Meditación Zen

[Pilar Morte]

Has salido del mundo de un sueño,
inútil viaje donde cuatro ruedas llevaron a la nada.
No suena el auxilio del claxon,
y la sordina apaga el grito.

No temas la fuerza de los ciclones
armando de alaridos el aire.

Hay un templo de paz,
donde a la tristeza le secan las lágrimas
y devuelven sonrisas infantiles
cuando acuestas tu mente.
Imágenes te miran con sus ojos de piedra
y puedes percibir la ilusión que construye futuros sin culpa.

Consuela rodearse de columnas
y sentir el abrazo de los dioses.
Poco a poco el olfato se inunda de un incienso sanador,

En el templo no se habla,
la garganta empapa el dolor y lo sacude
como una alfombra al aire.
No hace falta fe,
ni santiguarte al entrar.
Enfermeros sin nombre cicatrizan
las grietas de tu vientre.

Entra, siéntate, oirás tu dolor, las ausencias
que te dieron la espalda.
Asómate al silencio, bébelo hasta olvidarte de ti misma,
siente el tic- tac de tu pecho, respira tu alma.

Y cuando salgas,
verás que ha cesado de llover.

[Hallie Hernández Alfaro]

Es un poema lleno de aciertos; el proceso de sanación dependiendo de los propios recursos espirituales.

Me gusta lo que percibo en estos magníficos versos.

Hermoso final. La lluvia es un simbolismo que escampa cuando la pena cede.

Abrazos, querida Pilar.

[Pilar Morte]

Es un poema lleno de aciertos; el proceso de sanación dependiendo de los propios recursos espirituales.

Me gusta lo que percibo en estos magníficos versos.

Hermoso final. La lluvia es un simbolismo que escampa cuando la pena cede.

Abrazos, querida Pilar.

Gracias, querida amiga, por dedicar un poquito de tu tiempo en leer y comentar con tu valiosa palabra.
Besos
Pilar

[E. R. Aristy]

Has salido del mundo de un sueño,
inútil viaje donde cuatro ruedas llevaron a la nada.
No suena el auxilio del claxon,
y la sordina apaga el grito.

No temas la fuerza de los ciclones
armando de alaridos el aire.

Hay un templo de paz,
donde a la tristeza le secan las lágrimas
y devuelven sonrisas infantiles
cuando acuestas tu mente.
Imágenes te miran con sus ojos de piedra
y puedes percibir la ilusión que construye futuros sin culpa.

Consuela rodearse de columnas
y sentir el abrazo de los dioses.
Poco a poco el olfato se inunda de un incienso sanador,

En el templo no se habla,
la garganta empapa el dolor y lo sacude
como una alfombra al aire.
No hace falta fe,
ni santiguarte al entrar.
Enfermeros sin nombre cicatrizan
las grietas de tu vientre.

Entra, siéntate, oirás tu dolor, las ausencias
que te dieron la espalda.
Asómate al silencio, bébelo hasta olvidarte de ti misma,
siente el tic- tac de tu pecho, respira tu alma.

Y cuando salgas,
verás que ha cesado de llover.

El refugio de la meditación, qué verdad fácilmente disponible, y sin embargo pocos entran al jardín. Tu poema incita, invita a la sanación, el reposo de todas esas ruedas de la mente. En la contemplación se respira. Un placer de lectura, Pilar.

[Lunamar Solano]

Una secuencia que rescata, dulce y sensible...
Un gusto leerte querida amiga...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Pilar Morte]

Has salido del mundo de un sueño,
inútil viaje donde cuatro ruedas llevaron a la nada.
No suena el auxilio del claxon,
y la sordina apaga el grito.

No temas la fuerza de los ciclones
armando de alaridos el aire.

Hay un templo de paz,
donde a la tristeza le secan las lágrimas
y devuelven sonrisas infantiles
cuando acuestas tu mente.
Imágenes te miran con sus ojos de piedra
y puedes percibir la ilusión que construye futuros sin culpa.

Consuela rodearse de columnas
y sentir el abrazo de los dioses.
Poco a poco el olfato se inunda de un incienso sanador,

En el templo no se habla,
la garganta empapa el dolor y lo sacude
como una alfombra al aire.
No hace falta fe,
ni santiguarte al entrar.
Enfermeros sin nombre cicatrizan
las grietas de tu vientre.

