Rendidos al dios de ningún lugar

[enrique sanmol]

Tal vez ahora nos toque escalar,
o tal vez sea el momento de emboscarnos,
dejar que el tiempo nos consuma,
volver a recordar la infancia
—el lugar de tanto y tan poco—
para tratar de morir más de frente.
(Sonámbulos sin noche, las palabras
—esencia de barro inmoldeable— huyen
de nuestro torno).

Todo pudo ser otro credo,
otra biblia en otra liturgia
menos oscura y suntuosa, tal vez.

Sobre los escombros de este amor
desfondado, podrá alzarse el residuo,
la sombra cierta,
el ser en su plenitud más ausente.

Desde el naufragio de estos versos
escritos en esta noche de trenes,
abandonados en la orilla,
desesperadamente
alzamos nuestros brazos,
rendidos al dios de ningún lugar
alzamos nuestros brazos, y avanzamos
hacia una sombra.

[Guillermo Cumar.]

Toda fe mantiene sus recodos y busca un escondite donde poder dejar las dudas.
Mantener otros futuros es loable para la imaginación que nunca frena.

Me gustó el poema y esa impronta personal de darle tiempo al tiempo hasta saber qué ocurre.

un abrazo

[xaime oroza carballo]

Pero todos buscamos un amanecer que llevarnos a los sueños con o sin dios para romper las sombras. Gracias por tus imágenes, Enrique.
Un abrazo

[Carmen Pla]

Una imágenes apesadumbradas, hiladas por la búsqueda en la fe o la creencia, yo creo que estar en la sombra es lo que impide que el sol llegue.
Cargas de emoción el poema.
Un placer leerte, Enrique.
Un abrazo

[Rafel Calle]

Bello y emocionante trabajo de Enrique.