Estaciones sentimentales XIV - El éxtasis de los delfines

[J. J. Martínez Ferreiro]

La tarde,
el silencio y sus luminarias blancas.
—las montañas de la visión, siempre deslumbrantes.

Los ancianos en las tumbonas
observaban el oleaje, el éxtasis de los delfines,
inmóviles en un instante del gesto.

Todo se dispersaba
en la esfera de un pájaro en la mano.

En las terrazas descubríamos
la fascinante efigie del azul del sábado
y el calor de la sangre inédita.
Allí sentíamos un sol gemelo, pero más grande,
y amores
también iguales
a los primeros, pero más fatídicos.
Cantábamos himnos más vastos.

Expandía el verano su fulgor de corona,
suscitaba en nosotros la nostalgia
de otra extinción en la belleza.

Háblame en tus recuerdos
para que también sean míos.

[Carmen Pla]

Nada como leer un entrañable poema mezclando lo hermoso de la naturaleza con lo bello del buen sentir.
El cierre muy bueno.
Muy grata lectura, Ferreiro.
Abrazos.

[Pilar Morte]

El comienzo, el conocimiento, el mar. Todo para el amor expresado en bellas imágenes. Un placer pasar por tus hermosos versos.
Abrazos
Pilar

[Lunamar Solano]

Inunda ese paisaje sensible y decidor que nos dibujan tus versos querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[J. J. Martínez Ferreiro]

Nada como leer un entrañable poema mezclando lo hermoso de la naturaleza con lo bello del buen sentir.
El cierre muy bueno.
Muy grata lectura, Ferreiro.
Abrazos.

Gracias, Carmen, por abrir este tema. Celebro que lo hayas disfrutado.

Un bico.

[Armilo Brotón]

Como se dice popularmente, después de la tormenta llega la calma:
"El ocaso y sus luminarias,
el silencio, las cordilleras,
..." Después de la unión llega el fruto.
Constato que no solamente hay ritmo en los versos y las estrofas que componen cada estación, también la hay en la cadencia entre las estaciones en sí, considerando a estas como un elemento y pensando en el conjunto.
Un abrazo hermano

[Ignacio Mincholed]

Después de leer y releer te he visto de pie junto a unas rocas, abajo el océano que te remonta hasta estas visiones de profunda poética.

Es imposible para el lector precisar, o siquiera intuir, hasta dónde se adentra lo simbólico en la realidad que da pie a la narrativa poética que presentas; o más todavía, hasta dónde se adapta la realidad a tu visión.

Esa es la paradoja de la poesía narrativa, una paradoja que desconcierta al traer a primer plano las acciones [la visión, siempre deslumbrante… mirando el éxtasis de los delfines en el oleaje… En las terrazas descubríamos… donde se postran y mueren los relámpagos.] a la vez que contrapone ante el lector una visión puramente lírica [Todo se dispersa. / La eternidad de la intuición… allí sentíamos un sol gemelo, pero más gigante… Nada como el océano / para ahondar a los muertos].

Así, la lírica proporciona tensión a los elementos preexistentes, naturales, que se recrean para formar, mediante el desdoblamiento del poeta, el efecto de misterio en el poema.

En fin, felicidades J.J. por estas estaciones que produce tu propio océano.
Un fuerte abrazo.
Ignacio

[Rafel Calle]

Hermosa aportación a tus Estaciones sentimentales, amigo Ferreiro.
Abrazos.

[J. J. Martínez Ferreiro]

El comienzo, el conocimiento, el mar. Todo para el amor expresado en bellas imágenes. Un placer pasar por tus hermosos versos.
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilariña. Por siempre estar ahí, empujando.


Un bico.

[E. R. Aristy]

LXV
El ocaso y sus luminarias,
el silencio, las cordilleras,
la visión, siempre deslumbrante.
Todo se dispersa.

