Querido compañero, no llores fiel amigo
que aún siento las caricias y tu triste mirada
y escucho los gemidos pues a tu lado sigo,
espero se retrase la partida anunciada.
Recuerdo los paseos corriendo por el prado,
tus alegres ladridos tus saltos y cabriolas
y aquellos arrumacos que los dos hemos dado
cuando íbamos por playas buscando caracolas.
Te miro y me conmueve la mirada inquietante
y sé que tú ya sabes, que me marcho… y espero,
que alguno te recoja, te cuide y me suplante
no quiero que termines en perro callejero.
Si esto fuera posible, sería muy hermoso,
en lugar de unas rosas… ¡aullidos en mi foso!