
horizontes perdidos por la sal vespertina,
el canto de las aves, las frondosas y verdes capas de la esperanza,
cantos sin nombre, sin idioma, que algún cielo acapara,
allí donde los ojos escapan de edificios, mares, nubarrones,
es incluso ese sol alimento de espejos,
nos cubrimos del viento,
nos amamos aliento con aliento,
ilusiones que el tiempo refresca en la memoria,
vivencias que de pieles y caricias no serán olvidadas.
Has tocado mis poros,
me he bañado en tu carne, y en tus besos.
Paraísos sin dueño, tus sendas de calor y de lluvia acolchada,
sudores sin cadenas, pestañeos, miradas,
mientras nos despedimos para siempre, las montañas se elevan.