Lo que yo digo es que muchas veces es mejor el olvido que la memoria selectiva,
a qué cargar con huéspedes desnucados en la conciencia,
también digo que es mejor el ruido que el sonido,
por la mera razón del caos, lo cual es armonía con el panorama terrestre.
También a qué malgastar palabras o saliva, símbolos o gestos,
para los mimos y payasos y arlequines y juglares.
El mensaje no existe, las opiniones están sujetas con brida,
y se resumen a un carpe diem.
Yo deshago toda esta banalidad cuando hago arte.
Que me aspen si esto no es una obra maestra.
Quién quiere ir más allá más que cuando está a punto de palmarla.
Más que cuando ya sabe que la palma.
Carpe diem, to be or not to be.
Calaveras.
Toda la humanidad en el mismo saco.
Ego Summum es Dios.
La sensibilidad es para los débiles.
Vicios, juicios y prejuicios.
Carpe diem, dicen.
Me cago en su alma.
Ya quisieran volver a nacer, hijos de perra.
Si se dan por aludidos es porque no sacan a relucir su lado oscuro.
Lo cual no me atañe en absoluto.
Yo soy Dios, pero no el Dios en el que creen.
Es por ello que voy por libre.
De dónde iban a venir todos estos discursos, sermones y monsergas.
Más que para subirme el ego.
Esto no es personal, es sublime.
La tinta con que escribo solo escribe en este sentido.
El único que existe.
Dios no es un veleta.
Dios aspira su último aliento.
Cuestiones terrenales, abran hueco.
Este Dios hace eco.
Es lo que tiene estar hueco por dentro.