Malditos,
cabrones, hijos de puta y canallas franceses:
algunos que os decís poetas;
mis queridos todos,
reconozco que soy feliz.
Exterminada la multitud molesta
os puedo amar
arrinconado por Sevilla,
Granada en la montera
y Murcia por estribo.
Puedo sacar mas color de las urnas
si amanecen las flores
y
retorno al incesto,
como lo había convenido,
porque él, sazona mi bienestar.
Porque nadie putea más que una Madre,
ni más que un Dios;
cuando se enquistan son canela y fuego:
un velo de meiga violenta
junto al ardor de unas lagartijas que Yungo
destiló en paredes sin voz.
Sus besos.
Es mejor follarla:
"Ave María,
la que vuela a la cazuela".
Madre muerta/madre puesta.
Y...
— ¿Cómo quiere usted
que beba sin sed? - Dije al tabernero-.
— ¿Y cómo yo sirvo sin saber?
Con espasmos de hierbabuena, la belleza
es ausencia de tiempo;
el lagar, un gusano que rompe los huesos de la memoria.
Mójate los zapatos de ola fresca,
pañuelo gitano al cuello.
Y ella me hacía arroz con leche y caracoles
al Cristo. Los curas, en la sacristía, me la chupaban por misericordia;
mientras, recordaba sus besos.
Y así, entre pucheros y otras cosas, se generaron mis frustraciones;
las mismas que ahora transito con mis hijos.
Nunca hubiera dejado de matar a mi padre por amor,
ni lo hubiera dejado morir solamente porque lo quiero.
¡Maldita la lejanía cuando
un accidente se lo llevó!
¡Cómo bendigo al tiempo! Concedió a mi madre
la entropía,
no saber ya su nombre ni el mío.
Ahora me dice/y yo le digo:
— Soy tu amante, pero sólo por bulerías:
el mundo es flamenco.
En el laboratorio de nuestra mente,
está el limbo
que la Iglesia envidiosa negó después de joder mucho.
Porque con la debida impaciencia
y el respeto que ustedes se merecen,
casi siempre
se cumplen nuestros sueños.
San Armilo Bueno