Cielo de septiembre

[Marius Gabureanu]

Estamos reunidos frente a la iglesia seis polacos y yo.
Sus cabezas heridas al sol son una extensión del amanecer
lo mismo que las bicicletas oxidadas adornan la ciudad
cuando la luz no alcanza iluminarlo todo y quedan trozos de calles
por donde pasea la injusticia como una dama virgen
que prueba tacones por primera vez.
Para resumir las pezuñas de dios, los polacos hacen un círculo
y yo cuento las mariposas que se posan en sus llagas.
Los polacos han traído un refrigerador y dicen que adentro se congela
un cuerpo de sirena, es lo que yo ententiendo de polaco.
Los borrachos no suelen escuchar a otros borrachos, lo que importa son los gestos.
Debe de haber ángeles de la guarda que no pueden desprenderse de la nimiedad.
A los ángeles les gusta más jugar poker, dicen los polacos.
Antes que rezar a la incertidumbre, los polacos dan saltos frenéticos para celebrar el sonido de las campanas.
Después se adentran en un pasillo oscuro
y vuelven con platos de comida
y se ríen de los charcos que hay alrededor,
dicen que la lluvia es una escoba del tiempo.
Yo miro a mis cuencas como el mar.
Allí mueren las avispas.
Allí las cuencas del mar
se vuelven hexágono de la soledad.
Los polacos se han ido, pero yo quiero recordar ese barrio
con su iglesia de algodón, con su sangre de cuervos.
Los polacos tenían ojos azules como un cielo de septiembre.

[Hallie Hernández Alfaro]

Qué poema tan hermoso, Marius; todo los símbolos emanando de una situación que tú haces grandiosa. Las letras se mueven, interactúan con profundidad abismal, impactan con brillante estrépito y finalmente parecen descansar en el cielo azul de septiembre.

Es un trabajo sublime, que nos traslada a esa parte del pensamiento donde tu genialidad lo abarca todo.

Abrazo enorme, amigo del alma.

[Pablo Ibáñez]

Muy bello, Marius. Aplica lo mismo que en "Miércoles", así que no voy a repetirme.

Un abrazo.

[Ventura Morón]

Cuánto llega de esta forma tuya de describir las imágenes amigo, de sacar de los símbolos cada sentimiento oculto, ir extendiendo una sábana de huellas que se pasean por el subconsciente y derraman nítidas las heridas y el tiempo.
Hermosísimo mi buen amigo.
Abrazo fuerte Marius

[Rosa Marzal]

Enorme el poder evocador y simbólico de este cielo de septiembre, alrededor del cual se van escenificando y cobrando cuerpo y vida los recuerdos.

Siempre sorprendente, querido Marius. Mis aplausos.

Abrazos.

[Guillermo Cumar.]

El cielo de septiembre hace mella en tu inspiración con los polacos ojos que descubres haciendo un sintomático recorrido
por el sentir y el disentir de la real subrealidad expresa y acuciante..
Que musa más caprichosa mueve la mirada de tu pluma exuberante.

un abrazo

[Rafel Calle]

Muy bello trabajo de Marius.

[J. J. Martínez Ferreiro]

"Estamos reunidos frente a la iglesia seis polacos y yo.
Sus cabezas heridas al sol son una extensión del amanecer
lo mismo que las bicicletas oxidadas adornan la ciudad
cuando la luz no alcanza iluminarlo todo y quedan trozos de calles
por donde pasea la injusticia como una dama virgen
que prueba tacones por primera vez"

Qué decir frente a esta maravilla? Nada, solo leer y releer disfrutando del belleza sublime de la poesía, y que en ti se da como el agua en un manantial... surge y ya está.

Confirmo lo que dice Armilo... Se te echa de menos.

Abrazos y salud, POETA Marius.

[Ana Muela Sopeña]

Bellísimo poema, Marius:

Tiene un poder evocador. Describes una situación extraña como si fuera una maravilla. Todo en ti cobra la potencia de un sueño.

Felicidades y aplausos.

Se te echa de menos.

Por tu poesía y por tu calidad humana.

Abrazos
Ana

[Israel Liñán]

Sin palabras, Marius.
Otra joya más para disfrutar en el foro.

Un abrazo.

[Marisa Peral]

Estamos reunidos frente a la iglesia seis polacos y yo.
Sus cabezas heridas al sol son una extensión del amanecer
lo mismo que las bicicletas oxidadas adornan la ciudad
cuando la luz no alcanza iluminarlo todo y quedan trozos de calles
por donde pasea la injusticia como una dama virgen
que prueba tacones por primera vez.

