Me refiero a mi hermano Eduardo, que demostró valentía en los meses anteriores a su muerte después de conocer su destino.
“Recibí la noticia, y al principio no pensaba que se refería a mí”
Le agobia la enfermedad,
él sufre mucho en esta vida,
tiene poco tiempo que sabe que va a morir,
no es fácil aceptar su destino,
tiene que pensar mucho en todo:
¡cuántas cosas en tan poco tiempo!:
caminos que nunca terminarán,
voces que no llegarán a su destino,
abrazos que serán sólo un momento que se irán,
llanto amarrado a unas pesadas coronas en relámpagos ocultos;
una sonrisa como expresión de resignación,
el amor como un ancla a su adiós,
dolor ¿por qué él? Compensado por la caricia
de sus familiares y amigos,
¡fuego de gloria, alegría por lo que vendrá, cielo y Dios!
¡OH recuerdos si vivieran de nuevo cuántas cosas él cambiaría!
“Lo estoy aceptando, no es algo que yo pueda cambiar”
Los días casi son minutos,
los minutos agua, lluvia que moja su cuerpo y su alma,
de perdidos encuentros que no cantarán de nuevo,
sólo un derramado silencio y un cielo azul de esperanza,
¡ya va!, ¡ya va!, en espera, abriendo el corazón,
la vida misma esperando el mineral de la tierra,
la llegada de las golondrinas y la puerta final:
si en alguna ocasión fue por el tiempo,
dulce morada, amante cariñoso,
padre amoroso, amigo fiel,
en vuelo claro y verdadero,
su aleteo dejará ¡sí!
un fresco aire con olor a miel,
que florecerá en nuestros días,
la rosa roja que cambiará el color de nuestro mañana.
“Adiós, toma mi mano en señal de despedida”
SI LO QUIEREN ESCUCHAR:
http://www.amigosdelapoesia.com/musica/estoyaqui.mp3
