El Lechuga y su cuadrilla
Publicado: Jue, 04 Oct 2018 22:38
Pretende, este escrito, ser un pequeño homenaje a don Isidoro Cosío, “El Lechuga” (Carmona, 1873 – Santander, 1913). Fue un personaje muy popular de Cantabria. Torero de festivales benéficos, quedó inmortalizado por el pintor José Gutiérrez Solana en su cuadro “El Lechuga y su cuadrilla”, que más abajo inserto.
Hace más de diez años que dediqué estos versos a Rosario Martín con estas palabras:
"Para ti Rosario; porque te gustan los toros, el flamenco y la libertad de ser libre". Sigue vigente la dedicatoria.
Fungía Isidoro Cosío
como oficio carpintero,
torero en los buenos ratos
con lances de gloria al viento:
pases de calcamonía,
remates y faroleos.
La Tauromaquia de Méndez
usaba con sentimiento
pues sabía desde chico
que así comienza el capeo.
Como no tenía toro
ni para escuela dinero,
con la esposa se medía
en el salón de su ruedo.
Ardiente de cornamenta,
ella le daba buen juego
para ser apoderada
de aquel extremado celo.
Y cuando exhausta caía
la reina del firmamento,
María de las Mercedes,
con su cintura de fuego,
era su gato adiestrado
un buen toro de repuesto.
Huraño, siempre embestía
con nobleza y mucho empeño.
Y dicen los entendidos
que al engaño entraba presto,
viendo el capote bailar
con el arte de su dueño.
De una plaza imaginaria
su alta figura es portento
con su cuadrilla recrea
elegancia y buen toreo;
sueña con ser la figura
que surta gloria a su pueblo.
Obró en su favor la suerte
un día de San Mateo
que le ofrecieron novillo
para aplaudir el evento.
Ella lo vistió de verde
con tal empaque y salero
que motivó el sobrenombre
que hoy, nosotros conocemos:
hechura de matador,
esperanza de un modesto.
Y en el primer revolcón,
pies juntos y sin recreo,
digno se elevó
el doctor
y si no llegó a matar
dicen que el pase de pecho,
lo dio entero
y cabal.
elPerroVil

N.B. La última estrofa del poema es un lance taurino que se llama la trinchereta.
Hace más de diez años que dediqué estos versos a Rosario Martín con estas palabras:
"Para ti Rosario; porque te gustan los toros, el flamenco y la libertad de ser libre". Sigue vigente la dedicatoria.
Fungía Isidoro Cosío
como oficio carpintero,
torero en los buenos ratos
con lances de gloria al viento:
pases de calcamonía,
remates y faroleos.
La Tauromaquia de Méndez
usaba con sentimiento
pues sabía desde chico
que así comienza el capeo.
Como no tenía toro
ni para escuela dinero,
con la esposa se medía
en el salón de su ruedo.
Ardiente de cornamenta,
ella le daba buen juego
para ser apoderada
de aquel extremado celo.
Y cuando exhausta caía
la reina del firmamento,
María de las Mercedes,
con su cintura de fuego,
era su gato adiestrado
un buen toro de repuesto.
Huraño, siempre embestía
con nobleza y mucho empeño.
Y dicen los entendidos
que al engaño entraba presto,
viendo el capote bailar
con el arte de su dueño.
De una plaza imaginaria
su alta figura es portento
con su cuadrilla recrea
elegancia y buen toreo;
sueña con ser la figura
que surta gloria a su pueblo.
Obró en su favor la suerte
un día de San Mateo
que le ofrecieron novillo
para aplaudir el evento.
Ella lo vistió de verde
con tal empaque y salero
que motivó el sobrenombre
que hoy, nosotros conocemos:
hechura de matador,
esperanza de un modesto.
Y en el primer revolcón,
pies juntos y sin recreo,
digno se elevó
el doctor
y si no llegó a matar
dicen que el pase de pecho,
lo dio entero
y cabal.
elPerroVil
N.B. La última estrofa del poema es un lance taurino que se llama la trinchereta.