Antes de que me quieras como a un gato,
me voy con cualquira que se parezca a ti.
Sabina
¡Hola! Resultado de existir, ella remediaba al mar su desaliento; yo me perdía
en el ergo/tango, disolvente que esnifábamos para olvidar. Margot preguntaba.
—No me gusta hablar de esto —le dije . Ya nos cansamos de rescoldos. De eternos.
(De aburrimiento, sus bragas carecían de permiso en mi boca, como un perro sin noche.)
Confundimos nuestro aroma vital con la coca ola: asfixia de los silentes, cruel.
Entre las rendijas, busqué una corbata que supliera su frialdad. Y resolví:
No quiero moscas -te dejan por otra mierda-. Y la encontré: ligera, sin esperanzas.
La vi explorar el armario al limón de mi espina. Lisonjera, nocturna.
Omnímoda como yo, sin televisor ni domingos, me gustó.
—Te elegí para beber vino, no para viajar incansablemente de frío en frío.
Y llorar, llorar juntos en la basura cuando toca asfixiar al miedo.
También pensé en tu resistencia atómica y que podrías llevar mis versos
hasta el último tren, hasta bien urdida la madrugada de mi alcohol.
Cuando sea el día en que muera 37 veces por ti. En Do Margot, mi cucaracha.
Roger Nelson
elPrior