nuevo aporte a la locura

[Marius Gabureanu]

Otra vez me visitas, tristeza,
para ducharte en mis ojos.
Y tu jabón son letras; hice cálculos
y te dedico sangre que ya no tengo, tristeza,
la derramé aquel día cuando tú y yo
mirábamos un número impar de ciervos
queriendo cruzar la autovía
y los camiones los atropellaban,
camiones llenos de almohadas, tristeza,
tú también te desangrabas frente a mis ojos;
tal vez me buscas porque eres un cuerpo vacío de sangre, tristeza,
y soy tu espejo.

Al volante siempre había hombres tatuados
como si no les importara atropellar ciervos.
Bajaban de su trono de impureza
y fumaban cigarrillos mentolados, dando tiempo a que su cerebro
asimilara la razón de ese número impar de ciervos,
y miraban las ruedas de sus camiones, preocupados
porque sus cuernos las había punzado.
Tú y yo, tristeza, de repente disimulando un tango de ciervos agónicos.

Pero esta vez, tristeza, seré yo el camionero
y tú un número impar de ciervos.

[Rosa Marzal]

Un poema impactante y de enorme fuerza dramática.

Es muy significativa esa inversión de roles de los últimos versos. Me ha gustado mucho.

Mis aplausos, querido amigo.

Abrazos.

[Hallie Hernández Alfaro]

Otra vez me visitas, tristeza,
para ducharte en mis ojos.
Y tu jabón son letras, hice cálculos
y te dedico sangre que ya no tengo, tristeza,
la derramé aquel día cuando tú y yo
mirábamos un numero impar de ciervos
queriendo cruzar la autovía
y los camiones los atropellaba,
camiones llenos de almohadas, tristeza,
tú también te desangrabas frente a mis ojos,
tal vez me buscas porque eres un cuerpo vacío de sangre, tristeza,
y soy tu espejo.

Al volante siempre había hombres tatuados
como si no les importaba atropellar ciervos.
Bajaban de su trono de impureza
y fumaban cigarrillos mentolados, dando tiempo que su cerebro
asimile la razón de ese numero impar de ciervos
y miraban las ruedas de sus camiones, preocupados
que sus cuernos las había punzado.
Tú y yo, tristeza, de repente disimulando un tango de ciervos agónicos.

Pero esta vez, tristeza, seré yo el camionero
y tú un numero impar de ciervos.

Grandioso; es un poema maestro, simbólicamente maestro. Pediría yo un turno para recibir su cátedra de luz. La inversión de los últimos versos no me extraña; es genialidad y verdad al mismo tiempo. Desde aquí puedo mirar el camino nuboso y matemático, puedo mirar a la tristeza convertida en número impar de ciervos, puedo saber que no tendrás compasión alguna con apartarla, descalificarla, hacerla desparecer de todas las visones. Mi confianza en tu poeta es absoluta, creo firmemente en tu poder ultrahumano.

Abrazos, amigo del alma.

[Guillermo Cumar]

Saca, Marius, provecho de la tristeza. no permitas que te unda ni que te pueda, y perrmite que los d¡'ciervos crucen la autovía.
Cuando pasen podrás seguir mirando de frente.

Un abrazo

[Marius Gabureanu]

Querida amiga, muchas gracias por hacer sentida tu presencia. Me alegro que te gustaran estos versos, en los que tuve que insistir. Lo de los ciervos, te cuento, que cuando tenía unos pocos años, mi padre emigró a Irán, por razones de trabajo, y al volver, entre otras cosas, trajo una pintura de ciervos en agonía, y todos los hijos , que somos cuatro, tres hermanos y una hermana, quedamos como hechizados. A mí me tocó que escribir sobre esto. El que realmente se quedó con la pintura fue mi hermano del medio, que fisicamente, se parece a mi padre. Yo, por el rostro, soy todo mi madre. Ahora me vigilan los recuerdos, Rosa. Muchos abrazos, querida amiga.

[Pilar Morte]

Jo, Marius, un poema impactante, además después de leer tu respuesta el sentido aumenta. Un final muy bueno para cerrar este fantástico poema. Felicidades
Besos
Pilar

P.D. yo también soy chica con tres hermanos

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo, amigo Marius.
Abrazos.

