que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
Por aquella cercanía, ningún pájaro quedó
porque todos acudieron donde Antonio los llamó."
Romance tradicional
era Jeremías el único
que podía ver los barrotes de su cárcel
mientras trinaba.
¡Canta a la Mamayaya! —le decía.
Amarrado a los abismos
de ella,
este pájaro, con hambre; su alma
de gitana vieja,
a veces con pena, mucha pena,
el tronar de los silencios verdes
cuando amanecía otra vez.
En un descuido de puerta,
la hojalata se volvió carne
hacia la mañana,
probando otras locuras,
pero fue ella quien dejó abierta la jaula
sabiendo que volvería, mientras cantaba:
"San Antonio bendito
el de los pájaros,
el de los abismos
el de las soledades."
Lloré hasta la esperanza
al verla suplicar;
pedía a mi hermano,
muerto de cárceles,
que regresara como un canario.
Y volvió pronto a su regazo,
para siempre.
Mi madre
iba y venía
desde su orfandad
de gata robada
a sus manos de niña
—siempre va y viene
cantando,
hablando sola—,
a sus mundos, a cántaros
olas que ríen sus aventuras.
“No me duelas más,
Jeremías,
no me hagas daño”
y canta,
canta a la "Mamayaya".
Armilo Brotón
N.B. No suelo poner entradas en mis escritos pero en este caso, y dada la emoción que me embarga, por el recuerdo de mi abuela y mi madre que me cantaban este romance de pequeño, lo comparto con vosotros. Es parte de lo que inspiró estas letras.[BBvideo 560,340][/BBvideo]