Desencanto

[Ana Muela Sopeña]

Aterricé en tu sueño, sin certezas, como cálida diosa del instinto, sabiendo que el amor era una imagen atrapada en tu mundo familiar. Supuse que tus álbumes de estío podrían esperar a la belleza en mitad de las cúpulas de piedra de la catedral de Notre Dame. Las gárgolas dormidas se afanaron en demostrar que todo fue un teatro, luces entrelazadas con despistes de carreras de viento en la tormenta. Un laberinto lleno de contrastes se llevó los misterios de la lluvia al tiempo que la herida melancólica comenzó su trayecto existencial. El tren de las guaridas se hizo híbrido al insistir en reinos de lo oscuro, amarrando los cuentos a la sangre. Un desencanto triste se hizo umbral de todo lo que hería lo sensible al llegar el secreto de la vida. Lo tierno se inclinó hacia los detalles, dentro de las esferas de la luna. Un círculo de códigos ocultos me susurró al oído las palabras, esas que se quedaron en tu cofre que nunca pronunciaste en la ebriedad.


Ana Muela Sopeña

[Lunamar Solano]

Sensibles y con emotiva sonoridad tus versos querida amiga... hermoso el recorrido de imágenes...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Nancy, por leerme y brindarme tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

[Antonia Mauro]

Es una genialidad el cierre Ana.te refieres a que ellos, como los niños, siempre dicen la verdad?

Yo ya no sé quién miente y quién dice la verdad.

Muy buen poema Ana.

Un abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

Hola, Antonia:

La verdad es que no me había parado a pensar en los conceptos de verdad y mentira.

Más bien hablo de la construcción de los símbolos. Los hombres construyen y destruyen los símbolos que animan la existencia. Las mujeres más bien cuidamos y protegemos esos símbolos. Para nosotras, que estamos más cerca de la vida, la construcción y la protección tienen sentido. La destrucción y la no protección no. Sin embargo, el mundo cambia y evoluciona por ese ciclo incesante de construcción, destrucción y construcción. En fin... elucubraciones mías.

Un beso
Ana

[Antonia Mauro]

Hola, Antonia:

La verdad es que no me había parado a pensar en los conceptos de verdad y mentira.

Más bien hablo de la construcción de los símbolos. Los hombres construyen y destruyen los símbolos que animan la existencia. Las mujeres más bien cuidamos y protegemos esos símbolos. Para nosotras, que estamos más cerca de la vida, la construcción y la protección tienen sentido. La destrucción y la no protección no. Sin embargo, el mundo cambia y evoluciona por ese ciclo incesante de construcción, destrucción y construcción. En fin... elucubraciones mías.

Un beso
Ana

Muchas gracias por la explicación. Eres muy amable.

Tengo muchas dudas de que estemos evolucionando, creo que todo lo contrario, estamos involucionando. Y tal vez sea mucho mejor, hasta convertirnos otra vez en monos.

Ojalá, actuar por instinto y fuera sentimientos, porque así perdemos, todos.

Yo ya dije mil veces que me pido Chita, colgarme en una rama y a mirar al cielo y a comer cocos, sin más pretensiones: sólo vivir.

Elucubraciones de las 4:42 am, que no es Antonia Mauro.

Otro para ti. Y gracias.

[Ana Muela Sopeña]

Hola, Antonia:

Razón no te falta. Es un tema para reflexionar.

Un fuerte abrazo
Ana

[Pilar Morte]

Me gustaron las reflexiones del poema y las posteriores de ambas.
Un placer leerte.
Abrazos
Pilar

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Pilar, por brindarme tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

[Josefa A. Sánchez]

Unas palabras para la reflexión. Merece más de una lectura.
Un abrazo.
Pepa

[Pablo Ibáñez]

Ana,

me gusta este texto de prosa poética, amiga. Consigues atrapar al lector en una red de sensaciones muy personales, muy íntimas. Buenos inventos que llaman la atención desde la primera lectura, como éste:

Lo tierno se inclinó hacia los detalles

Me gusta mucho.

Abrazos.

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Pepa, por venir:

Un beso
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Pablo, por brindarme tus palabras.

Besos
Ana

[E. R. Aristy]

Aterricé en tu sueño, sin certezas, como cálida diosa del instinto, sabiendo que el amor era una imagen atrapada en tu mundo familiar. Supuse que tus álbumes de estío podrían esperar a la belleza en mitad de las cúpulas de piedra de la catedral de Notre Dame. Las gárgolas dormidas se afanaron en demostrar que todo fue un teatro, luces entrelazadas con despistes de carreras de viento en la tormenta. Un laberinto lleno de contrastes se llevó los misterios de la lluvia al tiempo que la herida melancólica comenzó su trayecto existencial. El tren de las guaridas se hizo híbrido al insistir en reinos de lo oscuro, amarrando los cuentos a la sangre. Un desencanto triste se hizo umbral de todo lo que hería lo sensible al llegar el secreto de la vida. Lo tierno se inclinó hacia los detalles, dentro de las esferas de la luna. Un círculo de códigos ocultos me susurró al oído las palabras, esas que se quedaron en tu cofre que nunca pronunciaste en la ebriedad.


Ana Muela Sopeña

Hay un fuego que arrastra casi con todo en éste singular poema-prosa. Todo fue un teatro, luces de contrastes, carreras de viento, cuentos amarrados en la sangre (esto es genial!) y esos laberintos por debajo, esos códigos oscuros, detrás de cualquier ebriedad del alma, ah! Lo indecible! Me parece un escrito que a pesar de innumerables símbolos, al parecer a propósito, simplemente nos señala que hay algo debajo de la superficie. Un buen escrito que necesita un par de lecturas por venir envuelto en capas, algo así como son todas las revelaciones. Un abrazo grande, Ana. ERA

[Ana Muela Sopeña]

Sí, Era, esa es la cuestión. Lo oculto dentro de lo oculto. Lo que subyace...

Gracias por tus palabras
Un beso grande
Ana