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El día que cayó la equilibrista

Publicado: Mié, 22 Ago 2018 20:51
por F. Enrique
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Déjame escuchar las palabras de amor
que no supieron aflorar desde tu silencio
en las horas más tristes, cuando más las necesitaba,
los poemas abandonados en la calle
por donde nadie pasa en estos días,
déjame recordarte por encima de todos los fracasos
en el último templo que quede de la arrogancia ante la vida,
en tu primer deseo perdido entre los árboles,
en la carta apasionada de un muchacho confundido
que nunca te olvidó entre los muertos
y vive en tu memoria.

Cecilia como todas las personas importantes a las que no quería parecerse tenía varios nombres, pero como Pessoa, solo tuvo cuatro o cinco heterónimos bien perfilados, artísticamente definidos, con una disparidad de pensamiento y de sentimiento tal que habían configurado unas marcadas diferencias de carácter en la misma persona. La mayoría de la gente solo tiene uno o dos nombres y no los suele soportar aunque los defiendan con un orgullo ciego cuando se sienten atacados por cualquier trivialidad, lo que nos da la medida de su egocentrismo, de su amor propio como diría mi madre y corroboraría mi abuela.

No tuvo tiempo de matar, como deseaba fervientemente, por culpa de un estúpido accidente de tráfico, a la niña que se llamaba Evangelina Sobredo y creía en un Dios severo al que rezaba cada noche antes de cerrar los ojos con más miedo que devoción, con más desconfianza por su omnipotencia que respeto venerable por su mirada comprensiva e indulgente. Pero como reconoce en “Cuando era pequeña” pudo ser feliz a pesar de la oposición de Dios y las costumbres incompatibles con las ansias de libertad de su espíritu.

Pero mantuvo gustosa a la Eva que firmaba sus canciones y tenía el mismo apellido que la niña que se entregó a Cristo cuando hizo la comunión, aquella que dominaba el inglés a consecuencia de viajar constantemente por el mundo a causa del oficio de su padre; compuso y cantó varias canciones en este idioma, particularmente pienso que se encuentran entre lo menos brillante de su autora, su primer álbum habría sido mejor si todas las canciones hubieran sido cantadas en castellano.

La mayoría de los españoles recuerda a la hija de un diplomático por una canción agradable y tierna que, desde mi rincón, poco dado a rendirle culto a la seriedad solemne de la clase acomodada de la España provinciana de aquellos días, no alcanza a ver, ni de lejos, la excelencia de sus mejores canciones, a pesar de ser una buena canción.

Un ramito de violetas no tiene la profundidad terrible de la apología del suicidio consentido, como diría Manuel Machado “que la vida se dé la pena de matarme” ante la constatación de que las personas sensibles apenas pueden hablar con el ruido de la vida cotidiana ya que apenas quedan sentimentales para compartir las emociones en "Si no fuera porque", la melancolía de un examen de conciencia exigente de "Con los ojos en paz" en la que pone en duda el trágico destino de la moral del poeta cuando se pliega a la vulgaridad y los halagos sustentados en las buenas costumbres o la tristeza nostálgica ante la muerte de un amor porque la evolución vital de los amantes les ha convertido en dos desconocidos de "Tuvimos algo tan bello", en fin, el nihilismo rebelde, delicado y sentimental de "Nada de nada". Ésta última fue la primera canción que escuché de Cecilia, fue en el Siete Colinas y era dentro de un documental que durante media hora repasaba el panorama musical de la música española del momento, llamada ligera con poca consideración. Había excelentes canciones, pero ninguna me gustó tanto como la de Cecilia, nombre que adoptó como homenaje a Simon y Garfunkel.

Pero tiene, apenas compuso canciones de las que no se pueda destacar algo, la rebeldía paradójica de quien acepta interpretar su papel en la vida, mientras roba a ratos perdidos la oportunidad de soñar que le ha puesto delante de los ojos un destino anónimo que se acuerda de los tiernos que llevarán a la fosa sus costumbres sostenidas por un entorno asfixiante que se opone a la alegría.

