Alucinaciones en la nieve. Dueto (Hallie y Engel)
Publicado: Sab, 18 Feb 2017 0:25
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Invierno para Hallie.
Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez a la probabilidad de ser tu invierno, fui de súbito tu historia. Una historia que contar que no aturde ni desgasta. He aquí su fin y su principio, como abrazo puro; sin alas, sin voz, sólo tiempo que precede al desmayo de saberse ya, por un momento, habitable de tus versos.
He aquí la nieve que te nombra. Sucede que grita tu nombre cuando amanece, y sé que más tarde va a ocurrir de nuevo. Eres lo que yo soy, creces dentro de mí. Dejas caer el peso de tus silencios a merced del viento. Caen como un don sobre mis dudas. Se posan tranquilos y helados sobre las calles, apretándose dóciles contra el asfalto.
De dónde esa música, ese manto puro que cubre la ciudad. De dónde esos copos que en el aire florecen como dudas inermes. Pregunto a mis manos por la voluntad dudosa de tus silencios enredados en el aire. No sé si pregunto o si por el contrario juego a abandonar ternura en las palabras. Vive ahora. Más tarde pisarás tierra húmeda, y ya no quedará vestigio alguno de tus silencios aplastados contra el suelo. Nadie sabe cuánto invierno eres capaz de aguantar.
Blancura incesante que defiende, a pie de calle, el invierno de los ángeles. Glaciar de pulsos, turbión de heladas, no me dejéis aquí, a merced del castigo polar, de los cascabeles furiosos de Celsius.
Habré de moverme, guiada por tus ojos, entre las murallas de febrero; ligeros, utópicos, seremos entonces como versos de nieve, como pregones de agua y rayos de inevitable primavera.
Sin ordenárselo, el viento ha aminorado el paso, rozando los árboles con tibiezas maternales, desacelerando la nevada a la velocidad del mediodía. Jirones de primavera regresan sobre la ciudad para quedarse.
Ya en la tarde, las calles se insinúan femeninas, se llenan de ternura, de manifestaciones espontáneas de felicidad ocultas tras los parabrisas.
Por tu mirada introvertida cruza delicadísima una duda. Ahora lo sabes, amiga, aprovechando que buscabas entenderte con el invierno en muy pocas palabras, escondí en tu bolsillo unos copos descatalogados que todavía conservaba, sin pensar, ingenuo, que tal vez jamás los encontraras. Es entonces cuando descubro que la nieve está hablando. Hoy se ha vuelto loca. Va y viene, con paso celestial, con paso lento. No sé si eres tú quién la está escribiendo, pero en el aire se lee, que busca su aposento.
He sentido su huella en mis bolsillos; un rastro de nieve purificada por flores silvestres, por colores diáfanos y por el sabio tenor de tus palabras. He pedido entonces alejar las letras del frío, borrar la demencia de los senderos resbalosos, curar la melancolía de los cisnes.
La duda está allí, arremetida por la inconsciencia, camaleónica y sagaz, pero este invierno que dibujas para mí, ha de ser briosa plegaria, fusión de lunas nuevas, abrigo del norte.
El viento toca puertas, hospeda su sigilo en los escombros del miedo y concentra sus pulmones, en los aires del mañana.
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Trabajo realizado en conjunto con nuestro amigo y compañero poeta, Alfonso Alfaro.
Sin su excelente manejo de los recursos de multimedia y su fuerza expresiva no habría nacido Alucinaciones en la nieve.
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Invierno para Hallie.
Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez a la probabilidad de ser tu invierno, fui de súbito tu historia. Una historia que contar que no aturde ni desgasta. He aquí su fin y su principio, como abrazo puro; sin alas, sin voz, sólo tiempo que precede al desmayo de saberse ya, por un momento, habitable de tus versos.
He aquí la nieve que te nombra. Sucede que grita tu nombre cuando amanece, y sé que más tarde va a ocurrir de nuevo. Eres lo que yo soy, creces dentro de mí. Dejas caer el peso de tus silencios a merced del viento. Caen como un don sobre mis dudas. Se posan tranquilos y helados sobre las calles, apretándose dóciles contra el asfalto.
De dónde esa música, ese manto puro que cubre la ciudad. De dónde esos copos que en el aire florecen como dudas inermes. Pregunto a mis manos por la voluntad dudosa de tus silencios enredados en el aire. No sé si pregunto o si por el contrario juego a abandonar ternura en las palabras. Vive ahora. Más tarde pisarás tierra húmeda, y ya no quedará vestigio alguno de tus silencios aplastados contra el suelo. Nadie sabe cuánto invierno eres capaz de aguantar.
Blancura incesante que defiende, a pie de calle, el invierno de los ángeles. Glaciar de pulsos, turbión de heladas, no me dejéis aquí, a merced del castigo polar, de los cascabeles furiosos de Celsius.
Habré de moverme, guiada por tus ojos, entre las murallas de febrero; ligeros, utópicos, seremos entonces como versos de nieve, como pregones de agua y rayos de inevitable primavera.
Sin ordenárselo, el viento ha aminorado el paso, rozando los árboles con tibiezas maternales, desacelerando la nevada a la velocidad del mediodía. Jirones de primavera regresan sobre la ciudad para quedarse.
Ya en la tarde, las calles se insinúan femeninas, se llenan de ternura, de manifestaciones espontáneas de felicidad ocultas tras los parabrisas.
Por tu mirada introvertida cruza delicadísima una duda. Ahora lo sabes, amiga, aprovechando que buscabas entenderte con el invierno en muy pocas palabras, escondí en tu bolsillo unos copos descatalogados que todavía conservaba, sin pensar, ingenuo, que tal vez jamás los encontraras. Es entonces cuando descubro que la nieve está hablando. Hoy se ha vuelto loca. Va y viene, con paso celestial, con paso lento. No sé si eres tú quién la está escribiendo, pero en el aire se lee, que busca su aposento.
He sentido su huella en mis bolsillos; un rastro de nieve purificada por flores silvestres, por colores diáfanos y por el sabio tenor de tus palabras. He pedido entonces alejar las letras del frío, borrar la demencia de los senderos resbalosos, curar la melancolía de los cisnes.
La duda está allí, arremetida por la inconsciencia, camaleónica y sagaz, pero este invierno que dibujas para mí, ha de ser briosa plegaria, fusión de lunas nuevas, abrigo del norte.
El viento toca puertas, hospeda su sigilo en los escombros del miedo y concentra sus pulmones, en los aires del mañana.
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Trabajo realizado en conjunto con nuestro amigo y compañero poeta, Alfonso Alfaro.
Sin su excelente manejo de los recursos de multimedia y su fuerza expresiva no habría nacido Alucinaciones en la nieve.