Carnaval

[Ventura Morón]

...

¿Qué crees que sabes?
¿De mí?, ¿de quién soy?
¿Lo que hago?, ¿lo que creo?
Quizás no sepas nada
aunque parezca que el camino ensancha los ojos
y los deja balanceándose en la línea del horizonte,
como un equilibrista que hundiera sus pies en la espesura de la cuerda floja.

Y tú, ¿quién eres tú?

…

Tú no me crees.


Quizás tengas razón
y no sepamos quienes somos. Vagamos
por un humedal finito, secándolo de huellas al paso,
titubeos que vuelven a anegarse tras las pisadas
aplastando decepciones como charcos vacíos,
sueños diluidos que se escurren
buscando el albur de su perdida abundancia.

Te hablo, pero fijas la mirada en el confín de tus manos
que se cierran como una cometa que cae,
empujada por tus recelos a ráfagas.

Sin parar, de reojo, me miras,
y te reafirmas, imperturbable, como un bramido de imponderable roca,
pero en la obstinación de tus dilemas no supones
que es quizás en perder la conciencia del ser,
donde puede encontrarse al propio yo, surfeando
entre certitudes preconcebidas como olas en un fregadero.

Y te desarmas cuando en realidad te veo.
¡¿Tanto te duele
el desnudo de los sentidos,
la pérdida de los asideros que inoculan tu estructura?!

Vienes, dejas un sendero quebrado al dorso
de tu desafiante mirada
y sales a correr como un blindado señuelo,
que mira atrás asustado, saludando al cazador de su sombra.
Te vistes, maquillas o afeitas lo que queda de tu inocencia cerca de la boca, y te inventas
otro yo, que distorsiona el cavilar de tus axiomas,
y vomitas algún imaginado armamento con tus gestos rectos
que hacen retumbar tan solo a tu difusa memoria.

Y entonces estallas, contra la sangre
que colorea tus fantasías
mientras crece servil un guerrero entre tus pulmones llamando al consuelo con sus disparos,
pues muere cada noche entre tus manos
para renacer al pánico de sobrevivir otro día a la luz que lo aniquila.

Y un día,
un día te hablan. Te acarician, te dan un nombre de espuma,
ven algo escondido en ti, se dibujan en tu rostro claras las dudas de tus noches
y se cosen esas arrugas secretas en la faz de los días
y entonces, como ramas a la lucidez del viento, te das cuenta…

Te das cuenta del ahora, y por un momento
en el que se detiene tu emigración de cloroformo,
disfrazado de ti mismo, el carnaval se difumina con dos palabras
que arrastran como un maremoto la solidez convulsa de tus dudas.
Tan solo a ti
te dicen: ¡te quiero!… y entonces, aun cuando sigas,
por fin, miras alrededor, y se detiene en un instante la farsa que negaba tus alas.

Y mientras tanto, yo, que te sigo, y que incluso cuando no me creías
te llamaba por tu nombre, siempre, en cada momento de tu marcial estampida
te he creído, en ti confío, todo es posible,
tan solo caminemos de la mano, a lo lejos
nos espera la esperanza.
.
.
.

[Alonso Vicent]

Como el carnaval, como la vida; ¿Quién sabe quién y por donde prosigue su camino?
Quizás seamos un miedo continuo a conocernos y que nos conozcan… y en el desconocimiento nos reafirmamos.
Seguimos inventando personajes y trayectos e incluso sueños que, como las noches, necesitan y saben del vértigo de un ahora. Quizás, al fin y al cabo, sea todo esto poesía.
Encantado de leerte, Ventura, entre vientos, truenos y pedrisco a estas horas de la mañana por el Levante.
Un abrazo.

[Pablo Ibáñez]

Ventura,

me ha gustado mucho, querido amigo. Me gusta mucho el diálogo entre esas dos personalidades, cómo la personalidad narradora intenta escrutar la personalidad objeto de su afán, parapetada ésta detrás de una farsa, de una máscara de carnaval. Podrían ser dos personalidades en lucha del propio narrador, o tal vez un duelo amoroso. El narrador contraataca el juego de disfraces de la personalidad objeto "¿Y tú, qué sabes tú de mí...?" como defendiéndose desesperadamente, guardando para sí también sus secretos tras una máscara defensiva,, sus ases en la manga antes de ser totalmente devorado en este juego de sombras.
Me encanta cómo el poema termina esbozando una posibilidad de reconciliación de las dos almas, una esperanza cuando el carnaval termine.

te he creído, en ti confío, todo es posible,
tan solo caminemos de la mano, a lo lejos
nos espera la esperanza.

Me he encantado, Ventura.
Un abrazo.

[Raul Muñoz]

Quién es Quién: recuerdo que había un juego que se llamaba así, cuando era pequeño jugaba, consistía en identificar rostros...