Quizás nadie advierte al hablar de esta canción que se sustenta en una infidelidad de pensamiento, casi de igual calado a la que atormenta a Joyce cuando resucita el recuerdo de los muertos y habla de la persistencia emocional de un poeta adolescente para oponerla a la rutina de una sociedad tradicionalista marcada por el Catolicismo más riguroso y la dominación británica.

Re: El día que cayó la equilibrista

Publicado: Sab, 06 Oct 2018 9:35
por Hallie Hernández Alfaro
Interesante y didáctico, Enrique. Hay detalles que desconocía por completo.

Gracias por compartir.

Salud y felicidad.


PS: agradezco mucho tu participación en Prosa, tus textos y los comentarios a los compañeros.

Re: El día que cayó la equilibrista

Publicado: Sab, 06 Oct 2018 11:47
por F. Enrique
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Ya dije alguna vez que a ella, rebelde incluso con el progresismo al que pertenecía, no le haría mucha gracia que la nombrara como la gran dama de la canción española, de la misma manera que lo son Juliette Gréco, Amàlia Rodrigues o Mina en sus respectivos países. Poeta de primer orden, con una voz profunda, melancólica y tierna, compositora...

Muchas gracias, Hallie. Si he podido aportarte algo harás que me sienta verdaderamente satisfecho.

Un abrazo.

Re: El día que cayó la equilibrista

Publicado: Dom, 07 Oct 2018 15:09
por Carmen López
Buen aporte, para una tarde de lluvia que me empaña los cristales, F. Enrique.

La equilibrista...tuvo que hacer demasiados equilibrios para tener una vida tan corta F. Enrique. La canción que has dejado es la que más me gusta de Cecilia, sin dudas, seguida a un cuerpo de · Tú y yo.

Ya que estamos de confidencias, te diré que para ella, dentro de su discografía su canción favorita fue Señor y Dueño, quizás por esa dualidad entre Cecilia y Evangelina y sus equilibrios a la que aludías. Y para equilibrios mayores, los que tuvo que realizar para colarle a la censura que la canción "un millón de muertos" , censurado su título por "un millón de sueños" no hacía referencia a la guerra civil española. Llamada al juzgado a declarar, alegó que hacia referencia a la guerra de los 6 días.

En 1976, con Franco muerto y enterrado pudo grabar "Una guerra"



Un abrazo

Re: El día que cayó la equilibrista

Publicado: Lun, 08 Oct 2018 9:47
por F. Enrique
Es posible, Carmen, que los anglosajones no entiendan la lucidez de los elegidos, pero la admiran aun cuando no sepan situar sus síntomas en la dirección adecuada. Aquí, en España, es poco menos que una condena perpetua. Cecilia, como Larra o Antonio Machado, no tenían otra arma para predecir el futuro que decir lo que veían, no lo que debían ver, ni podían dejar de querer a España a pesar de indagar en el origen de sus heridas y denunciar las manifestaciones de su deriva.

Me ha hecho mucha ilusión que hayas entrado aquí y que lo hayas hecho con aportaciones tan interesantes, ya he anotado aquello que no sabía o me creaba cierta confusión. Encontré en tu poesía la sensibilidad, ese algo que se aprende pero no se sabe cuándo, como tu rasgo más distintivo, pero no te asocié con Cecilia. Hace poco dije en unas conversaciones que mantengo con un compañero que juzgo más a los poetas por lo que leen que por lo que escriben, quizás me pasé pero pienso, creo que me han dado motivos, que la razón de que se escriba tan mal es de que apenas se lea. No tengo nada en contra de que alguien escriba mal, soy un conductor lamentable, lo que no puedo entender es que no haga nada para evitarlo, incluso cuando le pones en las manos aquellos que merecen ser leídos.

https://vampirosypoetas.blogspot.com/20 ... plomo.html

Muchas gracias, Carmen, pensaría bien de ti, aunque no te hubieras pasado por este pequeño homenaje que le entregué a la entrañable Cecilia.