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De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 07 Sep 2016 23:46
por Alejandro Costa
“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Jue, 08 Sep 2016 0:49
por E. R. Aristy
Alejandro Costa escribió:“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Sentido y reflexivo poema, Alejandro. Nadie se imagina que siente ese niño yuntero al trabajar de sola sol...al mirar la noche estrellada entre hordas de cansancio, al soñar despierto en la blandura y la dureza del campo. Es una dedicación que se siente empática, real, sublime. Una reflexión poética de gran lirismo. Abrazos, Alejandro. ERA
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Jue, 08 Sep 2016 10:34
por Julio Gonzalez Alonso
Siempre necesario recuperar y mantener viva la memoria de la que en esta especie de carta o conversación con Miguel Hernández nos muestras un bello ejemplo. Un abrazo.
Salud.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Vie, 09 Sep 2016 2:22
por Armilo Brotón
Me ha gustado mucho Alejandro este diálogo con el poeta; original y vivo. Muy actual y acorde con la poesía de Miguel Hernández. Comparto contigo mi pasión por sus versos y has compuesto un buen poema. Yo soy, como muchos compañeros saben, de Orihuela y familia de Miguel, y me emociona cuando un poeta lo homenajea, lo trae a la actualidad como has hecho con tus versos. Es un poeta con una enorme carga social, acorde a los tiempos que corren. Has sabido remozar su idea y poner en candelero una verdad que nos debe escocer.
Un cordial saludo.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Vie, 09 Sep 2016 11:58
por Pilar Morte
Bravo, Alejandro, un poema que volveré a leer. Me encantó
Besos
Pilar
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Vie, 09 Sep 2016 12:22
por Óscar Distéfano
Un poema que emociona por lo que dice y por lo desgarrado de su expresión. Genuino sentimiento de admiración y reconocimiento siento en cada uno de los versos. Lo extenso no limita nada; al contrario, de mi parte quería más. Todo el corpus del poema es granítico, sin fisuras, concentrado, denso. Y lo más admirable, es fácil de aprehender, gracias al uso magnífico del lenguaje y al orden del desarrollo temático. Un poema de indudable valor para el foro.
Un abrazo, amigo.
Óscar
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Vie, 09 Sep 2016 16:08
por Ramón Castro Méndez
Muy buen poema, del que me gustaría destacar sobre manera las estrofas que empiezan por:
"Sería bueno, necesario para el hombre..." y "Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma..."
que me parecen magníficas.
Mi felicitación por tu hermosa propuesta.
Un abrazo.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Vie, 09 Sep 2016 19:18
por xaime oroza carballo
Hermoso y sentido tu canto por cercano y sincero. Quedan pocos, pero sí quedan aún niños yunteros. Gracias por compartir tu sentimiento.
Un abrazo
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Dom, 11 Sep 2016 15:22
por Guillermo Cumar.
El tema y el ambiente que predicas da honor a tu sentir y las formas van hacia adentro con el mensaje enhiesto y firme.
un abrazo y mi felicitación.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Jue, 15 Sep 2016 7:05
por Rafel Calle
Muy bello trabajo de Alejandro.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 21 Sep 2016 9:22
por Alejandro Costa
E. R. Aristy escribió:Alejandro Costa escribió:“que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.” (Miguel Hernández)
¿Cuántos quedan, Miguel?
Han cambiado los tiempos,
los empedrados y las herramientas para removerlos;
han cambiado las mañanas,
las auroras y hasta el canto de los pájaros;
ha cambiado el año, el siglo y el ritmo de vida,
los trajes elegantes, los medios de transporte,
la doctrina de los vientos,
y la manera de mirar al infinito.
Acaso no debiera, o acaso sí, Miguel.
Antes de ser hombres no fueron niños yunteros,
hoy no, pero históricamente sí, en ello tienes razón.
El humano, yo, la sombra de mi lado,
el regusto a parecernos al mejor,
el no asimilar la realidad y querer equipararnos al infinito,
es una lacra casi imposible de evitar, de salvar.
Sería bueno, necesario para el hombre,
que su cuerpo formara parte de esa historia,
que la fiebre de poder, fuera el sudor del trasiego de la yunta,
que sus manos, -las nuestras-,
estuvieran formadas por la roca de una piel desgarrada,
que una gota de agua nos pareciera un tesoro
y un trozo de pan lo fuera.