Yo miro a mis cuencas como el mar.
Allí mueren las avispas.
Allí las cuencas del mar
se vuelven hexágono de la soledad.
Los polacos se han ido, pero yo quiero recordar ese barrio
con su iglesia de algodón, con su sangre de cuervos.
Los polacos tenían ojos azules como un cielo de septiembre.

Es un lujo leerte Marius y como dicen los compañeros, se te añora y necesitamos que vuelvas, pero antes de Navidad, por favor.
Gracias por la belleza y Felicidades por este Cielo de septiembre.

Abrazos fuertes.

[Ramón Carballal]

Yo soy otro de los que te echan de menos. Un abrazo.

[E. R. Aristy]

Estamos reunidos frente a la iglesia seis polacos y yo.
Sus cabezas heridas al sol son una extensión del amanecer
lo mismo que las bicicletas oxidadas adornan la ciudad
cuando la luz no alcanza iluminarlo todo y quedan trozos de calles
por donde pasea la injusticia como una dama virgen
que prueba tacones por primera vez.
Para resumir las pezuñas de dios, los polacos hacen un círculo
y yo cuento las mariposas que se posan en sus llagas.
Los polacos han traído un refrigerador y dicen que adentro se congela
un cuerpo de sirena, es lo que yo ententiendo de polaco.
Los borrachos no suelen escuchar a otros borrachos, lo que importa son los gestos.
Debe de haber ángeles de la guarda que no pueden desprenderse de la nimiedad.
A los ángeles les gusta más jugar poker, dicen los polacos.
Antes que rezar a la incertidumbre, los polacos dan saltos frenéticos para celebrar el sonido de las campanas.
Después se adentran en un pasillo oscuro
y vuelven con platos de comida
y se ríen de los charcos que hay alrededor,
dicen que la lluvia es una escoba del tiempo.
Yo miro a mis cuencas como el mar.
Allí mueren las avispas.
Allí las cuencas del mar
se vuelven hexágono de la soledad.
Los polacos se han ido, pero yo quiero recordar ese barrio
con su iglesia de algodón, con su sangre de cuervos.
Los polacos tenían ojos azules como un cielo de septiembre.

Creo que no son las palabras lo que hace a los poetas como tu, Marius, ni son las imágenes, ni son las metáforas, creo que es la intensidad y la forma íntegra de la tu entrega a poetizar sentimientos humanos profundos, propios o ajenos, la capacidad de empatía ante la experiencia de dolor, las observaciones científicas y potencias poéticas que aquilatas en tu experiencia humana. Creo que hay algo de eso, Marius. Auténtica belleza en esta obra humana y social. Abrazos, ERA

[Marisa Peral]

Estamos reunidos frente a la iglesia seis polacos y yo.
Sus cabezas heridas al sol son una extensión del amanecer
lo mismo que las bicicletas oxidadas adornan la ciudad
cuando la luz no alcanza iluminarlo todo y quedan trozos de calles
por donde pasea la injusticia como una dama virgen
que prueba tacones por primera vez.
Para resumir las pezuñas de dios, los polacos hacen un círculo
y yo cuento las mariposas que se posan en sus llagas.
Los polacos han traído un refrigerador y dicen que adentro se congela
un cuerpo de sirena, es lo que yo ententiendo de polaco.
Los borrachos no suelen escuchar a otros borrachos, lo que importa son los gestos.
Debe de haber ángeles de la guarda que no pueden desprenderse de la nimiedad.
A los ángeles les gusta más jugar poker, dicen los polacos.
Antes que rezar a la incertidumbre, los polacos dan saltos frenéticos para celebrar el sonido de las campanas.
Después se adentran en un pasillo oscuro
y vuelven con platos de comida
y se ríen de los charcos que hay alrededor,
dicen que la lluvia es una escoba del tiempo.
Yo miro a mis cuencas como el mar.
Allí mueren las avispas.
Allí las cuencas del mar
se vuelven hexágono de la soledad.
Los polacos se han ido, pero yo quiero recordar ese barrio
con su iglesia de algodón, con su sangre de cuervos.
Los polacos tenían ojos azules como un cielo de septiembre.

Sube este poemazo de Marius, para deleite de todos.
Un beso, amigo.

[F. Enrique]

Poema tuyo interesante, Marius, así suelen ser todos tus poemas. Haces una observación muy aguda de los borrachos; están preparados para hablar a voz en grito y no suelen escuchar a nadie. Esos polacos ocupan un lugar prominente, son mayoría y tienen los ojos azules, y se enfrentan como si fuera una realidad interrumpida por un sueño a la lluvia bajo el cielo azul de septiembre, así son sus ojos.

Un abrazo. Muy buen poema.