LXVI
La eternidad de la intuición
en la esfera de un pájaro en la mano,
y los ancianos blancos e imperturbables,
quietos en un instante del gesto,
mirando el éxtasis de los delfines en el oleaje.

LXVII
En las terrazas descubríamos
la vasta imagen del azul del sábado,
y el calor de la sangre inédita.
En las terrazas desvelábamos la imaginación
meditándonos una y otra vez,
allí sentíamos un sol gemelo, pero más gigante,
y amores
también parejos
a los primeros, pero más fatídicos.
Cantábamos himnos más vastos.

LXVIII
Pequeños gérmenes se agitan en playas gigantescas
−ese espacio brutal
donde se postran y mueren los relámpagos.
Nada como el océano
para ahondar a los muertos.
No hay hermosura
mayor que suavemente flotar el alma;
el cuerpo nunca hiede entre el salitre pálido.

He imaginado para cada uno de estas explosiones cósmicas donde creas universos, he imaginado, pinturas luminiscentes, por lo menos los he sentido así. Fascinante, Ferreiro! ERA

[J. J. Martínez Ferreiro]

Inunda ese paisaje sensible y decidor que nos dibujan tus versos querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Gracias, Lunamar, gracias por esa especial sensibilidad que entregas en tus comentarios.

Un bico.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Como se dice popularmente, después de la tormenta llega la calma:
"El ocaso y sus luminarias,
el silencio, las cordilleras,
..." Después de la unión llega el fruto.
Constato que no solamente hay ritmo en los versos y las estrofas que componen cada estación, también la hay en la cadencia entre las estaciones en sí, considerando a estas como un elemento y pensando en el conjunto.
Un abrazo hermano

Gracias por estar ahí, hermano, empujando el tren que conduce de eetación a estación.

Un fuerte abrazo.

[Óscar Distéfano]

I
La tarde, el silencio y sus luminarias.
Los ancianos en sus hamacas,
inmóviles en un instante del gesto,
mirando el oleaje, el éxtasis de los delfines;
las montañas de la visión, siempre deslumbrantes.

Todo se esparce
en la esfera de un pájaro en la mano.

II
En las terrazas descubríamos
la vasta imagen del azul del sábado,
y el calor de la sangre inédita.
Allí sentíamos un sol gemelo, pero más grande,
y los amores también iguales
a los primeros, pero más fatídicos.
Cantábamos himnos más vastos.

Quisiera creer que estos poemas forman parte de una serie. No sé si sería más beneficioso leerlos ordenadamente de acuerdo a la publicación. De cualquier manera, los que lei hasta hoy, eligiéndolos al azar, no me han resultado difíciles de aprehender.
Veo una evolución muy positiva en el contenido de este poema. Creo que hay una voluntad del poeta en facilitar la comunicación de sus sentimientos. Aquí yo he logrado ver al hombre, al sentimiento hondo de un hombre ante la vida, ante el tiempo, ante la fastuosidad de la naturaleza, ante el milagro de ser testigo de su propia existencia.

Sinceramente, antes me costaba más llegar a los mensajes de tus poemas, amigo Ferreiro; y, ultimamente, cada poema tuyo me emociona, me llega con plenitud, me sobrecoge su autenticidad de sentimiento; y todo ello sin hablar de la exquisita forma que manejas, del dominio absoluto del ritmo poe´tico que presentan todos tus trabajos. Este poema se encuentra libre de toda afectación que siempre nos acomete a todos los poetas, esa vanidad de escribir buscando el poema que impacta, antes que el poema que simplemente trasmita un sentimiento sincero y emociona. Mis aplausos.

Un abrazo grande.
Óscar

[Guillermo Cumar]

Me gustó tu sentir profundo y el arma de tu dedo cuando se enciende tan bien y tan sincera.

Un abrazo

[Julio Gonzalez Alonso]

Potente descripción, pintura de fuertes pinceladas sobre el lienzo del poema. Así me gusta. Abrazo con resaca postsoviética. A dieta de lo bueno, así que brindis seco.
Salud.