Estaciones sentimentales XXIX – Un recuerdo de amor
Publicado: Vie, 21 Dic 2018 20:25
I
Ella tenía niebla bajo la falda
y nos observaba de pie, en silencio,
emanando sus brazos
una exuberancia de aromas
que remontaba por las blanquísimas vigas
como una brisa ardiente que hurgaba en las maderas.
Había charcas agrietadas, podridas,
entre las dunas del tiempo
triturado, siempre revuelto,
como en los anchos mares de Alejandría.
Sí, las estrellas del verano
fluían en los ojos muertos,
creando imágenes insólitas
que confluían rotas y encrespadas
como las cuerdas paralelas
de las olas
cuando se acercan a las playas.
En aquel recuerdo de amor
la tierra descubría
sus más profundos pensamientos.
Morían los pozos agua abajo
y arriba se veían cruzar muy lentamente
navíos fantasmales.
Las rejas del cielo lo abarcan todo,
y la única forma de vencer el vacío
es resistir el hierro incrustado en los ojos.
Ella tenía niebla bajo la falda
y nos observaba de pie, en silencio,
emanando sus brazos
una exuberancia de aromas
que remontaba por las blanquísimas vigas
como una brisa ardiente que hurgaba en las maderas.
Había charcas agrietadas, podridas,
entre las dunas del tiempo
triturado, siempre revuelto,
como en los anchos mares de Alejandría.
Sí, las estrellas del verano
fluían en los ojos muertos,
creando imágenes insólitas
que confluían rotas y encrespadas
como las cuerdas paralelas
de las olas
cuando se acercan a las playas.
En aquel recuerdo de amor
la tierra descubría
sus más profundos pensamientos.
Morían los pozos agua abajo
y arriba se veían cruzar muy lentamente
navíos fantasmales.
Las rejas del cielo lo abarcan todo,
y la única forma de vencer el vacío
es resistir el hierro incrustado en los ojos.