Entra, siéntate, oirás tu dolor, las ausencias
que te dieron la espalda.
Asómate al silencio, bébelo hasta olvidarte de ti misma,
siente el tic- tac de tu pecho, respira tu alma.

Y cuando salgas,
verás que ha cesado de llover.

El refugio de la meditación, qué verdad fácilmente disponible, y sin embargo pocos entran al jardín. Tu poema incita, invita a la sanación, el reposo de todas esas ruedas de la mente. En la contemplación se respira. Un placer de lectura, Pilar.

Gracias, querida amiga, por dejar tus amables palabras.
Besos

[Ramón Carballal]

Precioso final para este poema de recogimiento interior. Enhorabuena y un abrazo.

[Alonso Vicent]

Has salido del mundo de un sueño,
inútil viaje donde cuatro ruedas llevaron a la nada.
No suena el auxilio del claxon,
y la sordina apaga el grito.

No temas la fuerza de los ciclones
armando de alaridos el aire.

Hay un templo de paz,
donde a la tristeza le secan las lágrimas
y devuelven sonrisas infantiles
cuando acuestas tu mente.
Imágenes te miran con sus ojos de piedra
y puedes percibir la ilusión que construye futuros sin culpa.

Consuela rodearse de columnas
y sentir el abrazo de los dioses.
Poco a poco el olfato se inunda de un incienso sanador,

En el templo no se habla,
la garganta empapa el dolor y lo sacude
como una alfombra al aire.
No hace falta fe,
ni santiguarte al entrar.
Enfermeros sin nombre cicatrizan
las grietas de tu vientre.

Entra, siéntate, oirás tu dolor, las ausencias
que te dieron la espalda.
Asómate al silencio, bébelo hasta olvidarte de ti misma,
siente el tic- tac de tu pecho, respira tu alma.

Y cuando salgas,
verás que ha cesado de llover.

Una huida hacia nosotros mismos.
Construir futuros sin culpa aunque las ausencias nos den la espalda.
Se percibe la sanación propia que, al fin y al cabo, depende de las vistas de uno mismo, de saberse contemplar.
Precioso poema que, aunque hoy llueva, invita a pensar en los beneficios de la contemplación aun con los ojos cerrados.
Un abrazo, Pilar, desde este refugio.

[Marisa Peral]

Hay un templo de paz,
donde a la tristeza le secan las lágrimas
y devuelven sonrisas infantiles
cuando acuestas tu mente.
Imágenes te miran con sus ojos de piedra
y puedes percibir la ilusión que construye futuros sin culpa.

Consuela rodearse de columnas
y sentir el abrazo de los dioses.
Poco a poco el olfato se inunda de un incienso sanador,

No hace falta fe,
ni santiguarte al entrar.
Enfermeros sin nombre cicatrizan
las grietas de tu vientre.

Entra, siéntate, oirás tu dolor, las ausencias
que te dieron la espalda.
Asómate al silencio, bébelo hasta olvidarte de ti misma,
siente el tic- tac de tu pecho, respira tu alma.

Y cuando salgas,
verás que ha cesado de llover.

Es tan cierto lo que dices, Pilar, de vez en cuando es necesario el recogimiento, el encontrarnos con nosotros y hablarnos y reñirnos incluso.
Después, es así, sale el sol y todo es de otra forma.
Felicidades y un beso.

P.D. ¿Este poema lo publicaste con otro título? o es una apreciación mía

[Pilar Morte]

Una secuencia que rescata, dulce y sensible...
Un gusto leerte querida amiga...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Gracias, querida amiga, por acercarte al poema y dejar tu amable palabra
Besos
Pilar

[A. Satír]

Muy bello poema amiga Pilar! profundo y reflexivo, un poema para el interior del alma.
Un abrazo!

Satír.

[Guillermo Cumar]

Penetro en tu reminiscencia para aprender a ver los conceptos que te incitan y te aplauden.

Recibe mi abrazo y mi felicitación.

[Pilar Morte]

Precioso final para este poema de recogimiento interior. Enhorabuena y un abrazo.

Gracias, amigo Ramón, por acercarte y dejar tu amable huella.
Besos
Pilar

[Rafel Calle]

Hermoso, interesante y evocador trabajo, amiga Pilar.
Abrazos.