En los rincones del corsario, en la muerta,
donde quedó la isla útil
para buscar la fuga y el tesoro: no hay más apuesta
que lo que vemos.
Al mariscal, cuando nadie pudo decirle la hora,
se le cerró la puerta de sus viajes.
Necrosado el hoy.
Carente
si mañana no hay funeral para sus rosas:
rejuveneces un tiempo sin suerte
que va sintiendo más cerca a su Capitán,
mi capitán.
¡Por el palo mayor y por el grito,
por el reverso de la pudrición! ¡Pongamos
bandera blanca, que hoy es domingo
y día de soñar! Como un perro viejo
estaré,
y lo enterraremos
en los rincones del corsario, en la muerta;
gentil hombre que rondaba mujer y oficio
y con la primera se fue.
Muerdo tierra a babor por encontrarlo renovado,
novio y feliz
de aquella puta coja,
con cara de palo,
a la que un día suplicó sexo
a cambio de amor.
elPerro