Editorial Alaire

En el pueblo
han prohibido las campanas,
la llamada, esa palabra de metal.

Ya no vibra el aire con los tañidos libres, ni une creencias
con vestido de fiesta.

Algunos no soportan los caballos de antaño, el galopar
alado a ritmo de los sueños.

Se escribe la historia de aquellos hombres
con silencio de tumba,
desterrados los cantos infantiles en corredores mudos.

Sólo quedaba el campanario
testigo de sudores y frío, la cigüeña
rompiendo el monótono circular de la nada.

Permanecía la campana, espectadora de tejados sin voz,
tocando a mensaje y compromiso, a grito primigenio.

Y han dicho: basta,
llevemos el pasado con los muertos.

Es doliente el estío con el mudo canto,
que ya no llega a las cimas del cielo,
-reloj regio que ha dejado de latir-.

¡Qué tristes campos y labriegos sin el tañer
que acompasaba la vida y abría
los trinos en el aire!.
¡Y qué nostalgia en los trigales
que no crecen con el sonido en sus raíces!

En muchos pueblos ese tañido de campana ha acompasado su vivir. Hermosa remembranza de algo que como muchas cosas en esta vida se las lleva el tiempo con su inapelable paso. Me gustó mucho el poema. Besos.

Ramón Carballal escribió:En muchos pueblos ese tañido de campana ha acompasado su vivir. Hermosa remembranza de algo que como muchas cosas en esta vida se las lleva el tiempo con su inapelable paso. Me gustó mucho el poema. Besos.

Me alegra que te gustase el poema . Gracias por decírmelo.
Besos
Pilar

Una descripción conmovedora y dúctil que no lleva al inexorable paso del tiempo.
Muy logrado, Pilar.
Un abrazo

Pilar Morte escribió:En el pueblo
han prohibido las campanas,
la llamada, esa palabra de metal.

Ya no vibra el aire con los tañidos libres, ni une creencias
con vestido de fiesta.

Algunos no soportan los caballos de antaño, el galopar
alado a ritmo de los sueños.

Se escribe la historia de aquellos hombres
con silencio de tumba,
desterrados los cantos infantiles en corredores mudos.

Sólo quedaba el campanario
testigo de sudores y frío, la cigüeña
rompiendo el monótono circular de la nada.

Permanecía la campana, espectadora de tejados sin voz,
tocando a mensaje y compromiso, a grito primigenio.

Y han dicho: basta,
llevemos el pasado con los muertos.

Es doliente el estío con el mudo canto,
que ya no llega a las cimas del cielo,
-reloj regio que ha dejado de latir-.

¡Qué tristes campos y labriegos sin el tañer
que acompasaba la vida y abría
los trinos en el aire!.
¡Y qué nostalgia en los trigales
que no crecen con el sonido en sus raíces!

Me gustó mucho Pilar, me trajo recuerdo de una serie La casita de la Pradera.
Un encanto tus letras. Besos.-

Borrar la voz de la campana es borrar una fracción de la historia y de la identidad de un pueblo.

Me ha encantado, Pilar.

Un abrazo.

Muy bello trabajo de Pilar.

Me ha gustado mucho este poema cuyo simbolismo resume, no sólo la nostalgia del ayer, sino la revelación de cómo la humanidad va trasformando su ADN social hacia un individualismo cada vez más frío y aterrador. Me gustado también la forma, la disposición de los versos pares.

Un abrazo fraterno.
Óscar

Qué bonito poema Pilar... de los que me gustan a mí.
Escuché hace poco una noticia en televisión que hablaba de que alguien había denunciado al ayuntamiento de su pueblo por el tañer de las campanas.... Y es que últimamente no cabe un tonto más.
Gracias por el poema, querida amiga.
Un abrazo.

Mirta Elena Tessio escribió:

Pilar Morte escribió:En el pueblo
han prohibido las campanas,
la llamada, esa palabra de metal.

Ya no vibra el aire con los tañidos libres, ni une creencias
con vestido de fiesta.

Algunos no soportan los caballos de antaño, el galopar
alado a ritmo de los sueños.

Se escribe la historia de aquellos hombres
con silencio de tumba,
desterrados los cantos infantiles en corredores mudos.

Sólo quedaba el campanario
testigo de sudores y frío, la cigüeña
rompiendo el monótono circular de la nada.

Permanecía la campana, espectadora de tejados sin voz,
tocando a mensaje y compromiso, a grito primigenio.

Y han dicho: basta,
llevemos el pasado con los muertos.

Es doliente el estío con el mudo canto,
que ya no llega a las cimas del cielo,
-reloj regio que ha dejado de latir-.

¡Qué tristes campos y labriegos sin el tañer
que acompasaba la vida y abría
los trinos en el aire!.
¡Y qué nostalgia en los trigales
que no crecen con el sonido en sus raíces!

Me gustó mucho Pilar, me trajo recuerdo de una serie La casita de la Pradera.
Un encanto tus letras. Besos.-

Gracias, Mirta, por acercarte y dejar tu amable huella.
Besos
Pilar

Qué buen recuerdo me viene del tan tan de las campanas. Soy de pueblo ¿sabes?y eso ya su pone que la infancia disfrutó de un son
en dos tonos distintos. Había una campana para frenar y desnutrir tempestades y rayos. Había otra campana que atraía la lluvia suave.
Mientras tanto la torre de la iglesia soportaba todo el peso de las infancias nuestras envueltas en las campanas bien sonantes y en las
otras .

Testigo el campanario. Testigas las campanas cuando una vez la semana -los domingos- llamaban a misa con repique.
Testigo el campanario. Es la fiesta anual, La Virgen del Rosario. Frente a las dos campanas la idea de un tin tan que quiere celebrar la
fiesta como nunca. Ahí está la música de bronce y de badajo haciendo de las suyas y llamando.

Para mí que tu también fuiste de pueblo

Un abrazo

Arriba con este muy bello poema de Pilar.

Rosa Marzal escribió:Borrar la voz de la campana es borrar una fracción de la historia y de la identidad de un pueblo.

Me ha encantado, Pilar.

Un abrazo.

Me alegra que te haya gustado el poema, y te agradezco que me lo hayas dicho.
Besos
Pilar

Los mejores poemas de Pilar Morte, en Alaire.

Pilar Morte escribió:En el pueblo
han prohibido las campanas,
la llamada, esa palabra de metal.

Ya no vibra el aire con los tañidos libres, ni une creencias
con vestido de fiesta.

Algunos no soportan los caballos de antaño, el galopar
alado a ritmo de los sueños.

Se escribe la historia de aquellos hombres
con silencio de tumba,
desterrados los cantos infantiles en corredores mudos.

Sólo quedaba el campanario
testigo de sudores y frío, la cigüeña
rompiendo el monótono circular de la nada.

Permanecía la campana, espectadora de tejados sin voz,
tocando a mensaje y compromiso, a grito primigenio.

Y han dicho: basta,
llevemos el pasado con los muertos.

Es doliente el estío con el mudo canto,
que ya no llega a las cimas del cielo,
-reloj regio que ha dejado de latir-.

¡Qué tristes campos y labriegos sin el tañer
que acompasaba la vida y abría
los trinos en el aire!.
¡Y qué nostalgia en los trigales
que no crecen con el sonido en sus raíces!

Para mi sensiblemente bueno. He disfrutado de tu poema porque yo era de los que acariciaba las campanas de mi pueblo ya que no podía voltearlas. Lo he disfrutado Pilar. Besos