Sería un grito de vida, comprender la dureza de la misma,
sentir en nuestra carne,
el desgarre de una carne extasiada
atrapada en nuestro cuerpo,
sentir que el alma se desvanece
y que el futuro es más lejano e incierto.
Miguel, tendrías razón.
La vida, más nueva, quizás incluso mejor,
poseería un valor añadido, el esfuerzo,
el sufrimiento, de todos y con todos,
la liturgia de un canto de humildad,
así, con la misma línea de salida,
con la misma distancia por recorrer,
con el mismo cansancio y orgullo por luchar,
la firma agotada, de tinta de sudor.
¿Creerías entonces, Miguel,
que antes de ser hombres, fuimos y seremos niños yunteros?
De la muerte y la sed, nacen,
del oeste, del norte,
del polvo que en silencio padecen,
al olor de la noche cuando pacen.
Entre montes ciernen auroras,
perdidas entre sueños sin descanso,
de la paz que añoran en las horas,
y dinamitan oscuras mazmorras.
Dele el tiempo una pausa,
y el alma, un aliento que no acobarde
las manos vacías y agrietadas,
al dolor y al hambre cuando abusa.
Y quede el aire junto a su fatiga,
implorando un soplo de vida,
un rayo de sol en una mañana tibia
y alguna mano tendida, amiga.
Mitigue la esencia del mundo entero
y derrame el perfume del alma,
que Miguel escuche a sus hombres,
que aún son, y serán, niños yunteros.
Inspirado y dedicado a mi gran ídolo.
Para ti, Miguel.
Sentido y reflexivo poema, Alejandro. Nadie se imagina que siente ese niño yuntero al trabajar de sola sol...al mirar la noche estrellada entre hordas de cansancio, al soñar despierto en la blandura y la dureza del campo. Es una dedicación que se siente empática, real, sublime. Una reflexión poética de gran lirismo. Abrazos, Alejandro. ERA
Mil gracias.
Un beso.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 21 Sep 2016 9:23
por Alejandro Costa
Julio Gonzalez Alonso escribió:Siempre necesario recuperar y mantener viva la memoria de la que en esta especie de carta o conversación con Miguel Hernández nos muestras un bello ejemplo. Un abrazo.
Salud.
Gracias, Julio.
Sobre todos, es mi poeta favorito.
Un abrazo.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 21 Sep 2016 9:24
por Alejandro Costa
Armilo Brotón escribió:Me ha gustado mucho Alejandro este diálogo con el poeta; original y vivo. Muy actual y acorde con la poesía de Miguel Hernández. Comparto contigo mi pasión por sus versos y has compuesto un buen poema. Yo soy, como muchos compañeros saben, de Orihuela y familia de Miguel, y me emociona cuando un poeta lo homenajea, lo trae a la actualidad como has hecho con tus versos. Es un poeta con una enorme carga social, acorde a los tiempos que corren. Has sabido remozar su idea y poner en candelero una verdad que nos debe escocer.
Un cordial saludo.
Me alegra saberlo.
Para mí es único, sin duda mi poeta predilecto.
Un abrazo.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 21 Sep 2016 9:24
por Alejandro Costa
Pilar Morte escribió:Bravo, Alejandro, un poema que volveré a leer. Me encantó
Besos
Pilar
Gracias Pilar.
Un beso.
Re: De la muerte y la sed...
Publicado: Mié, 21 Sep 2016 9:26
por Alejandro Costa
Óscar Distéfano escribió:Un poema que emociona por lo que dice y por lo desgarrado de su expresión. Genuino sentimiento de admiración y reconocimiento siento en cada uno de los versos. Lo extenso no limita nada; al contrario, de mi parte quería más. Todo el corpus del poema es granítico, sin fisuras, concentrado, denso. Y lo más admirable, es fácil de aprehender, gracias al uso magnífico del lenguaje y al orden del desarrollo temático. Un poema de indudable valor para el foro.
Un abrazo, amigo.
Óscar
Me alegra saber que te ha gustado. Gracias por ese abrazo poético que me das. Miguel Hernández es mi ídolo.
Un fuerte abrazo.