Mi querido Baltasar:
Este año, lo confieso, he sido mala remala,
por costumbre, las lentejas se me pegan como lapas
en el fondo del puchero y la plancha está de huelga
disfrazada de cortina.
Y es a tí a quien lo cuento, pues me hablo de torcido
con tu compadre Melchor, que el muy tuno,
me regaló unos tirantes, tan tirantes
que mis ojos, andan en perpetuo asombro
¿y si los quiero cerrar cuando crecen cucarachas?
De Gaspar ya ni te cuento
hemos roto relaciones dado que me otorgó
un cerezo sin raíces, una yedra que no trepa y una Bruja sin escoba.
¿con qué forraré mi alcoba cuando aniden golondrinas?
Por tanto , terminando la misiva
ya sabes todas mis cuitas y que anhelo,
sombreando mis zapatos,
un taladro, treinta brocas,
un martillo, clavos de punta fina
y algunas brochas.
Del color me encargo yo.
(Al cabo es lo que me gusta)
Cuando vuelvas, sólo verás piruletas en las bocas de los niños.
(De nuevo y aún serán mil años más, porque jamás me hacen caso, porque creo en ellos y como la fe mueve montañas, algún día caerán del burro sus majestades, y porque ya se que es la carta que año tras año repito, pero no es mi culpa)