Tal vez la poesía consista en no reconocerse cierto; estar perplejo continuamente alucinado, sin acabar de creer en uno mismo. Hay un poderoso vuelo en este poema, que arranca magistralmente y aborda las vicisitudes propias de la voz poética, que en tu caso vuela con mucha soltura.

Me resulta de provecho leerte, amigo ( juntos crecemos más )

Un abrazo, Ventura

[Ventura Morón]

Como el carnaval, como la vida; ¿Quién sabe quién y por donde prosigue su camino?
Quizás seamos un miedo continuo a conocernos y que nos conozcan… y en el desconocimiento nos reafirmamos.
Seguimos inventando personajes y trayectos e incluso sueños que, como las noches, necesitan y saben del vértigo de un ahora. Quizás, al fin y al cabo, sea todo esto poesía.
Encantado de leerte, Ventura, entre vientos, truenos y pedrisco a estas horas de la mañana por el Levante.
Un abrazo.

Gracias por venir Alonso, y dejar esta honda reflexión, que ayuda a este poema que se me ha resistido, lo reconozco.
He ido caminándolo, fijando la vista en aquello que va provocando que nos alejemos de lo que somos, pensaba en las guerras, en los problemas en general que es capaz de provocar el ser humano por su actitud...y a pesar de todo ello, quería dejar este canto a la confianza en el hombre (y la mujer).

Fuerte abrazo

[Israel Liñán]

Ventura tu poema hace reflexionar, no sólo sobre lo que somos, sino sobre lo que proyectamos y lo que hay de verdad en esa imagen que queremos mostrar, imagen que a veces luchamos por conservar aunque en nada nos representa.

Un placer leerte.

Un abrazo.

[Rafel Calle]

Muy bello poema de Ventura.

[Pilar Morte]

Adentrarse en tu poema es escrutar dos almas en las que nos podemos reconocer. Un gran poema para disfrutar poesía. Me gustó mucho
Besos
Pilar

[Ventura Morón]

Ventura,

me ha gustado mucho, querido amigo. Me gusta mucho el diálogo entre esas dos personalidades, cómo la personalidad narradora intenta escrutar la personalidad objeto de su afán, parapetada ésta detrás de una farsa, de una máscara de carnaval. Podrían ser dos personalidades en lucha del propio narrador, o tal vez un duelo amoroso. El narrador contraataca el juego de disfraces de la personalidad objeto "¿Y tú, qué sabes tú de mí...?" como defendiéndose desesperadamente, guardando para sí también sus secretos tras una máscara defensiva,, sus ases en la manga antes de ser totalmente devorado en este juego de sombras.
Me encanta cómo el poema termina esbozando una posibilidad de reconciliación de las dos almas, una esperanza cuando el carnaval termine.

te he creído, en ti confío, todo es posible,
tan solo caminemos de la mano, a lo lejos
nos espera la esperanza.

Me he encantado, Ventura.
Un abrazo.

Cuanto te agradezco querido amigo esa hondura, en la mirada, en el fondo de las palabras. Tu comentario engrandece a estas letras, y yo te lo agradezco mucho Pablo.
Fuerte abrazo

[Ventura Morón]

Quién es Quién: recuerdo que había un juego que se llamaba así, cuando era pequeño jugaba, consistía en identificar rostros...

Tal vez la poesía consista en no reconocerse cierto; estar perplejo continuamente alucinado, sin acabar de creer en uno mismo. Hay un poderoso vuelo en este poema, que arranca magistralmente y aborda las vicisitudes propias de la voz poética, que en tu caso vuela con mucha soltura.

Me resulta de provecho leerte, amigo ( juntos crecemos más )

Un abrazo, Ventura

Qué hermoso esto último que dices Raúl (permíteme arrancar de aquí). Eso creo yo tambien, este compartir va sembrándonos de luces, que se quedan encendidas.
Me gusta mucho esto que dices de no reconocerse, encontrar a aquel o aquella que nos habla, desde la voz poética, que intenta modelar el pensamiento desde esa orquestación de la palabra en verso.
Siempre un placer y un provilegio que estés Raúl

Abrazo grande amigo

[Guillermo Cumar.]

Gnothi seauton (Nosce te ipsum) dijeron los siete sabios griegos que sabían mucho de casi todo, hasta de sí mismos. Me encantó el poema con todas las introspecciones vivas haciendo mención a tu inspirada idea.

un abrazo

[Maria Rodriguez]

Creo que como decía Fromn...... hay miedo a la Libertad, a la genuidad de ser uno
Muy bello tu poema... lo disfruté
Un abrazo
Maria

[Ana Muela Sopeña]

Querido Ventura:

Un poema excepcional que me ha dejado temblando por lo real, pero al mismo tiempo la forma que has empleado me ha parecido suave, elegante y magistral.

Veo dos opciones de interpretación. Un yo y otro yo en diálogo interno.

