El Jardín Botánico
Publicado: Dom, 22 Jun 2008 18:59
.
Entre el gris de los geranios y un trébol de jilgueros,
en la línea recta que va de Lauros a Basauri,
bajo robles y encinas, perales y manzanos
que no siempre están en flor,
allí me enamoré de Iratxe y su boca sin calendario.
Todo fue así, tal como digo,
pero, al ser un proyecto de poeta,
quise demostrar en verso
la amplitud de mis sentimientos,
y leídas en las grandes páginas de la poesía universal
las palabras excelsas que se deben escribir,
pronto me olvidé de esos nombres,
pues me parecían
demasiado simples,
demasiado pobres,
demasiado claros,
y halladas en los libros las palabras
(nunca sabidas hasta entonces)
de rododendro, meliloto y aladierno,
los pájaros
(nunca vistos por mí)
como la oropéndola o el aguanieves,
lugares
(a los que nunca he ido)
como Tracia, Arcadia y Antioquía,
nombres de mujer
(ya olvidados)
como Tisbe, Perséfone o Deyanira,
elegí éstos para referirme a aquéllos,
y en lugar de escribir, por ejemplo,
Iratxe camina entre los ciruelos de Lauros...
escribía esto:
Deyanira vaga entre los rododendros de Antioquía...,
sin saber qué mujer pudiera ser Deyanira
(nunca conocí ninguna)
qué planta, árbol o arbusto sea un rododendro
(pero es tan bella, la palabra)
qué lugar Antioquía
(sonoro, refulgente, señero).
Pero un día,
paseando por El Prado,
me dio por entrar
en el Jardín Botánico,
y cuando vi lo que era realmente
un aladierno,
lo que era realmente
un rododendro,
lo que era realmente
un meliloto,
quedé muy confundido:
no, la realidad no confirmaba
la belleza de sus nombres.
Desde entonces ya no quiero Deyaniras
sino Iratxes.
No quiero oropéndolas
sino jilgueros.
No quiero rododendros
sino los manzanos de Lauros,
aunque no siempre estén en flor.
http://cosasdepoetas.blogspot.com
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Entre el gris de los geranios y un trébol de jilgueros,
en la línea recta que va de Lauros a Basauri,
bajo robles y encinas, perales y manzanos
que no siempre están en flor,
allí me enamoré de Iratxe y su boca sin calendario.
Todo fue así, tal como digo,
pero, al ser un proyecto de poeta,
quise demostrar en verso
la amplitud de mis sentimientos,
y leídas en las grandes páginas de la poesía universal
las palabras excelsas que se deben escribir,
pronto me olvidé de esos nombres,
pues me parecían
demasiado simples,
demasiado pobres,
demasiado claros,
y halladas en los libros las palabras
(nunca sabidas hasta entonces)
de rododendro, meliloto y aladierno,
los pájaros
(nunca vistos por mí)
como la oropéndola o el aguanieves,
lugares
(a los que nunca he ido)
como Tracia, Arcadia y Antioquía,
nombres de mujer
(ya olvidados)
como Tisbe, Perséfone o Deyanira,
elegí éstos para referirme a aquéllos,
y en lugar de escribir, por ejemplo,
Iratxe camina entre los ciruelos de Lauros...
escribía esto:
Deyanira vaga entre los rododendros de Antioquía...,
sin saber qué mujer pudiera ser Deyanira
(nunca conocí ninguna)
qué planta, árbol o arbusto sea un rododendro
(pero es tan bella, la palabra)
qué lugar Antioquía
(sonoro, refulgente, señero).
Pero un día,
paseando por El Prado,
me dio por entrar
en el Jardín Botánico,
y cuando vi lo que era realmente
un aladierno,
lo que era realmente
un rododendro,
lo que era realmente
un meliloto,
quedé muy confundido:
no, la realidad no confirmaba
la belleza de sus nombres.
Desde entonces ya no quiero Deyaniras
sino Iratxes.
No quiero oropéndolas
sino jilgueros.
No quiero rododendros
sino los manzanos de Lauros,
aunque no siempre estén en flor.
http://cosasdepoetas.blogspot.com
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