoso, pero en fin, habrá que tener fe ;-). Coincido con Rosa en la especial belleza de los versos que destaca.
Mis felicitaciones, querido amigo, y un gran abrazo.
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Rosa Marzal escribió:
Andreas S. escribió:NUESTRO MÁS ÍNTIMO OCASO

Estaba pedaleando en mi triciclo
de faritos azules
cuando mi abuela salió a la veranda, se detuvo,
y voló su mirada hasta encontrar la de mi madre.
Aquella tarde todos se abrazaron
como se abrazan los finales
.
Era verano, las libélulas agitaban sus papiros
y el estanque era un océano
esperando la nave de un corsario.
Fue la primera vez que supe de la tristeza
en la mirada de un hombre.
Muchos años después
estaba paseando con mi hermana.
Recuerdo que nevaba como nunca.
Era en esas fechas en que la gente
se saluda por la calle como si se conociera
y los cláxones y los escaparates son seres amables.
Girasoles blancos se posaban en las prendas
de esa humanidad predispuesta a la felicidad
cuando una llamada lo apagó todo...
Pegado al ventanuco de un avión
el bellísimo trazo de una estrella fugaz
me confirmó el desastre de mi vida.

Aquel niño que fui, aquella noche,
se bajo del triciclo
y comenzó a caminar desnudo ante el mundo
sobre un espeso manto de nieve
.

Después, se sucedieron otras tantas estrellas fugaces
cumpliendo con la inexorable pauta natural.

Pero la insoportable y tremenda paradoja
es que a pesar de todas las estrellas fugaces,
a pesar de no haber olvidado al niño del triciclo
—y aquí juró que nunca lo haré—
hoy amanecí pronto, trabajé, me duché,
al salir del portal me recibió un azul de primavera,
abronqué a mis hijos, los llevé al colegio, un gorrión
picoteaba la mano de una anciana, un café rápido,
trabajé, comí, me llegaron los correos
de préstamos gratuitos, ofertas de rólex,
viagra y pastillas para dormir… y a última hora
la llamada de esa gente tan amable y pertinaz de vodafone.
Al llegar a casa acosté a los niños ya acostados
y con un beso arropé a mi compañera y me dormí
al compás de una oferta del teletienda
sabiendo que mañana era martes
y recitaba con mi querido amigo Camilo.

El brillo de mi consciencia duró aquel día
lo que se tarda en leer:
«un cielo azul, un gorrión, una anciana, un beso
y un sueño en Libertad».


Y es que a pesar de los pesares
el tiempo endurece el corazón
hasta que, llegado el momento, se ablanda…,
como lo hizo el corazón de la madre
que encabeza estos versos.
Corazón blando, corazón de otoño,
cuando me dices: «cómo pasa el tiempo»
lo dices con el timbre de quien lo comprende todo,
y no es tristeza, es levedad, es la fruta madura del ser
que se desnuda y se entrega a uno mismo
suspendida en la calma de su tallo.


Ese momento llega
cuando la vida celebra el fin de su carnaval
y la pita florece majestuosa en nuestro pecho
mientras aquellos vacíos que fueron de plomo
se vacían sin reclamar nada a cambio
disolviéndose en esa paz del amanecer
que nos regala

nuestro más íntimo ocaso.​



Kalkbadan
En Madrid, a 31 de mayo de 2019

Ese niño del triciclo permanece latente en nosotros a pesar de todos los ocasos.

Me ha gustado mucho este poema, Andreas.

Un abrazo.
¡Hola, Rosa! Me alegra de veras que te hayan gustado estos versos. La paradoja es que a´un estando tan latente ese niño del triciclo y empachados de vacíos como estamos seamos tan irresponsables a veces con nuestra propia vida. Pareciera como que de alguna manera ese corazón joven y duro no fuera consciente del todo -quizá porque no le toca- que esto se acaba.
Muchas gracias por pasar. Nos leemos.
¡Un abrazo!
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Pilar Morte escribió:Me encantó el poema que al leerlo no decae el interés por llegar al último verso.
Felicidades.
Abrazos
Pilar
¡Hola, Pilar! Me alegra saber que fue de tu gusto este poema.
Un abrazo y gracias por tu lectura.
Andreas S.
Mensajes: 108
Registrado: Mié, 23 Nov 2016 22:02

Re: Nuestro más íntimo ocaso

Mensaje sin leer por Andreas S. »

Luis M. escribió:Precioso poema, Andreas, y bueno, quizás un día algunos encontremos la paz de ese amanecer, pues de momento mi ocaso anda algo jodido y tormentoso, pero en fin, habrá que tener fe ;-). Coincido con Rosa en la especial belleza de los versos que destaca.
Mis felicitaciones, querido amigo, y un gran abrazo.
¡Mi querido Luis! Qué escampe la tormenta, compañero. Que de esa rebelión tuya amanezca un cielo limpio.
Un abrazo enorme, Luis. Y ánimo con todo, amigo.
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