La ira del personaje ignorado(el guardadamas de Las Meninas)

[Ramón Carballal]

Nicolasito, Nicolasito, ¡deja en paz al mastín!
¿Por qué celebramos a la niña en su nimbo de luz?
Veo la calzas de don Diego, las meninas obedientes,
el búcaro, -ay! que te sorprendí, Silvia, mirando a tu sombra
o al esbozo de los reyes o a ti misma en la pintura-.
Sonríe doña Margarita, bucles dorados, impúber entre ropajes argentinos,
sorprendida por el oro de los pliegues, amenaza la luz con la paciencia del día.
El pintor se obnubila ante el esbozo, mentalmente desnuda el devenir,
crepita en su ser la magnitud del lienzo.
MariBárbola, hostil, maciza, casi granate,
es una extraña en la atmósfera de la cautividad.
Nicolasito,¡¡deja ya al mastin!! Y yo, en la penumbra del trasluz,
inquiero verdades, soporto el imperio de una estirpe fatua,
la mujer que diserta no me atiende, el curioso perfil de la reina no me invoca.
Gorgueras, jubones,basquiñas,verdugados, joyas y relieves,
el blanco y el negro, la claridad que apenas fulge en la plenitud de la sala.
Y todo inmóvil, estático como en un reflejo: la puerta donde se diluye el aponsentador,
cuadros de mitos insomnes igual que ropajes ambiguos sin densidad ni hoy.
Nadie me dijo que sería nadie ante los ojos del mundo.
Denuncio, pues, la impresión altiva que don Diego desdeñó
al convertirme en el rostro desvaído, la bruma en la escena
de este óleo que, negando su gloria, para siempre maldigo.

[Antonia Mauro]

Sé que no tiene nada que ver con tu cuento, pero al leer Nicolasito,
me he acordado de momento de la infancia, infancia de que apenas sabía leer.

Gente a la que recuerdo con cariño infinito y nunca me olvidé de ellos ni les olvidaré, y la pena de no volver a verles.

Eran vecinos, vivíamos en Vigo. Mi padre trabajaba en el Bahía, cuando era el Bahía, y un compañero suyo vivía en nuestro bloque, justo encima, Era una familiia de Granada, encantadores, maravillosos, él se llamaba Nicolás y ella Concha, y sos dos hijos: Conchitín y Nicolasin, jajajaj, no se estrujaron la cabeza.

Y nuestro vecinos del mismo rellano, de Sevilla, Mariano y Carmen. Él era visitador méeico y yo iraba de reojo desde la puerta entreabierta de su despacho, y le veía alli ante aquella mesa y su traje y no me atrevía ni a hablar, le miraba con auténtico respeto.
Pero nos daba unos caramelos de fresa riquísimos.

Y eso me has hecho recordar, y cada vez que me acuerdo imagina qué me pasa.

Ea gente, tan maravillosa, salvaron unas cuantas veces a mi madre.

Un abrazo, y gracias por haber hecho que me acordase de ellos, hacía tiempo que nome venían a la cabeza.
Me encantaría volver a verles, pero no recuerdo sus apellidos para buscarles en redes sociales, ahora que es sumamente fácil.

Anda que vaya cosas cuento-

[Ramón Carballal]

Me alegra que hayas compartido esta historia tan entrañable conmigo. En un edificio al lado del Hotel Bahía vivía mi hermana, ya fallecida. Alguna vez nos tomamos algo en el bar de ese Hotel, muy acogedor por cierto. Un abrazo, Antonia.

[Pilar Morte]

Cualquier tema, para ti, es válido cuando se trata de hacer poesía. Genial, la forma de afrontar este poema. Felicidades.
Besos
Pilar

[Lunamar Solano]

La mirada que escudriña, que consigue y despunta la voz tatuada... siempre grandes tus versos querido amigo...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Rafel Calle]

Tan hermoso como interesante, amigo Ramón, donde además dejas muestras de tu ingenio.
Abrazos.

[Ramón Carballal]

Cualquier tema, para ti, es válido cuando se trata de hacer poesía. Genial, la forma de afrontar este poema. Felicidades.
Besos
Pilar

Gracias, Pilar, por tu lectura y generoso comentario. Un abrazo.