Editorial Alaire

Marius Gabureanu escribió:Amor, cuántas noches
hemos editado el olvido
borrando sus estigmas de nieve,
sus pisadas sobre el hielo de un beso,
y, abreviando el vidrioso temblor
de los seres inconexos que nos patrullan,
hemos conseguido palidecer juntos...
Nuestros cuerpos eran latigazos de la lujuria.
Amor, no hay más verdad que la que te ofrece
destrozar los recuerdos.
No seas tímida, deja que los amaneceres tengan cartas sin leer
y las hormigas sigan su marcha hacia la chimenea encendida
porque ellas se incineran de vivas, según tus besos.
Te había advertido que, la luz que más hiere
es la de un fuego vislumbrando falta de abrazos
y por las grietas insensibles a su origen
entra lo que ha de extinguirse.
Tú aplastabas la primera hormiga de la fila
para que las otras quedaran desorientadas
como si pudieras borrar la s de la soledad
y quedar con muchas letras sin significado.
Y las llamábamos por su nombre completo,
las llamábamos hierro de sombras.
No tapes las grietas, murmurabas después de eyacular sobre tu piel
sabiendo que las miradas sucias
nacen de la obediencia.
Mientras hojeábamos la biblia del polvo.
Mientras sobre tu piel brillante como versos ateos
la ceniza de las hormigas dibujaba
una luz agresiva, una luz
que pertenece al primer intento de caminar de los recién nacidos.

Marius Gabureanu escribió: ↑Mié, 23 Ene 2019 19:48 No seas tímida, deja que los amaneceres tengan cartas sin leer
y las hormigas sigan su marcha hacia la chimenea encendida
porque ellas se incineran de vivas, según tus besos.

Tú aplastabas la primera hormiga de la fila
para que las otras quedaran desorientadas
como si pudieras borrar la s de la soledad
y quedar con muchas letras sin significado.

Marius Gabureanu escribió: ↑Mié, 23 Ene 2019 19:48 Amor, cuántas noches
hemos editado el olvido
borrando sus estigmas de nieve,
sus pisadas sobre el hielo de un beso,
y, abreviando el vidrioso temblor
de los seres inconexos que nos patrullan,
hemos conseguido palidecer juntos...
Nuestros cuerpos eran latigazos de la lujuria.
Amor, no hay más verdad que la que te ofrece
destrozar los recuerdos.
No seas tímida, deja que los amaneceres tengan cartas sin leer
y las hormigas sigan su marcha hacia la chimenea encendida
porque ellas se incineran de vivas, según tus besos.
Te había advertido que, la luz que más hiere
es la de un fuego vislumbrando falta de abrazos
y por las grietas insensibles a su origen
entra lo que ha de extinguirse.
Tú aplastabas la primera hormiga de la fila
para que las otras quedaran desorientadas
como si pudieras borrar la s de la soledad
y quedar con muchas letras sin significado.
Y las llamábamos por su nombre completo,
las llamábamos hierro de sombras.
No tapes las grietas, murmurabas después de eyacular sobre tu piel
sabiendo que las miradas sucias
nacen de la obediencia.
Mientras hojeábamos la biblia del polvo.
Mientras sobre tu piel brillante como versos ateos
la ceniza de las hormigas dibujaba
una luz agresiva, una luz
que pertenece al primer intento de caminar de los recién nacidos.