[Ventura Morón]

Transporta amigo. Las imágenes se tatúan en el sentimiento, en la memoria. El mundo desde su indiferencia, ejecutando la inocencia. La sensibilidad del observador que rebusca la belleza en lo implacable, la brusca necesidad de ser otro, de ser uno más, para poder librarse del sentimiento que empuja hacia la desesperación de no poder cambiar las cosas.
Tan tan hermoso y revelador leerte siempre.
Abrazo gigante, aquí estoy Marius

[Pablo Rodríguez Cantos]

Hola, Marius. Hay una cosa que me gusta mucho de tus poemas, y es que la estructura me queda muy clara: a pesar de la exhuberancia de las imágenes, el armazón sólido me permite disfrutar mucho de tus propuestas. Aquí destaco es especie de miniestribillo o ritornello "tristeza" y la curiosa gregería inicial. Saludos.

[enrique sanmol]

La tristeza en los ojos de un ciervo atropellado, alguien que parece querer emparejarse y hacer que el número termine siendo par, alguien que quiere estar al otro lado del cristal, inmune a la sangre, lejos de la memoria.

Un cordial saludo.

[Lunamar Solano]

Un recorrido de imágenes intenso de emociones que atrapa y sobrecoge querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Tito Mann]

Otra vez me visitas, tristeza,
para ducharte en mis ojos.
Y tu jabón son letras; hice cálculos
y te dedico sangre que ya no tengo, tristeza,
la derramé aquel día cuando tú y yo
mirábamos un número impar de ciervos
queriendo cruzar la autovía
y los camiones los atropellaban,
camiones llenos de almohadas, tristeza,
tú también te desangrabas frente a mis ojos;
tal vez me buscas porque eres un cuerpo vacío de sangre, tristeza,
y soy tu espejo.

Al volante siempre había hombres tatuados
como si no les importara atropellar ciervos.
Bajaban de su trono de impureza
y fumaban cigarrillos mentolados, dando tiempo a que su cerebro
asimilara la razón de ese número impar de ciervos,
y miraban las ruedas de sus camiones, preocupados
porque sus cuernos las había punzado.
Tú y yo, tristeza, de repente disimulando un tango de ciervos agónicos.

Pero esta vez, tristeza, seré yo el camionero
y tú un número impar de ciervos.

MARIUS, la imagen de esos ciervos que cruzan en la autopista es lo que queda en mi al leer este poema conpungido con el dolor de a civilización. TITO

[Marius Gabureanu]

Hallie, querida amiga, muchos de los comentarios que hiciste a mis poemas siempre quedaran en mi corazón como una fuerza indiscutible, de las que hace que los camellos vivan su vida feliz en el desierto. Feliz fin de semana y gracias.

[J. J. Martínez Ferreiro]

"y te dedico sangre que ya no tengo, tristeza,
la derramé aquel día cuando tú y yo
mirábamos un número impar de ciervos
queriendo cruzar la autovía
y los camiones los atropellaban,
camiones llenos de almohadas, tristeza,
tú también te desangrabas frente a mis ojos"

Ahí estás tú, ...y tu genio, amigo Marius. Hay que estar genéticamente dotado para el arte para llegar a desentrañar de la imaginación una serie de metáforas que interaciónando entre sí generan un símbolo poderoso donde las palabra ya no son lo que significan normalmente para pasar a significar otra cosa, esa que yace escondida dentro de nosotros y que el artista nos la desvela, eso es poesía con letras mayúsculas.
¿Puede haber algo más triste que "el cuadro" de cientos de almohada ensangretadas mezclada con cuerpos de ciervos en medio de una carretera?

Un fuerte abrazo, Marius. Me saco el sombrero.

[Luis M]

Comparto totalmente el comentario de Ferreiro, esa imagen de las almohadas ensangrentadas por los cuerpos de ciervos en la carretera es una una absoluta genialidad. Mis sinceras felicitaciones y un gran abrazo, querido amigo.