O dos personas. Una sería el reflejo de la otra. En cualquier caso..., es cierto que parece muchas veces que vivimos anestesiados. Intentando cuando salimos a la calle decir que todo tiene sentido, que hay certidumbres (lo que tú llamas certitudes), que todo va bien, cuando a lo mejor minutos antes (u horas antes) todo nos parecía caótico y sin sentido.

Cuando alguien te ama (más allá del amor de los amigos o de la familia), digamos el amor de pareja, el amor romántico y sexual, parece que te saca de la anestesia. De pronto eres más creativo.

Como ese tipo de amor no siempre está (incluso aunque estés casado o tengas pareja a veces se va esa fuerza volcánica y creativa del amor, se pasa a una costumbre a dos soledades que se hacen compañía) hay que enamorarse de la vida, de la poesía, de los viajes, de las experiencias vitales. Hay que amar y ser amado no sólo dentro de una pareja sino a través de todo. Extender el amor a todo lo creado para recordar nuestros talentos, nuestras posibilidades. No morir anestesiados y aplastados por la rutina.

Lo cierto es que tu poema es muy bueno, excepcional.

Gracias por compartirlo

Aplausos
Un beso grande
Ana

[E. R. Aristy]

Carnaval
por Ventura Morón » Dom, 05 Feb 2017 10:39

...

¿Qué crees que sabes?
¿De mí?, ¿de quién soy?
¿Lo que hago?, ¿lo que creo?
Quizás no sepas nada
aunque parezca que el camino ensancha los ojos
y los deja balanceándose en la línea del horizonte,
como un equilibrista que hundiera sus pies en la espesura de la cuerda floja.

Y tú, ¿quién eres tú?

…

Tú no me crees.


Quizás tengas razón
y no sepamos quienes somos. Vagamos
por un humedal finito, secándolo de huellas al paso,
titubeos que vuelven a anegarse tras las pisadas
aplastando decepciones como charcos vacíos,
sueños diluidos que se escurren
buscando el albur de su perdida abundancia.

Te hablo, pero fijas la mirada en el confín de tus manos
que se cierran como una cometa que cae,
empujada por tus recelos a ráfagas.

Sin parar, de reojo, me miras,
y te reafirmas, imperturbable, como un bramido de imponderable roca,
pero en la obstinación de tus dilemas no supones
que es quizás en perder la conciencia del ser,
donde puede encontrarse al propio yo, surfeando
entre certitudes preconcebidas como olas en un fregadero.

Y te desarmas cuando en realidad te veo.
¡¿Tanto te duele
el desnudo de los sentidos,
la pérdida de los asideros que inoculan tu estructura?!

Vienes, dejas un sendero quebrado al dorso
de tu desafiante mirada
y sales a correr como un blindado señuelo,
que mira atrás asustado, saludando al cazador de su sombra.
Te vistes, maquillas o afeitas lo que queda de tu inocencia cerca de la boca, y te inventas
otro yo, que distorsiona el cavilar de tus axiomas,
y vomitas algún imaginado armamento con tus gestos rectos
que hacen retumbar tan solo a tu difusa memoria.

Y entonces estallas, contra la sangre
que colorea tus fantasías
mientras crece servil un guerrero entre tus pulmones llamando al consuelo con sus disparos,
pues muere cada noche entre tus manos
para renacer al pánico de sobrevivir otro día a la luz que lo aniquila.

Y un día,
un día te hablan. Te acarician, te dan un nombre de espuma,
ven algo escondido en ti, se dibujan en tu rostro claras las dudas de tus noches
y se cosen esas arrugas secretas en la faz de los días
y entonces, como ramas a la lucidez del viento, te das cuenta…

Te das cuenta del ahora, y por un momento
en el que se detiene tu emigración de cloroformo,
disfrazado de ti mismo, el carnaval se difumina con dos palabras
que arrastran como un maremoto la solidez convulsa de tus dudas.
Tan solo a ti
te dicen: ¡te quiero!… y entonces, aun cuando sigas,
por fin, miras alrededor, y se detiene en un instante la farsa que negaba tus alas.

Y mientras tanto, yo, que te sigo, y que incluso cuando no me creías
te llamaba por tu nombre, siempre, en cada momento de tu marcial estampida
te he creído, en ti confío, todo es posible,
tan solo caminemos de la mano, a lo lejos
nos espera la esperanza.
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Última edición por Ventura Morón el Vie, 10 Feb 2017 19:12, editado 3 veces en total
https://escribalia.wordpress.com/



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Eres uno de los poetas mas completos en Alaire. Te entregas totalmente al trance poetico, conservando a la vez la realidad de la estructura. Me conmueve la belleza y las imagenes de este poema, Ventura. Abrazos, ERA

[Ramón Carballal]

Un poema emocionante, bello y muy bien escrito. Recibe mi felicitación. Un abrazo.