¡ ya ves ¡
quisiera ser tu ceja,
y ver cómo se peina el mundo las espaldas,
sin una cita previa con Llongueras.
Calzar un treinta y seis,
es cosas que me apremia en uno y otro pie,
que ando a la deriva y paso a paso
y a veces...
sólo a veces...,
me matan los guijarros de la vida en este treinta y tres
y a veces...
sólo a veces..
aprieta sus espuelas a ras de los meñiques
y duele...
y pasa o queda..
según cómo me pisen.
Es bueno,
todas veces,
quitarse la pamela y atarme con sus cintas,
el mundo por montera,
y dar la mano al viento, subirme a las estrellas,
tener una sonrisa de raja de sandía
y hacerme logopeda (como Celia )
de olas tartamudas.
Y mientras, apoyo las mejillas en torno al baobad.
(Y dejo que me ocurran, o no, todos estos acasos que promete mi Alicante tan mediterr´´áneo hoy )