Luis M. escribió:
No creo que las personas bienintencionadas se repartan por igual en los conjuntos que las encuadran.
Personalmente tengo en gran estima a los grupos humanos que se involucran en defender a los más débiles, ya se trate de personas o de animales.
Entiendo, Miguel, que tú y yo difícilmente podremos ponernos de acuerdo en esta cuestión.
Para mí los animales, por supuesto, no tienen la capacidad de reflexión de los humanos, pero sin ser humanos tienen sentimientos, en mayor o menor medida dependiendo de la especie. Un perro y más un chimpancé o un orangután tienen algunos sentimientos similares o muy parecidos al ser humano: el cariño, la gratitud, el miedo, la alegría, la curiosidad, incluso la capacidad de elegir (hasta un cierto punto, claro); no son vegetales ni máquinas. Los humanos no somos tan diferentes. simplemente tenemos el cerebro más desarrollado que ellos (aunque en muchos humanos esa diferencia sea casi imperceptible)
Y precisamente, también para mí, el amor por los animales nos hace más y mejores humanos, y por consiguiente mejores con nuestra propia especie.
Imbéciles los hay de todos los lados y los colores, también entre los animalistas, pero de lo que estoy convencido es que hay mucha más buena gente (lo que para mí significa buena gente y según mis principios y valores) en el grupo de los animalistas que en el de los taurinos. Lo cual tampoco significa que haya excepciones en ambos grupos.
En cuanto al poema, pues quizás debido al contexto en que se desarrolla y al estilo no me llega demasiado, no dudo de su mérito, y tratándose de un trabajo tuyo es imposible que sea malo, pero en verdad no es de mis poemas favoritos tuyos.
Un gran abrazo amigo.
Entiendo, porque ya hemos compartido algún tiempo leyéndonos, que este tipo de formatos y temas no sean los que más te gusten y aprecio que así lo manifiestes, con la confianza que nos tenemos. Pienso que el romance es una estructura hermosa, muy española; y que se adapta graciosamente bien a lo que pretendía exponer, que no es un manifiesto protaurino como es evidente. No creo desfasados ni anacrónicos los recursos que el poeta pueda utilizar en cada obra suya si el genio y el arte es lo que predomina, acorde a la plástica en la que está imbuido.
Sí nos puede servir este romance para intercambiar ideas y opiniones sobre el mundo del toro en lo que se refiere a su lidia; de su naturaleza biológica estamos ,creo, de acuerdo en lo que respecta a su belleza y los taurinos somos los primeros celosos de la genealogía, depuración fenotípica y respeto al animal, dentro y fuera del albero. Sé la distancia que nos separa en cuanto a la validez artística y ética de este evento se refiere pero ello me motiva, por tratarse de un poeta y amigo, por tratarse de una buena persona que busca a compartir conmigo estas ideas, a compartir lo que me lleva a defender la tauromaquia.
Excluyendo, con ciertos matices, grupos ya calificados a priori de violentos o dañinos -véase criminales o terroristas- sigo afirmando que la cantidad de buena o mala gente, se reparte por igual entre políticos, periodistas, españoles, franceses, deportistas, poetas, astrónomos, hombres y mujeres, médicos, religiosos, ateos, etc cada uno difiere en profesión, ideas, aspiraciones pero no en su corazón e interés en que su mundo, el nuestro, devenga cada días más amable a nuestra condición y existencia puntual.
La extrema vitalidad que se manifiesta en una corrida no existe en ninguna otra expresión artística, de ahí su convulsa y particular historia. Efímero, simbólico, a vida o muerte, intuitivo, técnico, alegórico, preciso; serían algunas de las características con la que definiría su estela y brillantez.
Una cosa es sentimiento, común en todos los seres vivos -vegetales incluidos-, y otra emoción, amor. Estas últimas no está demostrado que la tengan otras especies que no sea el hombre. Un animal evolucionado, como un perro, tiene fidelidad y apego al líder -está en su naturaleza gregaria-, pero no debemos confundir: la emoción la sentimos nosotros, los humanos, hacia él. Y emoción extrema es al arte de la Tauromaquia para algunos de nosotros que, sin intentar hacer proselitismo, queremos que por lo menos se nos respete en el contexto de igualdad que existe hoy en el mundo, donde se matan otros animales sin que la mayoría cuestione tal situación, por creerla normal: la alimentación; cosa en la que yo también creo.
Con el toro sólo se produce una leve deferencia: se realza su valor, se lo ensalza hasta convertir su estirpe en mito.
Un abrazo